EL ATRACTIVO DEL NACIONALISMO


Por Pat Buchanan *
Traducción: Santiago González (@gauchomalo140)
Texto original: http://gauchomalo.com.ar/el-atractivo-del-nacionalismo/

En una inesperada victoria obtenida en tiempo adicional en la final del torneo olímpico de hockey masculino, los rusos derrotaron a Alemania 4-3. Pero los rusos tienen prohibido ejecutar el himno nacional o izar su bandera debido a un escándalo de dopaje. El equipo, sin embargo, hizo caso omiso de la prohibición y cantó el himno nacional ruso sobre los acordes del himno olímpico. Esto me hizo acordar esa escena de Casablanca, en la que los clientes franceses del bar de Rick se ponen de pie y cantan La Marsellesa a todo pulmón para ahogar el Die Wacht am Rhein coreado desde una mesa de oficiales alemanes.

Cuando el equipo olímpico conjunto de ambas Coreas ingresó al estadio, el vicepresidente Mike Pence se mantuvo sentado y en silencio. Pero decenas de miles de coreanos se pusieron de pie y aclamaron al equipo unificado. Los Estados Unidos pueden brindar un escudo defensivo al Sur, pero los coreanos de ambos lados de la Zona Desmilitarizada se ven a sí mismos como un solo pueblo. Y, a no engañarse, Kim Jong Un, explota a su favor esos profundos lazos tribales que él sabe que existen.


Al ver a los rusos gritando su himno desafiantes, uno recuerda también las olimpíadas de verano de 1968 en la ciudad de México, cuando los velocistas Tommie Smith y John Carlos subieron al podio con los puños enguantados apuntados al cielo en el típico saludo del Poder Negro, afirmando su identidad racial.

Las élites occidentales pueden lamentar el regreso del nacionalismo. Pero harían bien en no desestimarlo, porque la reafirmación de la identidad nacional y tribal parece ser lo que depara el futuro.


Algunos asistentes al cónclave de la Conferencia de Acción Política Conservadora celebrado la semana pasada se sorprendieron al notar la presencia del británico Nigel Farace y de la francesa Marine Le Pen. Pero Farace fue el gran responsable del Brexit, la histórica decisión británica de abandonar la UE. Le Pen es tal vez la figura más popular del Frente Nacional que obtuvo el 35 por ciento de los votos en el ballotage que consagró presidente a Emmanuel Macron. Y la consigna más convocante del Frente Nacional parece ser “¡Que Francia sea Francia!” Los franceses no quieren ver su país invadido por millones de migrantes inasimilables provenientes de África y el mundo islámico. Quieren que Francia siga siendo lo que siempre ha sido. ¿Acaso está mal? ¿La preservación de un país, de la familia nacional en la que uno creció, no es conservadora?

Maréchal-Le Pen en la Conferencia de Acción Política Conservadora 2018.

En Hungría y en Polonia, se afirma el etnonacionalismo, la convicción de que los estados naciones existen para proteger a un pueblo diferenciado y único, con su cultura e historia diferenciada y única, y son los más adecuados para hacerlo.

Los globalizadores pueden creer que la ONU, la UE, el TLC, el ATCE,[1] son escalones hacia una “nación universal” de todas las razas, tribus, culturas y credos. Pero un creciente número de personas en cada país, en cada continente, rechazan esa visiòn. Y se empeñan en restablecer lo que tenían sus padres y sus abuelos: un estado nación que les era absolutamente propio.

Los nacionalistas como Farage, que quieren retirar a sus países de los superestados socialistas como la Unión Europea, y los pueblos que buscan separarse y formar nuevas naciones , como hoy Escocia, Cataluña, Córsega y el Veneto, y ayer Quebec, no son más anticonservadores que los patriotas norteamericanos de Lexington y Concord, que también querían un país para ellos.

¿Por qué los pueblos europeos que quieren poner fin a la inmigración masiva a través del Mediterráneo para preservar lo que son, como personas y como culturas, son vilipendiados como racistas? ¿Acaso los pueblos del África y el medio oriente no expulsaron hace medio siglo a los colonos europeos que contribuyeron a erigir sus países?

La Rhodesia del piloto de Spitfires Ian Smith era una nación ejemplar de 250.000 blancos y varios millones de negros que producía superávit comerciales pese a los boicots y las sanciones de un mundo hostil. Cuando Smith se vio obligado a ceder el poder, el “camarada Bob” Mugabe lo sucedió y se dedicó a saquear a los rhodesianos blancos, y además lanzó a su tribu shona a una carnicería contra los matabele de su rival Joshua Nkomo. El 85 por ciento de los blancos que vivían en Rhodesia antes del “gobierno de la mayoría” se han ido de lo que ahora es Zimbabwe. Más de la mitad de los blancos que hicieron de Sudáfrica el país más avanzado y próspero del continente se han ido. ¿Estos países son mejores ahora que lo que eran antes? ¿Para quién?

El capitán Pichot y la estrella Juan Hernández
lloran desconsoladamente al ser eliminados
en semifinales del mundial de rugby 2007.

Al pasar revista a este siglo XXI, uno advierte que la élite transnacional que promueve la erosión permanente de la soberanía nacional y el advenimiento de un nuevo orden mundial de fronteras abiertas, libre comercio y custodia global del destino de la humanidad, ha desatado una contrarrevolución. ¿Alguien cree que Angela Merkel representa el futuro?

Pensemos en los países más grandes de la tierra. En China es el etnonacionalismo, no el Partido Comunista gobernante, lo que une e inspira a 1.400 millones de personas para desplazar a los Estados Unidos como primera potencia en la tierra. El nacionalismo sostiene a Vladimir Putin. El nacionalismo, y su identidad particular de nación hindú, es lo que une y motiva a la India.


Entre nosotros, hoy, es el nacionalismo de “Los Estados Unidos primero”. Porque, veamos las cosas como son, ahora que la cruzada de George W. Bush por la democracia terminó como la cruzada de los pobres de Pedro el Ermitaño,  ¿cuál es la visión, cuál es el destino histórico que nuestras élites proponen para inspirar y convocar a nuestro pueblo?

* Ex asesor de los presidentes Richard Nixon, Gerald Ford y Ronald Reagan, aspirante a la presidencia de los Estados Unidos en 1992 y 1996. Su último libro es Nixon’s White House wars: The battles that made and broke a president and divided America forever.

© Patrick J. Buchanan.
Versión castellana y notas © Gaucho Malo.
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[1] Organización de las Naciones Unidas, Unión Europea, Tratado de Libre Comercio de América del Norte, Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica [↩]

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