OJOS CELESTES

Sus palabras no se esconden detrás de la absurda corrección política

Autor: Juan Martín Perkins  



Sin distraerme de la paz y firmeza de su rostro, ni de la luz clara y la chispa de sus ojazos celestes, la veo plantada en las puertas de la fábrica.

Sobre el palco improvisado flamean las banderas argentina y española, testigos de tantos años de emprendedurismo y tradición familiar.


Pienso en lo que esta mujer representa en medio de un ámbito masculino que la ha subestimado. Pura empatía con su propia naturaleza, ella sabe ponerse en su lugar. 


Allí parada espera con la mirada enérgica al frente, sin lloriqueos ni victimizaciones.

Cuando nos dirige la palabra, lo hace fuerte y claro, sin eufemismos. Sin complejo de culpa de empresaria rica y vergonzante, como es tan común en nuestra sociedad hipócrita.


Sus palabras no se esconden detrás de la absurda corrección política.


Explica que sabe que sola no puede, pero que dará pelea hasta el final a pesar de todo.


Empleados, productores, remitentes, proveedores, clientes, pueblo de Moctezuma, mucha gente escucha con atención su discurso tranquilo, pero firme, sentido y lleno de conceptos muy poco usuales, en estos tiempos de tanta idiotez y cobardía.


Le agradecen atenerse a la legalidad y otra serie de buenismos y correcciones políticas. 


Así de sola está Alejandra cuando se trata de llamar a las cosas por su nombre en la defensa de la libertad, la propiedad privada y su derecho como empresaria y emprendedora.


Alejandra es una aguja en el pajar de un ambiente cobarde donde se le reconoce el derecho a la propiedad privada para usar, gozar y disponer de sus bienes, porque la propiedad es inviolable…  pero violable, porque un mafioso impune puede secuestrarla casi un año.


La felicitan por atenerse a la legalidad, mientras el estado de derecho desaparece y ella sabe muy bien que en un país cobarde, nadie tiene más derechos que los que sea capaz de defender con su cuerpo, patrimonio y salud personal.


Por eso ella está ahí, acompañada pero sola, porque cuando terminan los discursos, se apagan los micrófonos y se guardan las cámaras, todos se van y ella se queda mirando de frente al piquete de ATILRA que le toma de rehén su fábrica.


Creyeron que sería fácil hacerle morder el polvo, pero no la vieron venir.


Alejandra sabe quien és, sabe de dónde viene y hacia adonde quiere ir. 


No tiene conflicto de identidad, ni culpa ni vergüenza por ser quien es con su raíz, su pasado, arraigo y orgullo de ser.


Tiene Patria y familia… no es un hueso fácil de roer ni siquiera presa de un clan mafioso.


Hace casi un año, en el piquete de la puerta de la fábrica, el jefe de la seccional Trenque Lauquen de ATILRA dijo muy suelto de cuerpo que “a esta loca la vamos a quebrar, va a joder un poco, pero va a tener que poner la plata o va a perder la fábrica”....


Cuando llegué a Moctezuma para el abrazo solidario a Lácteos Vidal, un policía me atajó en el acceso y me invitó a tomar un desvío para evitar provocar a los “muchachos”.


No acepté la sugerencia de la policía, sentí que el abrazo solidario incluía también el ser directos y frontales como Alejandra.


Sin provocar, ejercí mi derecho de recorrer el acceso principal y el pueblo, hasta la fábrica.


Entré y salí lentamente sosteniendo la mirada como Alejandra…  y me sentí muy bien por comprobar que algo está cambiando en una Argentina que intenta dejar atrás su pasado de ciudadanía eunuca. 


La rural de Pehuajó brilló por su ausencia, lástima, pero fue muy bueno ver que hay algunas locas y locos como Alejandra, que se podrán torcer un poco, pero que no se quiebran…  y siempre estarán dispuestos a dejar todo en el intento.


Aguante Alejandra, no estás sola, somos muchos y cada vez más.


Juan Martin Perkins


Agradecemos la difusión del presente artículo:  

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