VIDAS PARALELAS
Autor: Sebastián Berninetti
Advertencia: Estas Vidas Paralelas no son de Plutarco. En todo caso, pueden ser de Plutócrato. Cualquier semejanza con la realidad, es pura coincidencia.
Esteban tiene 40 años, estudios universitarios completos. Ejerce su profesión liberal, es decir, es autónomo. Como factura en promedio 55 mil denarios al mes, apenas se mantiene dentro del cada vez más acotado Unitributo, en la categoría H, la más alta para personas físicas.
Esteban está casado con María Emilia, de 33, con estudios terciarios pero que trabaja como empleada de comercio. Cobra 15 mil denarios mensuales.
Entre ambos tienen dos hijos, Matías y Agustina, de 8 y 6 años. Aunque ambos trabajan a partir de las 8 hs, han prescindido de una persona que ayude en la casa, porque tal servicio les insumiría al menos 10 mil denarios mensuales, y eso sería "cambiar plata" para María Emilia. Hasta el año pasado, había que agregar la prehora de Agustina en el preescolar. Este año, como empieza la primaria, se verán liberados de ese gasto.
De todos modos, los chicos salen a las 16, y María Emilia termina de trabajar a las 17, así que para contenerlos durante esa hora y media hasta que vuelve a su barrio apela a la solidaridad de otras mamás. (Las gratuidades de que hablan algunos economistas y la Economía no registra como valor).
Pagan 15 mil denarios mensuales en un colegio privado parcialmente subsidiado por el Estado, para no tener que "caer" en la educación pública, tal como observara el Regente de Megalópolis en su discurso anual sobre el tema.
"Caída" que por otra parte comprometería seriamente sus trabajos, debido a los recurrentes paros e imponderables que circunstancian el otrora sueño de los Padres Fundadores.
En el verano, mandan a los chicos a la colonia, en un horario similar al del colegio, por 20 mil denarios mensuales. A eso hay que agregar la matrícula del colegio, que suma otros 20 mil anuales y se puede pagar en cuotas. Asimismo, el plan familiar de la medicina prepaga les demanda otros 12 mil denarios mensuales.
Viven en un departamento en un barrio del oeste de Megalópolis, en un edificio de 30 años, ya con varios achaques. Gastan 6 mil al mes en expensas, aunque este año hay que sumarle 2 mil más de extraordinarias para reparar y pintar el contrafrente.
Tienen un auto modelo 2007 que ya se está poniendo viejo. Con 180.000 km, este año hubo que cambiarle la correa por tercera vez (7 mil), hacerle el cambio de fluidos (5 mil) y ponerle dos neumáticos nuevos adelante (10 mil). El seguro se fue haciendo más barato con la amortización del vehículo, unos mil mensuales, a los que se suman unos 300 denarios de patente y unos mil por combustible semanales. También 2.500 por cochera.
En resumen, Esteban y María Emilia tienen ingresos netos mensuales por 70 mil y gastos fijos mensuales por 49 mil, a los que hay que agregar los 3 mil del Unitributo.
Con los 18 mil restantes tienen que comer 30 días, vestirse y vestir a los chicos que no paran de crecer y cambiar de talles, comprar los útiles escolares y pagar cualquier eventual arreglo de la casa. Ni hablar de encarar actividades extracurriculares. Además de que no les queda tiempo para llevarlos y traerlos, hoy por hoy cualquier club de barrio cobra una cuota mensual de 3 mil denarios por 2 hs semanales de natación, taekwondo o gimnasia artística.
En Megalópolis un matrimonio con dos hijos, departamento y auto propios, con ingresos mensuales netos de 70 mil denarios, llega a cada fin de mes con zozobra, vive al día, no puede pensar en cambiar el auto, en pintar la casa o renovar los muebles o enseres domésticos, en tomarse unos días de vacaciones o en comer afuera.
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Del otro lado, tenemos a Roberto Berazateguy, novel funcionario a cargo de la Coordinación para la Innovación Urbana Sustentable de Megalópolis. Graduado en Márketing en el Instituto Megalopolitano Roosevelt para la Educación en el Siglo XXI.
Siempre ha destacado por sus ideas creativas, por el impacto de sus eslóganes y el colorido de sus propuestas comunicacionales. Con 27 años de edad, está con todo el empuje y la motivación necesarios.
Soltero todavía y viviendo con sus padres, los 70 mil denarios mensuales de su designación con carácter excepcional respecto de los requisitos del sistema de profesión administrativa, le vienen muy bien para desplegar sus ideas, para viajar y traer nuevas referencias comparadas de otras ciudades, para enriquecer su visión de futuro y volcar esa experiencia cosmopolita en la gestión.
La Legislatura de Megalópolis ha votado un generoso presupuesto para que la innovación sea el sello de una ciudad cada vez más moderna, insertada en las mejores tendencias del mundo global. Así que Roberto se aboca varias horas por día con su equipo de jóvenes creativos a pergeñar innovaciones ingeniosas para la ciudad y sus habitantes.
A partir de la idea de las nubes artificiales para que los jugadores no se achicharren bajo el impiadoso sol de la desértica península de Qatar en el insólito Mundial 2022, él ha ideado con su equipo un sistema de aerostatos de helio de vivos colores: lilas, naranjas, celestes o verdes manzana, que anclados en postes de iluminación u otros palenques del mobiliario urbano, brindan, con su forma aplanada y casi rectangular de 10 x 25 metros, sombra sobre calles y veredas.
Con un razonable costo de 5 mil denarios por zepelín, más otros mil por su izado y sujeción, se puede proporcionar al vecino la sombra que la remoción de tantos árboles le viene negando. Con una reposición de cada globo aerostático cada 5 días, la iniciativa implica el empleo de un total de 72 artefactos por cuadra durante los duros meses del verano. Solamente 43 millones de denarios por ensombrecer cien cuadras del microcentro y otras áreas de gran circulación. No sólo en beneficio del peatón, sino de los propios automovilistas que encuentran un alivio en las esperas de los semáforos y embotellamientos.
Automovilistas como Esteban, que está en su sedán 2007 clavado en medio del tránsito vespertino, avanzando tortuosamente con los chicos que fue a buscar a la colonia, pensando en cómo saldar los 20 mil denarios que le demanda esa actividad recreativa, los 1.200 de los trajes de baño, los 700 de las ojotas y los litros de combustible de los traslados, luego de haber transpirado largas horas en su trabajo cotidiano de autónomo sin aguinaldo ni estabilidad ni vacaciones pagas ni sindicato.
¿Quién puede negar el beneficio que para todos los megalopolitanos significa la sombra pública? ¿Quién puede dudar de que Esteban, más allá de sus aprietos económicos de insensato padre de familia de clase media, se siente un poquito mejor bajo la sombra de un aerostato de brillante color rosa con la leyenda "Megalópolis piensa en vos"?
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