VICTORIA DEL POPULISMO DE DERECHAS EN HOLANDA
Autora: Catherine de Vries
Nota original: https://reaction.life/geert-wilders-election-victory-netherlands/
En inglés al pie.
El resultado de las elecciones en Holanda, en las cuales el Partido de la Libertad que lidera Geert Wilders emergió victorioso, ha enviado ondas expansivas de pavor a todo el establishment político.
Por primera vez en la historia de Holanda, un partido de extrema derecha es mayoría en el parlamento nacional. Wilders es un político excéntrico conocido por su retórica inflamada. Propone que los Países Bajos dejen la Unión Europea y ha llamado al islam religión "fascista". En el juicio al que fue sometido en el año 2016, fue encontrado culpable de incitar a la discriminación (pero no recibió pena por su crimen).
Mientras las encuestas previas a la elección sugerían que el Partido de la Libertad podía convertirse en el más votado, sin embargo corría (según las encuestas) cabeza a cabeza con los partidos instalados de centro izquierda y centro derecha. Pero las encuestas la erraron y por mucho, y Wilders terminó quedándose con la mayoría de las bancas por un margen confortable, si bien tiene que buscar aliados para formar gobierno.
Los recién llegados del partido Nuevo Contrato Social (de derecha) también tuvieron una buena actuación. Como el Partido de la Libertad, este partido ve a la inmigración como una de las razones de la congestión de los servicios públicos y la falta de vivienda a precios accesibles de Holanda. Sin embargo, Pieter Omtzigt, el líder de Nuevo Contrato Social (y antiguo miembro del partido de centro derecha Partido Demócrata Cristiano), es crítico de alguna de la retórica más enérgica de Wilders.
Omtzigt es el candidato que más chances tiene de formar parte de la coalición de gobierno con Wilders, junto con el antiguo partido que había llevado a Mark Rutte al puesto de primer ministro. Pero va a pasar tiempo hasta que se sepa si dicha alianza es viable. Armar una coalición en Holanda es trabajo de meses más que de semanas.
Estas charlas será aún más complejas debido al perfil personal de Wilders. Puede ser que tenga la banca más grande, pero toda la controversia que lo rodeó por muchos años puede llegar a descartarlo del rol de primer ministro, aún si él formara parte de la coalición gobernante.
En caso de formarse exitosamente una coalición, es inevitable que surjan preguntas sobre la continuidad de Holanda en la Unión Europea. Wilders quiere un referendum al estilo de Brexit, aún si no se materializare, podemos esperar una posición más euroescéptica en cualquier gobierno en el que participe.
Esto puede tener considerables consecuencias para la UE. Aún si los partidos de extrema-derecha en Europa difieren sobre las cuestiones de la salida de la Unión, todos ellos coinciden en que hay que transformar la UE en un cuerpo intergubernamental, sacándole poder a Bruselas.
Un ejemplo desde Italia
Wilders estará consciente de cómo las elecciones italianas resultaron el año pasado para la primer ministro de Italia, Giorgia Meloni, con quien él comparte cierta afinidad ideológica. El partido de derecha-radical de Fratelli d'Italia surgió como la fuerza más importante según la votación de 2022 y formó una coalición con otros partidos a derecha e izquierda.
Como Wilders, Meloni había sido considerada una outsider y había puesto a la inmigración en el centro del debate. Pero desde que llegó al poder, debió poner paños fríos a su fuerte retórica antiinmigración. Rápidamente fue confrontada por pedidos de la comunidad de negocios con reclamos de la falta de mano de obra, lo que implicaba entregar permisos de trabajo a trabajadores inmigrantes.
En mi libro Political Entrepreneurs, escrito conjuntamente con Sara Hobolt de la London School of Economics, demostramos como la llegada al gobierno cambia a los partidos políticos. Tienen que tomar decisiones, sopesar intereses - y sólo pueden gastar el dinero una sola vez. Meloni, como los líderes de muchos partidos populistas, rápidamente perdió sus posiciones más filosas una vez que se convirtió en la persona a cargo.
Lo más notable para Wilders, es que los Fratelli d'Italia también hicieron campaña con tonos euroescépticos durante la elección, pero se los ve ahora caminando al ritmo de Bruselas, aún en temas relacionados con la inmigración. Meloni ha hecho toda una puesta en escena junto a la presidente de la UE, Úrsula von der Leyen por esta causa.
Dicho esto, la experiencia italiana también ofrece otro ejemplo que Wilders puede encontrar atractivo. En nuestra investigación, encontramos que partidos que se habían vuelto populares por oponerse a las políticas oficialistas, a veces preferían mantener un pie en el gobierno y otro pie afuera. Esto es el caso de Matteo Salvini, líder de la Lega, y socio menor de la coalición de gobierno de Meloni.
Salvini nunca pierde una oportunidad de promocionar su propio perfil, aún si esto causas dificultades al gobierno. Sólo un miembro menor de una coalición puede salirse con las suyas con semejantes conductas, dado que un primer ministro tiene que soportar más presión de distintos intereses. Wilders puede encontrar más conveniente seguir los pasos de Salvini que los de Meloni.
Cualquiera sea la ruta que tome, si Wilders se vuelve parte del gobierno, el resultado de estas elecciones ciertamente tendrán consecuencias para las relaciones de Holanda con el resto de la Unión Europea.
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Catherine de Vries es Profesora de Ciencias Políticas. Miembro del Management Council of the Institute for European Policymaking, Bocconi University.
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The results of the Dutch election, in which Geert Wilders’ Party for Freedom emerged as victors, have sent shockwaves through the political establishment.
For the first time in Dutch history, a party of the extreme right is the largest in the national parliament. Wilders is an eccentric politician known for his inflammatory rhetoric. He advocates the Netherlands leaving the European Union and has called Islam a “fascist” religion. In a 2016 trial, he was found guilty of inciting discrimination (but received no penalty for the crime).
While polling leading up to the election had suggested that Party for Freedom could become the largest party, it had appeared to be running practically neck and neck with the parties of the mainstream left and right. But the polls were wide of the mark and Wilders ended up taking the most seats by a comfortable margin, even if he will need to seek coalition partners to form a government.
Rightwing newcomers the New Social Contract also did very well. Like Party for Freedom, this party sees immigration as one of the reasons for problems such as the Netherlands’ congested public services and lack of affordable housing. However, Pieter Omtzigt, the New Social Contract’s leader (and a former member of parliament for the more centre-right Christian Democratic Party), is critical of some of Wilders’ more inflammatory rhetoric.
Omtzigt would nevertheless seem the most likely candidate to form a coalition with Wilders, together with the former party of the now-departed prime minister, Mark Rutte. But it will be some time before it’s clear if such a partnership is achievable. Coalition in the Netherlands is the work of months rather than weeks.
These talks will be all the more complex thanks to Wilders’ personal profile. He may hold the greatest number of seats, but the controversy that has surrounded him for so many years may yet rule him out of the role of prime minister, even were he to be part of a governing coalition.
Should a coalition be formed, questions about the Netherlands’ place in the EU will inevitably come to the fore. Wilders wants a Brexit-style referendum and, even if this doesn’t materialise, we can expect him to bring a more Eurosceptic stance to any government in which he participates.
This could have considerable consequences for the EU. Even when extreme-right parties in Europe differ on the question of exit, they agree on transforming the EU into a more intergovernmental body, taking power away from Brussels.
An example from Italy
Wilders will be conscious of how the Italian elections played out last year for Italy’s prime minister, Giorgia Meloni, with whom he shares a certain ideological affinity. Meloni’s radical-right Brothers of Italy emerged as the strongest force in the 2022 vote and formed a coalition with other parties of the right and hard right.
Like Wilders, Meloni was seen as a political outsider and has long put immigration at the heart of political debate. But since coming to power, her strong anti-immigration rhetoric has had to be simmered down. She was quickly confronted with calls from the business community to address Italy’s labour shortage, which meant granting permits for migrant workers.
In my book Political Entrepreneurs, co-authored with Sara Hobolt from the London School of Economics, we show that governing changes political parties. It is relatively easy to gripe from the sidelines but in government, parties bear responsibility for policy. They have to make decisions, weigh up interests – and can only spend money once. Meloni, like the leaders of so many other populist parties, quickly lost her sharp edge once she became the person in charge.
Most notably for Wilders, the Brothers of Italy had also campaigned with a Eurosceptic tone during the election, but can now be found walking in lockstep with Brussels even on matters relating to immigration. Meloni has even made a show of her closeness with European Commission president Ursula von der Leyen.
That said, the Italian experience also offers another example that Wilders may find appealing. In our research, we’ve found that parties that have become popular by opposing existing politics sometimes prefer to keep one foot in the government and one foot out. This is certainly the case for Matteo Salvini, leader of the Lega party and a junior coalition partner to Meloni.
Salvini never misses an opportunity to boost his own profile, even if it causes his government difficulty. Only a junior coalition partner can get away with such antics, since a prime minister faces far more pressure. Wilders may therefore find it most convenient to follow Salvini’s path rather than Meloni’s.
Whichever route he takes, if Wilders becomes part of a government, the results of these elections are certain to have consequences for Dutch relations with the rest of Europe.
This article was originally published in The Conversation
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