NUEZ DE NOGAL
Autor: Marcelo Posada (@mgposada)
La producción de nuez de nogal se inserta en
un contexto internacional similar, en alguna medida, a la de arroz: los
principales países productores son, a su vez, grandes consumidores, con lo cual
el mercado internacional es relativamente pequeño, sin precios de referencia, y
con irregularidades pronunciadas en la oferta y la demanda.
En este escenario, la producción argentina de
nuez de nogal es marginal en cuanto al volumen producido (el 0,6% del total
mundial) y es prácticamente insignificante en relación al comercio
internacional de nueces de nogal. No obstante esto, al interior de nuestro
país, la nogalicultura es una actividad relevante a nivel local en algunas
provincias, pese a su relativo atraso en cuanto a sus niveles productivos, respecto
de los países líderes en la actividad.
La producción nogalera en el territorio
argentino se remonta a los inicios de la llegada española, implantándose
nogales traídos de Europa, fundamentalmente en lo que hoy es el Noroeste
argentino. Esos nogales se fueron adaptando a las condiciones agroecológicas
locales y fueron definiendo lo que hoy se conoce como nogal criollo. Planta
resistente a las condiciones ambientales locales, pero de baja productividad y
elevada irregularidad en los ciclos productivos y en la calidad del fruto
obtenido.
En la Argentina conviven dos sistemas de
producción nogalera; por un lado, la producción tradicional, de pequeña escala,
baja productividad, inserción comercial débil, y rentabilidad reducida, y por
el otro, la producción moderna, con elevada inversión por unidad de superficie,
mayor productividad, comercialmente orientada a la exportación y con mayor
rentabilidad.
Nogales en Catamarca. |
Si bien la estadística productiva nogalera en Argentina es, como en muchas otras producciones, débil y fragmentaria, distintas fuentes oficiales estiman que la superficie implantada con nogales roza las
Catamarca, Mendoza y La Rioja explican, entre las tres, el 83% de la
superficie nogalera total y el 84% de la producción, con diferencias internas,
en tanto que Catamarca (con la mayor superficie y producción) posee un
rendimiento por unidad de superficie menor a las otras dos provincias, y
también por debajo del promedio nacional (1 tn/ha). Con el mayor rinde
nacional, pero con menos del 8% del total de la superficie se ubica San Juan y
la quinta provincia en importancia es Río Negro, con un rinde promedio de la
mitad del nacional, el 3,6% de la superficie y el 2% de la producción.
Entre las cinco provincias mencionadas se
concentra el 94% de la superficie nogalera y el 97% de la producción. Y al
interior de ese conjunto de provincias se estructuran los dos sistemas
productivos antes mencionados.
Con diferencias entre las provincias, en
general los productores tradicionales mantienen plantaciones de nogales con
baja densidad de árboles por unidad de superficie, en general de la variedad
criolla, con baja productividad y rudimentario manejo técnico. Llegan a una
productividad de entre 0,6 y 0,9 tn/ha., si bien en el subsector tradicional
que efectuó un recambio varietal parcial, esos rendimientos son algo mayores.
En general, se estima que el 50% de las
plantaciones nogaleras argentinas siguen siendo de la variedad criolla,
mientras que un 30% han realizado una renovación de las plantaciones a partir
de injertos de variedades californianas sobre pie criollo. Finalmente, se
considera que el 20% del total de las plantaciones nogaleras fueron realizadas
directamente con variedades californianas, de mayor productividad, pero que
exigen un mayor costo intelectual y monetario para el correcto manejo de la
plantación y la obtención de los rendimientos que potencialmente arrojan tales
variedades. [2]
Esas plantaciones nuevas (realizadas a partir
de la década de 1990, fundamentalmente) se corresponden con el sistema
productivo empresarial moderno. En él, la escala de trabajo es más grande, con
mayor densidad de plantación y mayor productividad (en San Juan, por ejemplo,
estas plantaciones rinden un 30% más que el promedio nacional). A diferencia
del sistema tradicional, el empresarial realiza cuantiosas inversiones
(variedades, sistematización del suelo para riego, sistemas de ferti-irrigación
presurizada, control químico y mecánico de malezas, etc.), operando con mano de
obra asalariada, mientras las unidades tradicionales trabajan fundamentalmente
con mano de obra familiar y, en ocasiones, asalariados temporarios. Los
rendimientos de estas plantaciones empresariales triplican al promedio
nacional, permitiendo entrever el potencial productivo que encierra la
actividad al encarársela con planteamientos modernos.
En el desarrollo de esta nogalicultura
empresarial influyó la política de diferimientos impositivos que se implementó
en el país a partir de la década de 1970. Así, a través de la Ley 22.021,
Catamarca y La Rioja comenzaron a recibir inversiones que requerían un cierto tiempo de maduración,
para lo cual el diferimiento ofrecía una ventaja financiera notable. Por la Ley
22.973 ese beneficio también se amplió a San Juan. [3] Dado
una plantación de nogales demora en ponerse en régimen productivo alrededor de
cinco años y recién alcanza su máxima productividad a partir del décimo tercer
año, diferir impuestos a lo largo de quince años fue una ventaja importante para
impulsar estas inversiones. Al mismo tiempo, pero ya en los primeros años del
siglo XXI, en Mendoza comenzó un proceso de expansión nogalera, siempre de
tinte empresarial, iniciado con la reconversión viñatera hacia la nogalicultura
(donde las condiciones agroecológicas así lo permitieran).
La producción nogalera se comercializa bajo
dos formas principales, la nuez con cáscara y la nuez sin cáscara, a su vez, de
acuerdo al sistema de producción de donde provengan las nueces, se identifican
distintas modalidades de comercialización, una atomizada, irregular y
mayormente informal, y otra concentrada, estandarizada y formal.
La producción originada en las explotaciones
tradicionales se suele comercializar en las fincas “al barrer” (luego de la
cosecha y con un simple secado natural del fruto), siendo adquirida por
acopiadores locales que la terminan de acondicionar y colocan en los mercados
cercanos, o bien la venden, a su vez, a acopiadores de mayor escala de
operaciones que la acondicionan y remiten a los grandes centros de consumo.
Asimismo, los productores tradicionales que obtienen pequeñas cantidades de
nueces, suelen venderlo en su mismo establecimiento, sin mayor agregado de
valor. Se trata en general de producciones de irregular calidad, proveniente de
variedades criollas. Estas nueces presentan heterogeneidad de tamaño y suelen
estar afectadas negativamente en su color, sabor y forma y tamaño de la
mariposa interior, por lo cual se la suele comercializar como nuez sin cáscara,
cuyo destino principal es el procesamiento industrial.
Las unidades productivas empresariales, por su
parte, ofertan al mercado nueces de variedades californianas (Chandler, Howard
y Tulare, principalmente), con atributos de calidad mejor posicionados y que se
destinan a la comercialización con cáscara. Estas empresas operan en el mercado
formal, vendiendo a intermediarios o bien en forma directa (luego de realizar
internamente las tareas de clasificación, análisis y empaque) a las empresas de
distribución de frutos secos o bien a las cadenas de supermercados, del mismo
modo que también operan en el mercado exterior, en la reducida participación
que tiene Argentina en el mismo.
Del total de la producción nacional, el 85% se
destina al mercado interno y el 15% a la exportación. El consumo per cápita
argentino es de alrededor de 220 gr/hab/año [4], por
lo cual la producción local lo abastece adecuadamente (salvo importaciones
puntuales para abastecimiento de alguna demanda industrial), restando un saldo
que vuelca al mercado internacional. El destino principal de las exportaciones
argentinas de nueces es Italia, que concentra el 84% de los envíos, siguiendo
en importancia Turquía (con el 9%) y Brasil (con el 5%).
El mercado mundial de la nuez de nogal está
hegemonizado por Estados Unidos que es el segundo productor pero primer
exportador, mientras que China es el primer productor pero destina la mayor
parte de su producción al mercado interno. Otros jugadores fuertes en el
mercado mundial de nuez de nogal son Francia, México y Chile. Este último caso
es interesante de observar: con áreas productivas en latitud similar a las
argentinas, ofertando en contraestación –igual que Argentina-, y con un proceso
de recambio varietal iniciado a fines de la década de 1980, casi contemporáneo
con el experimentado parcialmente en Argentina, logró incrementar sus
rendimiento al doble que Argentina, superar en un 50% a la producción nacional
(representando el 1% del total mundial) y ubicarse –en promedio en los últimos
años- entre los primeros cuatro exportadores mundiales de nuez de nogal, con
alrededor del 10% del total.
Además, las nueces chilenas reciben los más
altos sobreprecios, respecto del precio medio mundial, debido a la calidad de
las mismas, expresando ahí el resultado del proceso de reconversión,
tecnificación y manejo que viene realizando la nogalicultura chilena. Chile
exporta el 96% de su producción (y tiene un consumo interno levemente superior
al argentino), mientras que Argentina, como se señaló, solo exporta el 15%. [5]
Las exportaciones chilenas son competidoras
directas de las argentinas, puesto que se orientan hacia la Unión Europea,
principalmente Italia, que es el lugar donde confluye el grueso de las
exportaciones argentinas. Sin embargo, mientras –según se indicó más arriba- Argentina
coloca en Italia el 84% de sus exportaciones, Chile solo lo hace en un 30%,
puesto que su estrategia es la de diversificar mercados, eludiendo así riesgos
derivados de dicha concentración.
La trayectoria divergente entre la
nogalicultura chilena y la argentina puede adjudicarse a diversas causales: la
estabilidad macroeconómica, la persistencia de un marco normativo estimulante a
las inversiones y a la producción, una presión impositiva no paralizante, etc.
Sin restar importancia a esas causas, ni mucho menos, es importante remarcar
que una gran diferencia entre ambos países es el nivel de organización del
tejido productivo nogalero.
En Argentina, la fragilidad organizativa del
sector es uno de los aspectos más relevantes que afectan su productividad y
rentabilidad. El irregular y fragmentario acceso al financiamiento productivo,
los mecanismos de comercialización poco eficientes (y en muchos casos por fuera
del marco normativo vigente), y el constante cambio en las reglas del juego
económico configuran un perfil productivo débil, orientado mayormente al abasto
interno, con bajas inversiones en mejoras productivas que redunden en menores
costos y mayor calidad del producto final, que permitan colocar
competitivamente la producción en el mercado internacional. Al mismo tiempo,
las reducidas (más allá de crecientes a lo largo del presente siglo)
exportaciones que realiza el país, se sustentan en acciones individuales de
algunas empresas puntuales que desenvuelven su actividad con una estrategia
moderna y competitiva, en la medida que la macroeconomía nacional así lo
permite.
Nogales en Valle de Uco, Mendoza. |
En contrapartida, en Chile el sector nogalero
se ha estructurado pivoteando sobre dos ejes: la estabilidad macroeconómica que
fomenta las inversiones productivas de mediano y largo plazo de madurez, y la
organización intrasectorial que comprende desde los agentes de la etapa
primaria (los productores nogaleros) hasta los agentes de la exportación,
pasando por la industria de acondicionamiento de nueces de nogal. A partir de
2002 se organiza la Asociación de Productores y Exportadores de Nueces de
Chile, Chilenut, [6] la cual representa los intereses de todos los asociados ante organismos,
instituciones y entidades públicas o privadas, nacionales e internacionales. Su
objetivo es la promoción y difusión de las producción y exportación de nueces
de Chile, incentivando la adopción y certificación de Buenas Prácticas
Agrícolas, junto con fomentar y desarrollar acciones de mejoramiento logístico
de las exportaciones, producción inocua y sana de las nueces chilenas, y el
cumplimiento de parámetros y controles de calidad óptimos, a la par de
contribuir con herramientas que facilitan los canales de comercialización del
producto y la defensa del patrimonio fitosanitario chileno.
Chilenut se organiza a modelo y semejanza de
The California Walnut Commission, fundada en 1987 sobre la base de la
preexistente California Walnut Board, [7] nacida en 1948, con la finalidad de representar a los productores primarios e
industriales y exportadores de nueces de ese estado de Estados Unidos que,
recordemos, es el primer exportador mundial de nueces.
El mercado mundial de la nuez, con las
características que antes se mencionaron, es un mercado creciente en su demanda
a lo largo de las dos últimas décadas, permitiendo que los productores más
eficientes y competitivos puedan encontrar un nicho en el cual posicionarse,
tal como hizo Chile.
Argentina expone una perfomance nogalera muy
por debajo de su potencial agroecológico y tecnológico, aún cuando incremente
la superficie implantada con las variedades de nueces californianas. Nuestro
país enfrenta una gran brecha de productividad y calidad que la separa de los
países competidores, como es el caso de Chile. Dicha brecha debe enfrentarse
con inversiones productivas genuinas, estimuladas por señales macroeconómicas
claras y estables, y por un contexto impositivo y financiero que no desestimule
inmovilizar capital a mediano y largo plazo. Pero también, aquella brecha solo
puede ser zanjada por la organización del sector, al estilo californiano y
chileno.
Las estrategias empresariales individuales de
obtener ventajas financieras por diferimientos impositivos, o la política
pública de apoyo a los pequeños productores a través de subsidios y dádivas de
instalaciones y maquinarias de distinto tipo, aún bajo la pátina de estar
fortaleciendo “clusters”,[8] no
conducen a la construcción de un sector nogalero sólido. Podrán resultar
beneficiosos para algunas empresas puntualmente, o para grupos de pequeños
productores que subsisten en base a aceptar pasivamente los subsidios y aportes
que le entrega el Estado, pero no para el sector en su conjunto.
Construir un sector nogalero fuerte y
competitivo requiere de iniciativas individuales y de organización colectiva,
en un contexto de estabilidad macroeconómica y de estímulo público no invasivo
a la inversión privada. El ejemplo chileno marca el camino a seguir.
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[1]Algunas
fuentes, también oficiales, elevan la superficie nogalera a casi 17.000 ha . y la
producción a prácticamente 17.000 tn. Cfr. http://cfi.org.ar/wp-content/uploads/2015/05/produccion-de-nueces-en-argentina-y-catamarca-colica-juan-jose.pdf
[3] http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/30000-34999/32191/norma.htm
y http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/25000-29999/28198/norma.htm
[4] Tómese
como comparación de la magnitud del consumo per capital que en España el mismo
es de 680 gr/hab/año, si bien el promedio mundial es la mitad del argentino.
[8] Cfr.
por ejemplo las acciones del Ministerio de Agroindustria a través del apoyo a
los “clusters” nogaleros de La Rioja y de Río Negro. http://visorcompetitividad.ucar.gov.ar/cluster-nogalero-de-la-rioja; http://www.ucar.gob.ar/index.php/biblioteca-multimedia/buscar-publicaciones/24-documentos/399-plan-de-mejora-competitiva-cluster-de-frutos-secos-de-rio-negro