MACRO, MICRO Y EL NO-MERCADO




Decisiones macroeconómicas rompen las unidades de producción microeconómica.


Autora: Iris Speroni (@SperoniIris)




La macroeconomía es la economía de los grandes agregados: PBI (producto bruto interno de un país), las exportaciones, la base monetaria, la emisión monetaria, el saldo de la balanza comercial, la tasa de interés. Es todo grandioso. Ideal para megalómanos. Es de lo que trata, por ejemplo, Keynes - y cualquier otro economista de renombre - en su Teoría General.


La macroeconomía argentina es el tema favorito de los economistas que aparecen en TV. Es hablar de cosas “importantes”. 


Ideal para psicópatas. De macroeconomía se ocupa Lagarde.





La microeconomía es la que se ocupa de las unidades económicas, que pueden ser dos: las familias (de hecho, de ahí viene el término en griego) o de las explotaciones comerciales, industriales, agropecuarias o de servicios.


La microeconomía es lo que mueve una nación, una provincia, un municipio, una ciudad, una aldea. Hay economistas especializados, con mucha menos difusión.


Las medidas que toma un gobierno, se traducen de la macro a la micro. Para hacer esa transformación, hay que saber y de eso, pocos saben o a pocos les importa.


Ejemplo 1: firmar el acuerdo mercosur (Sarney-Alfonsín), se tradujo en el cierre de numerosas empresas (algunas directamente se trasladaron al otro país y siguieron vendiendo aquí, pero produciendo allá). Eso se tradujo en: la pérdida de riqueza, de capital por falta de reinversión, de puestos de trabajo y de capital inmaterial, ya que se dejaron de enseñar ciertos oficios. Mientras tanto, en Brasil adquirieron capital, mejoraron el nivel de vida de la población, creció el PBI, y lo más importante, muchas personas no calificadas aprendieron a trabajar. La balanza comercial de Argentina con Brasil fue sostenidamente deficitaria (macroeconomía), capitalizó a Brasil (macro), descapitalizó a Argentina (macro), aumentó la inversión y el producto en Brasil (macro), los disminuyó en Argentina (macro); todo esto amplificado por una política permanente de tipo de cambio competitivo en Brasil (macro) y retrasado en Argentina (macro). Esta política cambiaria de ambos países fue constante por décadas. 


Las consecuencias macro son:

  • Brasil: aumento de PBI e inversiones, de salario medio, de exportaciones, de reservas, disminución de la deuda soberana, baja tasa de interés.

  • Argentina: todo lo contrario en cada uno de los ítems.


Las consecuencias micro son:

  • Zonas ex industriales pauperizadas (Rosario y Gran Rosario), Gran Buenos Aires, Gran Córdoba.

  • Pérdida de conocimientos, capital humano.

  • Destrucción de familias. Pauperización general.

  • Marginalización de familias ex-obreras. Pérdida de poder de compra de la población y de pérdida de acceso a capital familiar como la vivienda.

  • Marginalidad.

  • Desazón.


Existen otras pérdidas que tienen que ver con lo simbólico y geopolítico:

  • Argentina perdió la autoprovisión de bienes estratégicos (en la Argentina no se fabrican más cuchillos de mesa, o vajilla o herramientas, ni aviones, ni vehículos).

  • Argentina se desindustrializó, lo que en términos militares (Perón) es perder lugar como potencia militar.

  • Argentina rompió la cadena de transmisión de conocimiento. Es geopolíticamente más pobre.


Este es un ejemplo de los miles que se podría tomar de cómo decisiones macroeconómicas rompen las unidades de producción microeconómica.


Voy a dar dos más, para demostrar cuán versátil es esto.


Ejemplo 2: El estado argentino, en sus variantes nacional y provinciales, cobra impuestos por adelantado. Adelantos de ganancias, percepciones, retenciones, etc. Todo eso le quita disponibilidades a las empresas. Les roban dinero que se podría usar para aumentar inventarios o para hacer inversiones en capital fijo. Les restan disponibilidades ya sea para financiar a clientes o adelantar pago a proveedores. El estado argentino, le resta la sabia/la sangre a la economía microeconómica argentina. Pone un cepo al crecimiento de todo comercio, todo taller, toda industria de la República Argentina. La excusa podría ser “el estado necesita ese dinero para funcionar”. Es mentira: una vez que queda claro que se puede emitir, los impuestos solamente sirven para designar ganadores y perdedores en la economía. CÓMO ROMPER UNA SOCIEDAD.



Ejemplo 3: El estado argentino, desde Martínez de Hoz a la fecha, establece altas tasas de interés - con breves excepciones - . Esto revienta la cadena de pagos. Las empresas deben endeudarse para pagar obligaciones (siendo la principal pagar impuestos) y eso les come los márgenes de ganancias hasta volverlos inexistentes. Es una de las razones de la epidemia de quiebras en las últimas décadas en nuestro país. Al endeudarse para pagar impuestos hay tres arbitrariedades superpuestas: pago por adelantado (arbitrariedad), endeudamiento a altas tasas determinadas por el estado (arbitrariedad), en un sistema de impuestos superpuestos y oprobioso en carga monetaria y de imposiciones formales. Modifica las conductas comerciales: las grandes empresas o las prepagas o cualquiera que tenga poder de negociación acostumbra pagar a 90 días o a 120 días - jugando con el dinero de los proveedores - ya que coloca ese dinero a tasa y obtiene rentabilidad al trabajar dinero ajeno. Si la tasa fuera cercana a cero, el incentivo para esas conductas empresariales desleales desaparecería.  En resumen: el estado pone impuestos innecesarios y engorrosos, obliga a pagarlos por adelantado y hay que endeudarse a altas tasas fijadas por el estado para pagarlos. 


Por esto digo que es imposible ganar dinero en Argentina con actividades lícitas.



Problemas microeconómicos


Nuestro país sufre de problemas comerciales. Nuestro pueblo, hambriento y todo, se alimenta mejor que muchos otros países. Estamos en el tope mundial de consumo de carne y de huevos, para dar dos ejemplos de proteína animal. Sin embargo, es casi imposible producir y consumir frutas secas para la mayoría de la población; el consumo doméstico de miel es casi nulo mientras la miel es carísima, al igual que el aceite de oliva. Consumimos menos queso que el que podríamos con precios prohibitivos. 


Vamos a las frutas secas y luego procedo con la leche.


Frutas secas: California exporta 4.000 millones de dólares anuales solamente en almendras, además de abastecer el mercado interno. Argentina podría ser de los mayores exportadores de cada una de las frutas secas (nueces, avellanas, almendras, pasas) y además, proveer a toda la población con una fuente diaria de vitaminas, lípidos y proteínas. Para eso deberíamos lograr que los productores ganen dinero y que llegue barato a la población. Que la producción sea de tal volumen tal que el consumo interno ronde el 5%/10% del total con un 95%/90% destinado a la exportación. Hoy es imposible. Porque son plantaciones que llevan varios años para madurar y con tipo de cambio inestable y altas tasas de interés, ¿quién querría? Porque el costo de llevar esa producción desde zonas de secano a los centros poblacionales es alto. Desde NOA, Cuyo y norte de la Patagonia al complejo Mar del Plata, La Plata, Buenos Aires, Rosario, Córdoba capital es oneroso. Las rutas son un desastre. El costo del flete sale el doble de lo necesario: los neumáticos cuestan el doble, el impuesto al combustible más que duplica el precio, el precio de los camiones se duplica por la carga impositiva. No hay FFCC. ¿Entonces? A eso hay que sumarle una perniciosa cadena de comercialización que ha destruido el consumo en la capital federal y en los grandes centros urbanos. 100g de frutas secas se pagan dos monedas en Catamarca y los supermercados lo venden a precios exorbitantes. En el medio hay una cadena de comercio fallida. Esta situación fue armada durante el gobierno de Menem y los gobiernos posteriores, lejos de mejorarlo, lo fortificaron. Desaparecieron las proveedurías de sindicatos, mutuales, sociedades de fomento, mercados municipales, etc. El comercio mayorista y minorista está concentrado y sus dueños determinan - en contra de los intereses del país - qué comen los argentinos. Dos casos emblemáticos son el aceite de oliva y la miel. Argentina la exporta muy barato a granel (eso es lo que cobran los productores) mientras que los productos fraccionados son carísimos, hasta el doble o triple del precio del producto fraccionado minorista en Europa o EEUU. En el medio está la cadena comercial, los impuestos  y los fletes.


De eso debería ocuparse la secretaría de comercio. Desde que tengo razón eso jamás sucedió. Jamás se ocuparon en saber por qué una familia pobre no podía pagar una cucharada de miel diaria por integrante, cuando es totalmente posible y provechoso para la salud.


Quiero terminar con la leche y los tambos. Las usinas lácteas constituyen un cartel oligopsónico que fija precios (es contrario a la ley) y modalidades de pago (también contrario a la ley). De hecho reciben la mercadería sin contrato ni precio y lo pagan a los premios (con la inflación que hay y con los costos financieros que sufren las explotaciones). Cuando es entrega sin papeles, se denomina, según el código civil y comercial vigente, suministro y debe ser abonado en el acto; lo que no sucede.


En realidad, las usinas lácteas abusan de su posición dominante y le quitan al tambo toda su rentabilidad. Obtienen así la propia de su negocio, más la del tambo, a quienes obligan a vender al costo variable, sin remunerar la amortización de su capital (los costos fijos). Esto provoca la desinversión de su capital. Les deja sin disponibilidades y eventualmente, quiebran. Es por eso que cada vez hay menos tambos, cuando en realidad es una actividad que puebla las zonas rurales y potencialmente podría generar buenos salarios.


Al mismo tiempo los quesos se venden minoristas a precios prohibitivos. Esto es porque se colude comercialmente. La explotación que sufren los tamberos no se traduce en una oferta accesible para un pueblo pobre como el nuestro. 


Argentina podría ser una de las grandes potencias lácteas del mundo, como lo es un país pequeño como Nueva Zelanda. Sin embargo, a los empresarios argentinos no les interesa. Prefieren explotar un mercado pequeño con grandes márgenes de ganancias. Por eso se han dedicado a comprar toda la competencia - desde la época de la Dictadura Militar - para cerrar las fábricas (La Martona, Gándara, Tres Niñas y tantísimas otras que desaparecieron en el olvido). Todo esto fuera de la ley. Esto ha sido posible por décadas por la inacción de funcionarios públicos de comercio y de la secretaría de agricultura y de un gremio cómplice, siempre presto a ahogar una empresa que estuviera en la lista de compras de alguno de los grandes. Esta connivencia duró la Dictadura Militar, Alfonsín, Menem, De la Rúa, Duhalde, Kirchner, Fernández, Macri, Fernández. Por ahora, no se ven cambios en la nueva administración. Hay tiempo de cambiar.


Brasil sí tomó nota y está invirtiendo para ser una de las potencias lácteas mundiales. Eso para demostrar lo que es tener visión de grandeza a diferencia de lo que es ser mezquino.


Diría que uno de los grandes problemas argentinos que perjudica A) al pueblo doblemente a) en la calidad de vida ya que le impide el acceso a alimentos de calidad y baratos, b) en mayores fuentes de trabajo; B) a los productores, porque se les cercena su precio pleno; C) al país porque no produce ni exporta lo que fácilmente podría; es el pésimo sistema comercial, de lo cual nadie, nadie, nadie se ocupa.


Es un buen punto para empezar. Las cosas sirven si son para la grandeza de la Patria y la felicidad del Pueblo. Caso contrario, no perdamos el tiempo.


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Tenía intenciones de hablar del mercado: La Salada y los sueldos del personal médico del Garrahan. Se hizo demasiado largo. Quedará para el próximo domingo.


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Notas relacionadas:


CÓMO ROMPER UNA SOCIEDAD

Autor: Caída Libre (@sashapak_)



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