HÉROES SIN CAPA

Los acordes de la marcha nupcial nos recordaron que todavía hay gente que se casa ante Dios.


Autor: Juan Martín Perkins  


El sábado del temporal estuve en el salón parroquial comiendo un asado con los servidores del plan Compartir.

Soy un buscador de historias, sé escuchar y los servidores son un libro abierto.


El plan Compartir es un grupo de personas que organizan y sirven cenas para reunir fondos que ayuden a la parroquia.


Son héroes sin capa ni espada pero con un poder especial, la vocación de servicio que prestan a todo lo que gira en torno a la parroquia, Cáritas, etc.


Ellos siempre están… cuando se terminan las campañas electorales y afloran las crisis y carencias, o sea, cuando la política se retira porque ya no precisa votos, ellos están y redoblan los esfuerzos a cambio de nada.


La tormenta metía miedo, los asadores demoraban el asado esperando a que el padre Germán terminara de celebrar un matrimonio en el templo.


Los relámpagos aumentaban la frecuencia y ya empezaban a sonar los primeros truenos.

Venía brava, después de tanto calor y baja presión, la ira natural llegaba a Pehuajó.


Un servidor ocupado en que no falte fuego, otro en dar vuelta la carne y taparla con cartón… 


Traspasando las paredes del templo, los acordes de la marcha nupcial nos recordaron que todavía hay gente que se casa ante Dios.


“Los chicos de ahora conviven pero no se casan”, se lamentó una servidora. “Yo por suerte conseguí que bauticen a mis nietos” aportó otra.


Muchos chicos de ahora se desvelan por papeles de la moto o el auto, escritura del terreno, título de la casa, documento de identidad etc, pero no por su libreta matrimonial, ni civil ni por la Iglesia…agregué yo. 


Los dos curas, siempre activos y simpáticos, acompañaron y dieron contención al espíritu del cierre anual del plan compartir.


Recé en silencio y pedí clemencia a la tormenta para que no hiciera destrozos en la ciudad y regara los campos sin violencia.


Comimos un rico asado preparado por manos servidoras y bendecido por el padrecito Nacho. 

Mientras la furia de la tormenta fue amainando volví a rezar en silencio para agradecer.


Agradecí por el trabajo desinteresado de tanta gente buena, por el privilegio de compartir con ellos y por la fortuna de tener la servidora heroína sin capa que Dios me dio por esposa.


Feliz Navidad.



Juan Martín Perkins.


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