El “Milagroso” Modelo Escandinavo ¿Un Cuento Chino?

Autor:  Julio Pieraldi
Versión original: http://ifrevistadigital.com/el-milagroso-modelo-escandinavo-solo-un-cuento-chino/#.WTrhCYw1_cv

El “milagroso” modelo escandinavo. ¿De qué se trata? ¿Es un ejemplo a seguir o solo un cuento chino? Usualmente el modelo de estos países se usa para defender la idea de un supuesto socialismo “bueno”. Con argumentos, explicamos claramente el modelo escandinavo y de qué se trata.

Primero que nada debo pedir disculpas. Primero que nada por lo que demoró este artículo en ser completado y porque aun cuando prometí hacerlo breve, no pude evitarlo. También mil millones de disculpas a Johan Norberg, de quien casi plagie toda la información. Sucede que el resumen histórico hecho por este autor es tan condensado y completo que es casi imposible no copiarlo entero; trate de hacer mi mejor esfuerzo para resumirlo un poco más.

Quizás uno de los temas de discusión más comunes y con el cual, históricamente, los defensores del libre mercado más se topen en su defensa de la libertad es el de los venerados estados Escandinavos y su supuestamente maravilloso “Estado de Bienestar”. La leyenda comenta que se trata de países que viven bajo el manto protector del Socialismo real, de la utopía realizada; un lugar donde finalmente los principios rectores de la izquierda se cristalizan y se ha logrado finalmente instaurar el paraíso en la tierra.

Pero en días recientes, este tema ha ganado momento de la mano de un siniestro personaje surgido, sigilosamente, de la ya tenebrosa escena político-electoral estadounidense. Este personaje es Bernie Sanders, Senador del partido Demócrata por Vermont quien, desde sus comienzos políticos, se ha caracterizado por ser un  defensor acérrimo del Socialismo “Democrático” y estar vinculado con diferentes corrientes de izquierda. Su devoción al socialismo es tal, que ha llegado a defender la dictadura socialista de los hermanos Castro en Cuba.

De acuerdo con el Señor Sanders, su plan para recuperar la grandeza de los EEUU, consistiría en reproducir en su país el tanta veces mentado modelo de bienestar socialdemócrata escandinavo, y en particular el esquema aplicado en Suecia. Para cualquier incauto que sencillamente ve las cifras económicas emitidas por el gobierno de Estocolmo en los últimos años, esta propuesta sonaría particularmente atractiva al verificar que Suecia es uno de los países con mejores resultados económicos, pero si observamos detalladamente el escenario y verificamos la historia de lo realmente ocurrido allí, empezamos a notar cierta discrepancias entre la propuesta y la realidad de las cosas que ocurren.

Empezando desde el principio

Lo primero que debemos comprender es de dónde viene Suecia y cuáles han sido las etapas por las que ha hecho transición para llegar a donde está. Para esto me voy a valer de  la recopilación histórica elaborada por Johan Norberg, historiador Sueco.

En su resumen Johan nos dice que los inicios del milagro Sueco, a diferencia de lo que se cree, se remontan al Siglo XVIII, y en particular al año 1763, cuando el reverendo  Anders Chydenius escribía un ensayo que analizaba la problemática de la emigración en Suecia. Para ese momento, Suecia era uno de los países más pobres del mundo, con una situación financiera peor a la del Congo, una expectativa de vida en adultos de menos de la mitad calculada para el país africano y con una mortalidad infantil 3 veces más alta que la de un país desarrollado de aquel entonces. En su ensayo Chydenius cuestiona la creencia común de la época que atribuía que dicha emigración era el resultado de una población perezosa y codiciosa; que prefería emigrar por una oferta de una vida fácil, antes que asumir su responsabilidad y trabajar. Chydenius argumentaba lo contrario, el veía la emigración como el resultado natural de un sistema corrupto y opresivo que hacía imposible para la gente quedarse a hacer su vida (Algo así como Venezuela hoy en día o algunos otros países latinoamericanos)

Chydenius se convirtió en el primer defensor de las ideas de laissez-faire en Suecia. Su crítica se dirigió contra los privilegios, trabas administrativas y prohibiciones de comercio que beneficiaban a la aristocracia reinante y detenían el progreso económico de la gente común que trabajaba muy duro. El sistema era tan corrupto que los impuestos del gobierno confiscaban casi la totalidad de lo producido; la corte estaba bajo la tutela de la aristocracia, lo cual la hacía intocable; y la censura en la prensa evitaba que los ciudadanos pudiesen hacer conocer sus quejas.

Este reverendo era firme creyente en los pobres. A diferencia de la aristocracia, él creía que los granjeros y otros habitantes de pocos recursos eran muy habilidosos y capaces pues eran capaces de sobrevivir a las duras condiciones del país y que su único problema real era un sistema corrompido y una legislación que forzaba a aquellos con menos recursos a trabajar para los poderosos.

Cuando llega al parlamento, Chydenius logra la abolición de impuestos, la liberalización del comercio, la reducción de subsidios, la libertad de religión y la abolición de la censura.

Suecia entró en un periodo de retroceso luego del asesinato del rey Gustaf III y con la coronación de su hijo Gustaf IV, quien censuro el debate y suspendió el parlamento. Pero no todo murió allí, de las ideas sembradas por Chydenius, surgió en el ejército un oficial de nombre Georg Adlersparre quien se definía a sí mismo como un liberal y proponía las ideas de Adam Smith. Adlesparre dirigió una revuelta militar contra el rey Gustav IV, logrando deponer a este último con una marcha sobre Estocolmo. Conocida como la revolución de 1809, este alzamiento logro el restablecimiento del parlamento y la restitución de algunas libertades económicas y el fin de la censura pero falla en acabar con la monarquía, la cual es reestablecida por el parlamento en la persona de uno de los generales napoleónicos, Jean-Baptiste Bernadotte, quien además resulto ser adverso a las ideas de libertad.

Durante este periodo, los liberales de distintas tendencias lograron organizarse en un partido político y bajo esta plataforma y ayudados con la influencia de las ideas liberales provenientes de Francia e Inglaterra iniciaron su lucha. Surgen entonces nombres como Lars Johan Hierta fundador y editor del periódico Aftonbladet; y miembro del parlamento Sueco por el partido Liberal;  escritores como los poetas y feministas C. J. L. Almqvist y Fredrika Bremer (Si, el feminismo tiene origen liberal pero luego fue secuestrado y transgiversado por el socialismo);  y filósofos como el conservador transformado en liberal E. G. Geijer. Estos entre muchas otras personalidades del liberalismo sueco de la época, dedicaron sus esfuerzos a la defensa del ideal de la libertad.

Para 1848, el liberalismo había desarrollado tanta fuerza que la aristocracia sueca empezó a apoyar la ideología y de su seno surgió  Johan August Gripenstedt, miembro del parlamento quien luego sería nombrado ministro de la corona y fuese el impulsor de un gran número de reformas liberales.

En el periodo comprendido entre 1840 y 1865 Suecia vivió una revolución no violenta de carácter liberal. Las libertades para iniciar un negocio y competir en el mercado eran plenas; se abolieron todas las restricciones que impedían el desarrollo de las industrias acereras y de aserraderos; los bancos fueron permitidos; las tasas de interés desreguladas; la inmigración  y emigración fueron liberalizadas ; la libertad de prensa fue garantizada; las mujeres recuperaron sus derechos a heredar propiedad, educarse y hacer una carrera; y un tratado de libre comercio fue firmado con Francia e Inglaterra en 1865.

Los resultados

Entre 1860 y 1910, gracias a las reformas liberales, Suecia atravesó por un profundo proceso de transformación y mejora. La expectativa de vida se incrementó en 12 años, los ingresos reales crecieron en 25% para los trabajadores industriales; el ingreso real total creció en 170% (comparado con 110 de los 50 años subsiguientes), la industria se mecanizo, el capital se canalizo de manera eficiente a través de los nuevos bancos y el gasto público era de solo el 6 % del ingreso nacional en 1900.

Durante este periodo de tiempo fue que nacieron las grandes compañías suecas que conocemos en la actualidad (solo una nació durante la época del socialismo democrático), tales como Ericsson, SKF, Dyno Nobel, AGA y Electrolux.

El liberalismo llego al punto en Suecia en que todo era de corriente liberal. Esto trajo como consecuencia, gracias a la tendencia natural humana por el cambio, a permitir un resurgimiento del conservadurismo y la instauración nuevamente de aranceles sobre el comercio.

Curiosamente con una plataforma anti-aranceles fue que los socialistas iniciaron sus campañas en Suecia en el año 1889. Tanto era el poder del liberalismo, que sus enemigos naturales le tuvieron que usar para introducir sus ideas en contra del conservadurismo.

La llegada de los Socialdemócratas

No es si no hasta 1932 cuando los socialdemócratas llegaron al poder en Suecia, pero -increíblemente con una actitud muy diferente a la normalmente atribuida a esta tendencia. Tan pronto llegaron al poder decidieron no atacar la empresa privada. Llegaron al punto de incluso incentivar el libre mercado  para poder generar los ingresos que requerirían para poner en funcionamiento su programa de reforma sociales e introducir “beneficios” como pensión, desempleo, reposo por enfermedad y paternidad. Estos beneficios fueron introducidos de forma proporcional a la contribución, lo que los hacia atractivos a la clase media.

Para 1950, Suecia tenía una carga impositiva por concepto de impuestos de solo el 19% y era uno de los países más ricos del mundo; pero todo esto estaba por cambiar.

La historia que nunca te contaron del modelo escandinavo

Las cosas ya lucían bastante diferente en 1960. Para ese entonces los socialdemócratas ya habían perdido todo pudor y el gasto público ocupaba el 31% del Producto Interno Bruto (PIB). El gasto y el tamaño del Estado se incrementaban continuamente y entre 1960 y 1980 el gasto público llegó a ser el 60% del PIB.

Las consecuencias del gigantismo estatal no se hicieron esperar. Los altos impuestos a los que fue sometido el sector privado, trajeron consigo una reducción del 50% del crecimiento interanual en los años 70 y nuevamente en los 80. La moneda sufrió varias devaluaciones que acumularon hasta un 45% de reducción en su valor y desde 1950 no se crearon más empleos en el sector privado, mientras que el gobierno incrementó su nómina en más de 1 millón de empleos improductivos.

Los sectores que más se vieron afectados por las trabas al crecimiento gestadas entre el gobierno, los sindicatos y la gran industria fueron la pequeña y mediana empresa, lo que trajo como consecuencia una pérdida significativa de la capacidad de innovación en la economía Sueca. Suecia pasó de ser el cuarto país más rico del mundo al puesto 14.

En 1990 el maravilloso Estado de Bienestar instaurado por los socialistas llegó a su fin; la economía no lo podía sustentar y la carga burocrática se había hecho tan grande que el la eficiencia se había perdido. En ese año la población decidió poner fin al gobierno del partido socialdemócrata y se dio paso a una serie de reformas liberales para agilizar el sistema y entre las que se cuentan:

Implementación del sistema de Vouchers para el sistema educativo.
Saneamiento de las cuentas fiscales.
Pago de la deuda pública.
Reducción de la carga tributaria.
Privatización del sistema de pensiones, las telecomunicaciones, los transportes, la infraestructura, la energía y el correo.
Se permitió el acceso de proveedores privados al mercado de la salud.

En resumidas cuentas, el país debió abandonar el fallido Estado de bienestar que tanto pregonan los socialistas.

¿Es Suecia ahora un país libre?

La respuesta a esta pregunta es simple. NO, Suecia no es un país libre; es un país en vías de liberalización, pero aún dista de ser  aquel país que llegó a ser a mediados del siglo XIX.

Aun ocurren ataques contra la libertad en Suecia, como por ejemplo la intención del gobierno de eliminar el dinero en metálico con lo cual todas las transacciones pasarían a la banca digital y se podría hacer seguimiento de todos los movimientos financieros de los ciudadanos.

En otros aspectos, Suecia pasó de ser un país de avanzada feminista a uno donde el femi-nazismo de nueva generación ha impuesto leyes anti-hombre. Para confirmar esto se pueden verificar las leyes que solo reconocen víctimas de violencia domestica si estas son mujeres y otorgan privilegios sobre potestad y reconocimiento de los hijos a mujeres exclusivamente.

En materia de vigilancia, el Estado sueco ha llegado a aprobar leyes como la FRA, que permiten a las agencias de seguridad escuchar y registrar conversaciones de toda la población.

Adicionalmente existe una censura a cualquiera que trate de hablar mal de la inmigración y una campaña en pro de la mezcla con inmigrantes. Si bien lo primero es un acto deleznable en sí mismo, el evitar debatir al respecto podría acarrear como consecuencia que los problemas subyacentes en la mezcla cultural se pasen por alto, nunca se atiendan en realidad y se desencadenen problemas de intolerancia en un futuro.

La censura a cualquier idea, por muy repudiable que esta nos parezca es siempre el peor camino. En cuanto a lo segundo, el querer mezclarse con alguien de una cultura diferente no debería tener nada de malo, pero que esto se convierta en una campaña desde el Estado, toma matices de genocidio mediante reemplazo étnico.

Estos son solo algunos ejemplos de lo que Suecia es hoy en día y de lo mal que puede estar como país. Si bien se ha liberalizado el mercado y esto ocurrió inicialmente desde un gobierno Liberal-conservador pero luego no le quedo de otra al partido Socialdemócrata que seguir ese camino; aún las libertades políticas están coartadas por la mano de la progresía escandinava. Suecia, en algunos aspectos, aún se asemeja a ese mundo tenebroso de 1984 de George Orwells.

¿Y entonces?

Pues fácil pana, Suecia es un país que ha echado adelante a pesar del gobierno, y nunca gracias a él.

¿Y los demás países escandinavos?

Bueno, para serte honesto dedique mi tiempo a Suecia porque es el ejemplo que más se trae a acotación, pero Finlandia y Noruega siguieron caminos similares al sueco, con la única diferencia que jamás aplicaron medidas de corrección a sus economías y ahora pagan las consecuencias; especialmente Noruega que -como Venezuela- casi que depende exclusivamente del petróleo. No nos engañemos, que de seguro están mejor que tú en la República bananera en la que vivas, pero eso se lo deben a la fuerte ética de trabajo protestante de la cual descienden.

¿Y Alemania y el milagro económico de la economía social de mercado?

Si, hago la pregunta antes de que salga algún erudito a preguntar. Y la respondo primero recordando que Alemania no es un país escandinavo, aunque es muy similar; y luego con una conversación entre Ludwig von Erhard -Ministro de Finanzas de Alemania de Post-guerra y padre del Milagro económico alemán- y un coronel americano a cargo del racionamiento de comida a la población civil, que ocurrió cuando Erhard eliminó los tickets de racionamiento.

Coronel: “¿Cómo se atreve usted a relajar el sistema de racionamiento, cuando existe un problema desbocado de falta de comida?”

Erhard: “Pero Sr Coronel. Yo no he relajado el racionamiento. ¡Lo he abolido! Por lo tanto el único ticket de racionamiento será el Marco Alemán. Y la gente tendrá que trabajar duro para conseguirlo, solo espere y verá.”… Y tuvo razón.

Espero que este “breve artículo te haya aclarado el cuento chino ese del milagroso modelo escandinavo.


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