Érase una vez los hombres rebeldes: siglo XX

Versión original: http://revistajohngalt.com/2017/08/21/erase-una-vez-los-hombres-rebeldes-siglo-xx/
Autor: Andrés Ossa

En el año 1922, como consecuencia de la Primera Guerra Mundial y la Revolución bolchevique, las ideas socialistas eran las  más admiradas en los círculos intelectuales europeos. Cosa que asombra, porque para ese mismo año Lenin había decretado “dar tratamiento de aguas residuales” a los intelectuales rusos: ejecuciones, confinamientos, y deportaciones.  Para los bien intencionados socialistas de occidente, estas personas perjudicadas solo eran impertinentes miembros del “Ancien régime”que habían perdido sus privilegios de clase.

En ese ambiente, un joven abogado, economista y veterano de guerra austriaco, Ludwig von Mises, tiene el valor de publicar El Socialismo: análisis económico y sociológico.  Este libro controvierte los fundamentos socialistas, que estaban muy de moda, y demuestra  la imposibilidad de crear el paraíso igualitario sobre la tierra. El motivo: este sistema es ineficiente a la hora de distribuir los factores de producción,  al no poder hacer el cálculo económico,  porque no hay acuerdos libres para determinar los precios que rigen el mercado. Von Mises, fue de esas singulares mentes independientes que se atreven cuestionar las vanguardias intelectuales, especialmente cuando estas están amparadas por buenas intenciones. La historia luego le dio la razón.

El Siglo XX y lo que va corrido de este, tal vez, será recordado por la historia como la época en que las ideas con los fines más nobles cosecharon los peores frutos: los gulag, las terribles hambrunas producto de la colectivización del campo (Rusia,China,), las perpetuas dictaduras comunistas (Cuba,Corea del Norte), y la imbecilidad generalizada de lo políticamente correcto

Otro episodio que describe bien el ejemplo de una mente independiente enfrentado “la intelligentzia” de turno, es la conocida  polémica entre Albert Camus contra  Jean Paul Sartre. El escritor argelino, en una acto de  profundidad moral, publica un ensayo llamado El hombre rebelde, donde desmitifica las revoluciones, sus ejecutores y la justificación de sus crímenes. Al denunciar las atrocidades de Stalin, entre otros, es condenado por Sartre y sus admiradores como un filósofo conformista y sin compromisos políticos. Sus inquisidores no le perdonaron haber dicho que por falta de carácter, muchas personas corren en busca de una doctrina.

Camus no fue el único, en Francia, que se atrevió a pensar fuera de la caja marxista del momento. En el año 1955, Raymon Aron arremete con su obra  El opio de los intelectuales, contra los dogmatismos y la falta de pensamiento crítico del los revolucionarios que defienden ideologías criminales. Aron fue un librepensador que batalló, como profesor, escritor y periodista, las nocivas ideas que animan a un puñado de hombres a sumir a una sociedad en la oscuridad.

Todos estos  genuinos rebeldes nos recuerda lo importante de tener siempre una mente independiente y estar alerta, frente a las proyectos utópicos de redención armados, con nuestras dudas. No sé si por esas coincidencias caprichosas de la historia, Raymon Aron, al morir,  fue enterrado al lado de Sastre. Me gusta pensar  que su tumba es un símbolo de la eterna lucha de la libertad frente al estrabismo de teóricos que creen que están salvando al mundo.
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