PERO SÓLO LOS HOMBRES ACOSAN

El despido de una feminista por acoso sexual provoca histeria en el feminismo izquierdista



Hace unos días se conoció el despido de la profesora Avital Ronell, una renombrada feminista y declarada lesbiana, al acreditarse las evidencias de que acosó sexualmente a un antiguo alumno, Nimrod Reitman, que se declara homosexual. Según el diario progresista The New York Times, tras una investigación de once meses tras la denuncia presentada por el alumno, la Universidad concluyó probada la acusación de acoso sexual, ya que el denunciante aportó decenas de correos electrónicos que respaldaban esa acusación. Estamos ante un caso similar a los conocidos en Estados Unidos en torno al movimiento “Me Too”, que ha generado numerosas acusaciones de acoso sexual contra conocidos miembros del mundo del espectáculo. Sin embargo, hay una diferencia fundamental entre la mayoría de esos casos y el de Ronell: ahora, además del testimonio del denunciante, hay pruebas que respaldan la acusación.


Eminentes feministas apelan al “prestigio internacional” de la acusada
El acoso sexual es un delito y se trata, además, de una práctica que está siendo fuertemente perseguida en instituciones y empresas. Ante la existencia de pruebas, este caso no debería generar ninguna duda, pero la militancia feminista de la acusada ha llevado a muchos a salir, en este caso, en defensa de la acosadora. El pasado mes de junio, cuando aún estaba pendiente de conocerse la decisión de la universidad, decenas de profesores de varios países -incluyendo eminentes feministas como Judith Butler, Joan Wallach Scott, Emily Apter y Catharine R. Stimpson- salieron en defensa de Ronell, mediante la publicación de una carta apelando a “su prestigio internacional y reputación” y afirmando la existencia de una “campaña malintencionada”. En esa misiva no se limitaban a pedir la absolución de la acusada, sino que incluso rechazaban la posibilidad de que se le sometiese a juicio. Además, y a pesar de reconocer que sus autores no han tenido acceso al expediente del caso, al ser confidencial, afirmaban: Sostenemos que las acusaciones contra ella no constituyen evidencia real, sino que respaldan la opinión de que la intención maliciosa ha animado y sostenido esta pesadilla legal”.


Este caso está dejando en entredicho al feminismo izquierdista, pues los argumentos manejados en defensa de esa profesora son los mismos que otros manejaron en defensa de hombres famosos y poderosos que fueron acusados de acoso sin pruebas. Esos argumentos son del todo insostenibles ahora que el caso de acoso ha sido debidamente probado. De hecho, hay otra coincidencia entre este caso y los del movimiento “Me Too”: Reitman dijo tener miedo de su profesora y el poder que tenía sobre él, de tal forma que en muchas ocasiones aceptó conductas que le hicieron sentirse violado. Recordemos que según la ideología de género, hombres y mujeres forman parte de una relación de dominación en la que ellos son los opresores y ellas las oprimidas. Feministas radicales como Shulamit Firestone se inspiraron en la tesis marxista de la lucha de clases para formular esta teoría que podríamos denominar “lucha de sexos”. Sin embargo, el acoso de Ronell demuestra que también hay casos en los que la mujer es la opresora y el hombre el oprimido: una dimensión de la realidad que el feminismo izquierdista no está dispuesto a aceptar. Y es que la izquierda viene demostrando que si la realidad contradice sus tesis, en vez de cambiarlas lo que hacen es negar la realidad: una forma intelectualmente perversa de defender una ideología y un camino que conduce inevitablemente al fanatismo.

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