NUESTROS CLUBES

Argentina es pródiga en atletas.


Autora: Iris Speroni (@SperoniIris)


Esta semana hicieron una nota de televisión en un club de barrio. El movilero entrevistó al presidente del club quien se quejaba amargamente por la factura de luz, la cual superaba $ 1.250.000 y más que cuadruplicaba la del mes anterior.


Inmediatamente me acordé de situaciones similares durante el gobierno de Mauricio Macri, cuando la necesaria adecuación de tarifas por inflación produjo situaciones idénticas. El despilfarrador gobierno de Mauricio Macri no supo o no quiso compensar a los clubes sociales por su incremento de costos. Su insensibilidad, codicia e ineptitud le costó no renovar el mandato popular.



El rol de los clubes en la República Argentina


Acá quiero referirme a dos conceptos diferentes: el rol actual de los clubes sociales y deportivos y el rol potencial de los mismos. 


Hoy hacen mucho. Podrían hacer más aún. Pero vamos por partes.


Rol actual


Los clubes brindan innumerables servicios comunitarios. El primero es la práctica de deporte por gente de todas las edades. Luego, las actividades sociales. No olvidemos que los humanos somos gregarios. La vida en sociedad es un alimento para el alma.


Argentina es pródiga en atletas. Peleamos de igual a igual con países más ricos y más poblados que nosotros. Francia, Inglaterra, EEUU tienen más población y mejores ingresos y no necesariamente más atletas ni proporcional ni absolutamente.



Los atletas no salen de un repollo. Cada mil jugadores hay uno bueno, cada diez mil, uno muy bueno y los cracks salen a la superficie de vez en cuando.


Nuestro país se caracteriza por la generación de innumerables cracks en las disciplinas más dispares. Ha sido así en el último siglo. Y por lo visto, la cosecha de cracks no para.


Es la combinación de diversos factores. 


El primero, el alto contenido proteico en la alimentación de la población, aún de las clases más humildes. Argentina consume 110 kg de proteína animal per cápita por año. Hito solamente igualado por los EEUU. Eso fue así aún en el 2022 a pesar de haber sido un año con alta desocupación y una fuerte caída del salario real debido a la inflación. La inteligencia popular incrementó el consumo de carne aviar (casi 50 kg per cápita) bajó el resto y mientras tanto vamos viendo. 



El segundo, y es la diferencia con potencias deportivas como Alemania, Inglaterra o EEUU, es la red de clubes, la cual pocos o ningún país tiene. 

Los clubes constituyen una red social, emocional, afectiva de la población.

Los clubes no son importantes por ser los lugares de donde surgieron Batistuta o Messi o Julián Álvarez. Son importantes por formar a millones de niños que jamás serán deportistas profesionales.

Los niños ya sea en la infancia o en la adolescencia requieren de amor familiar, cuidados y un lugar donde entretenerse sanamente y crecer. Implica adquirir destrezas (motricidad fina, tonicidad muscular, capacidad torácica, resistencia física). Ahora bien, existen toda otra serie de competencias y talentos cuya enseñanza los clubes suplen, ante el retiro del sistema educativo de su obligación de formar a los niños. 

En otras épocas, léase, antes del progresismo, dichas habilidades se podían adquirir en la escuela. Antes de que el alfonsinismo, el PRO, la Alianza, el menemismo y el kirchnerismo la arruinara. Tener horarios, respetar a quienes enseñan, mantenerse callado o quieto cuando cuadra, respetar un reglamento, eran destrezas que se adquirían en la escuela primaria. Llegar a horario, hacer fila, quedarse callado mientras se iza la bandera, tratar a la maestra con respeto, hacer los deberes, etc. Hoy nada de eso existe. Mantener una veintena de niños callados o quietos durante cinco minutos constituye un milagro. Y un suplicio para los niños. Porque no saben contenerse. No pueden controlar ni su cuerpo ni su mente. No tienen dominio sobre sí mismos, porque nadie se los enseñó.



Todo eso lo aprenden en un club en la práctica de un deporte. 


Llegar a tiempo a entrenamiento (o se quedan afuera), respetar al entrenador o al árbitro (o se quedan afuera). Repetir un ejercicio innumerables veces hasta adquirir la destreza. Respetar un reglamento (o el árbitro cobra falta). Dominar las emociones. Todo lo que es imprescindible en la vida en sociedad: respetarse uno mismo, al otro, la virtud de la continencia. Hoy por hoy, lo enseñan algunos (pocos) hogares o el club. Solamente nos queda el club como última barrera a la anomia.


No hay lugar para los niños cristal en la práctica deportiva. Todo infante o juvenil que practica fútbol, remo, karate, voley o patinaje artístico sabe que se puede ganar, perder o empatar. Salir primero o último. Eso fortalece el espíritu. Perder significa nada más que hay que entrenar más para la próxima. No es el fin del mundo. 



Enviar a los niños a hacer deportes, además de sacarlos de inhumanos departamentos de 40 m2, es brindarles herramientas que les servirán para toda la vida. Es construir hombres y mujeres fuertes emocional, moral y físicamente. Es hacer un pueblo de valientes y no de neuróticos cobardes.


A esta altura vemos que patear la pelota o pasarla por encima de la red es lo de menos.


Hay más. Soy de la convicción de que a los niños hay que tenerlos ocupados. Es el mejor antídoto para alejarlos de vicios, de las malas costumbres y de las malas compañías.


El rol potencial de los clubes


Todo el dinero que pongamos en que los niños argentinos (que son cada vez menos, dicho sea de paso), vayan al club no lo gastaremos en:

  • sistemas de recuperación de delincuencia juvenil,

  • administración de justicia juvenil,

  • programas de prevención y/o cura de la drogadicción,

  • comederos/merenderos,

  • apoyo escolar,

  • otros planes de ayuda social cuyos resultados nunca han sido cuantificados.

  • gastos en salud:

    • asistenciales (propensión a enfermedades pulmonares/gástricas, baja de defensas).

    • psiquiátricos (neurosis/adicciones).


Siempre es más barato económica y emocionalmente prevenir que curar.


Además, con el sistema actual obtenemos muchachos indisciplinados con poca resistencia al fracaso, neuróticos y conflictuados, cuando no los perdimos por la mala senda.


Propongo una ayuda universal a las familias para incentivar la práctica deportiva de todos los menores de edad, sin distinción de clase social ni filtro alguno excepto la nacionalidad argentina. VER: VOUCHER DEPORTIVO



Ingresos y gastos


Vuelvo al inicio del artículo.


Actualmente el gobierno autorizó actualizaciones por inflación de las tarifas de electricidad.


Lamentablemente las familias no ven sus ingresos “actualizados” en la misma magnitud. Este fenómeno se adiciona a una caída del ingreso de las clases medias y las clases asalariadas que se inició ya hace más de 12 años y que se profundizó durante el gobierno de Alberto Fernández y su cuarentena eterna. La misma redundó en una pérdida de ingresos, y por lo tanto de ahorros, de cientos de miles de familias argentinas. Ni los ingresos ni los ahorros se repusieron de entonces a hoy.


El resultado, entonces, de los aumentos de las tarifas a los clubes son dos: o el cierre del establecimiento, o la exclusión de las familias por falta de pago.


Y, lamentablemente, es un lujo que no nos podemos dar. Un país con población declinante, con aumento de la vida sedentaria, con caída en la calidad de los alimentos y una política agresiva por parte de las farmacéuticas de intoxicarnos con drogas para enfermedades reales o imaginarias, debe comenzar a ocupar de la salud física y mental. Mens sana in corpore sano.


Además, somos un pueblo corajudo. Debemos transmitir el valor intrínseco del Pueblo de la República Argentina a las nuevas generaciones. Cito aquí a @Lohengrin82 "Según Aristóteles, la gimnasia tiene como fin el mejorar tres bienes del cuerpo: la salud (Ὑγίειᾰ), belleza (kállos) y fuerza (iskhys)". Por lo tanto, se debe instruir en el deporte para el bien del ciudadano y de la ciudad (de la tribu).


Las soluciones prácticas son dos: darle dinero a los clubes para ayudarlos a pagar las tarifas; darle dinero a las familias para que abonen cuotas de los clubes.


Mi propuesta es que la ayuda sea universal. Para los chicos de los asentamientos, para los que conviven con madres divorciadas neuróticas en un monoambiente de Villa Crespo, para los que son hijos únicos o son un batallón, para los que tienen una familia constituída y para los que viven en un orfanato, para los pobres, para los ricos. Todos los niños deberían poder pertenecer.


Por último, y solamente como detalle, los clubes paquetes podrían donar a otros menos favorecidos los ingresos por pago de voucher.




El pueblo supo votar. Sepa el gobierno administrar.



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Notas relacionadas:


VOUCHER DEPORTIVO

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CLUB SOCIAL Y DEPORTIVO


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