SENASA Y LA BRUCELOSIS
Autor: Marcelo Posada (@mgposada)
Hace más de un año escribí sobre el SENASA.
Una nueva vuelta de tuerca:
Texto:
Tiempo atrás, gracias a la amabilidad de @RestaurARG, publiqué un breve texto sobre la necesidad de reformular la política de sanidad vegetal, animal y alimentaria que está en cabeza del SENASA.
http://restaurarg.blogspot.com/2017/12/senasa.html
No se plantea la desaparición sin más de ese organismo, sino que primero debe emprenderse un proceso de redefinición conceptual acerca de qué política sanitaria de ese estilo es necesaria, y qué tipo de organismo para implementar dicha política.
Como siempre, en Argentina se hace gatopardismo: modificar algo para que nada cambie. La gestión cambiemita en SENASA echó a varios ñoquis, retocó el organigrama, hizo alarde de ordenamiento de normativa, y listo. Pero de fondo, nada.
La inercia burocrática que arrastra el SENASA no ha sido modificada, y aún más, se la complejizó al tender lazos de control fiscal con la AFIP. El Servicio se tornó, en la práctica, en un agente de control impositivo, al servicio de la recaudación de AFIP.
Y entre tanto, la inercia sigue, la superposición de capas geológicas de decisiones y normas continúa. Quizás haya que reconocerle a la actual gestión del SENASA que está en plena sintonía con la gestión del ex Ministerio de Agroindustria, hoy apéndice dantesco… La nada misma.
Hoy, en el B.O. se expuso esa inercia mencionada. Se oficializa el Plan Nacional de Erradicación y Control de la Brucelosis Bovina. Un plan tan federal que deja que cada provincia haga lo que quiera…
Argumentará el SENASA que el Plan es un paraguas bajo el cual cada provincia deberá adecuar su normativa respecto de esa enfermedad, y que el Servicio “evaluará” tal adecuación.
En aras de la eficacia y eficiencia, resultaría mucho más práctico y mejor haber coordinado y consensuado con el conjunto de provincias qué implicaría el Plan, qué requisitos se estipularían y cómo se controlarían.
Nada especial, como se observa. Solo un mínimo trabajo de coordinación y consenso. Claro que eso lleva tiempo y trabajo, y quizás no pueden mostrarse resultados rápidamente, entendiendo por resultado a publicar en el B.O. la enunciación del Plan…
Quien paga las consecuencias de este tipo de acciones descoordinadas x parte del SENASA es el productor. Cuando deba mover hacienda de una jurisdicción a otra, deberá cumplimentar requisitos y papelería distinta, según las modalidades que cada provincia decida, más allá que haya sido “aprobada” por el SENASA.
Esa cumplimentación de requisitos burocráticos son costos para el productor, y a la vez, son justificaciones para la existencia de oficinas y dependencias públicas… La burocracia se retroalimenta y preserva.
Este Plan Nacional es una entelequia que depende de las decisiones provinciales, aunque sean “concordantes en esencia” con los contenidos de ese Plan. Pero esa concordancia no implica homogeneidad burocrática.
Una vez más, y como siempre, la inercia burocrática del SENASA se impone sobre la racionalidad organizativa, sobre la eficacia y la eficiencia, y hace descansar su peso sobre el productor, que es quien paga los costos.