LA SOLE

 

Cuando la municipalidad se convierte en la empresa más importante y principal empleadora de tu localidad, entonces la enfermedad de la sociedad que conformas se ha vuelto terminal. 


Autor: Juan Martín Perkins  



Rumbo al taller del Negro Alcaráz a buscar un trabajo de tornería, distraído, me metí en el medio del zafarrancho organizativo del festival del Parque San Martín.


Me llamó la atención la cantidad de móviles municipales afectados al evento. 


Cantidad de camionetas nuevas de la marca que quieras, como en agencia multimarca. Ford Ranger, Chevrolet S10, Nissan Frontier por nombrar algunas, todas inmaculadas e impecables con su correspondiente ploteo, resaltando la identidad del “gerente propietario”.


¿Sabes qué pasa?, me dice un parroquiano, traer a Soledad Pastorutti sale una chorrera de millones de pesos… si no los pone la Muni, ¿quién los va a poner?


Me fui del parque reflexionando sobre a qué extremo nos han extirpado del cerebro el sentido y la conciencia del valor de la iniciativa privada.


Pensé en que cuando la municipalidad se convierte en la empresa más importante y principal empleadora de tu localidad, entonces la enfermedad de la sociedad que conformas se ha vuelto terminal y estás agonizando sin saberlo.


Recordé tiempos en los que podíamos pagar la entrada para ver al artista de nuestra preferencia en nuestro esplendoroso Teatro Español. Podía cada uno tomar vacaciones e ir a Cosquín o a Jesús María a disfrutar de las jineteadas sin que nos pudran la cabeza con la vergüenza ambientalista y demás complejos que afectan tanto nuestra dignidad. 


Eran épocas en las que también podíamos hacernos la casa por nuestros propios medios.

Hoy dependemos de la municipalidad tanto para escuchar a la Sole como para todo, porque nos han enseñado a esperar todo del estado. No imaginamos NADA sin pensar en el paternalismo, subsidio o la “ayuda” de Pablo, como si fuera el bolsillo del intendente el benefactor, y escuchar a Soledad sin pagar entrada fuera gratis.


Nadie piensa en todo lo que entregó antes, durante tantos años de decadencia.


Por supuesto que celebro la alegría de la gente en una fiesta popular. Bienvenida sea, al menos esa plata no se la roban, pero es bueno reflexionar también sobre todo lo que perdemos por una fiesta “gratis” que el poder nos ofrece bajo su consigna de “pan y circo”.


El mejor negocio de estos 40 años de socialdemocracia, fue meterse en política… y si es en el kirchnerismo mejor, ahí “se garcha bien” con penes de madera y gel íntimo Gestión “Poder Hacer”. Todo gratis. ¿Gratis de verdad?


Durante el año 2022, la AFIP recaudó 11.906.730.771.054 millones de millones.


Según estima el INDEC somos 46.234.830 habitantes. (no supieron hacer bien ni el censo). Cada argentino pagó en promedio $190.486, o sea, cada familia $627.827 en 2022.

El 38,6% lo pagaste en concepto de IVA, el 26,6% en ganancias, el 8,5 en impuesto al cheque, El 4% en impuesto a los combustibles (nafta de la moto) 1,4% Impuestos Internos (tabaco, alcohol, gaseosas, etc, etc, etc…).


Además de lo que el estado recaudó en impuestos vía AFIP, también nos robó a los que producimos bienes exportables vía Banco Central con el desdoblamiento cambiario y los DEX o retenciones, la módica suma de 41.146 millones de ¡DÓLARES!. O sea que el gobierno federal recaudó lo mismo con el BCRA que con la suma de impuestos de AFIP y cargas sociales de la ANSES… 24.000.000.000.000.000. Veinticuatro Mil millones de millones de todos nosotros.


¿Y cumpa? ¿Te parece “libre y gratuita” la entrada para escuchar a Soledad?


Tengo otra gran pregunta: ¿Cuántos políticos opositores están criticando y denunciando este robo al pueblo?


Ni un solo ratón, porque están esperando su turno para disfrutar del queso.


Nuestro problema no es económico, es cultural…  pero eso es tema de otra columna.




Juan Martín Perkins


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