EL SEÑOR 1


Además de su condición de crack fue un SEÑOR, un hombre del interior, de campo y con palabra de ruralidad, padre de familia y buen amigo que levantó la vara para todos los argentinos.

Autor: Juan Martín Perkins  


Hoy dedico la columna a un SEÑOR. No puedo evitarlo porque tuve el privilegio de conocerlo y siento el compromiso de difundir su característica más sobresaliente y menos conocida. 

Estamos sentados en el living de la casa de “La Bestia”. 


En la casa de La Feliza con Z, con Lucky y Ale, ex pehuajenses, mirando un libro gigante con los artículos y las fotos de las hazañas deportivas de JuanCa. 


El 1 se ha ido, pero su espíritu todavía ronda entre nosotros y las cosas. 


Está sobre la chimenea, en esos caballitos de fierro, que Zuzan con Z, le metió de prepo en la valija al regreso de Sotogrande; o en el Olimpia de Oro del año en que le ganaron 20 a 6 a Santa Ana en la final del Abierto de Palermo, la Catedral del Polo mundial.


Pocas cosas sobrevivieron al incendio y los ladrones, pero a él no le importó, porque a su humildad no le eran necesarias…  Eso fue lo que lo hizo tan especial.


Tras el amplio ventanal, una llama pastorea despreocupadamente en los límites del parque. Más atrás, las vaquillonas Hereford que quedaron para la reposición, completan el cuadro.

El verdor y la fortaleza de los trigos acusan los 50 milímetros que cayeron anoche en los campos de Coronel Suárez, pero hasta el trigo tiene la tristeza de la ausencia. 


La vida continúa y aunque el 1 se haya ido, La Feliza lo honra… ya en tiempos de Lucrecia y de Marina.


Todo en derredor, la casa, el perro, la gallina que picotea bajo el árbol, los toros en el piquete, los caballos más allá, el canto de los pájaros, la paz y todo el equilibrio en la estética natural de La Feliza, me zuzurran con Z al oído recordandome que tan perfecto fue el gran señor que vivió y partió en el día del maestro.


Su materia fue la caballerosidad de la humildad y su legado es el ejemplo de su conducta.

Podría llenar mil carillas con datos estadísticos de sus récords y hazañas deportivas dentro de la cancha, pero ese no es el tema hoy y esas carillas ya están escritas e ilustradas por el periodismo. 


Yo quiero decir que además de su condición de crack fue un SEÑOR, un hombre del interior, de campo y con palabra de ruralidad, padre de familia y buen amigo que levantó la vara para todos los argentinos que tuvimos el privilegio de conocerlo. Eso lo hizo ser el 1.


Su testimonio más fuerte fue, precisamente no marearse con los vahos del éxito y la fama, no perder la noción de lo importante ante Sultanes petrolíferos multimillonarios, presidentes, reyes, príncipes y demás celebridades de abrazo fácil con el ídolo famoso.


Siempre primó su equilibrio, humildad y señorío… y siempre volvió a sus pagos de Suárez, a la paz de La Feliza con Z, con su familia, sus amigos, sus caballos y su perro.


Parafraseando a Adolfo Cambiaso: “Se fue el 1. Gracias por lo que dejaste”.


Gracias crack de la vida, por tu testimonio y ejemplo, por tu hija Lucrecia que nos honra con su amistad y se te parece tanto en nobleza y humildad.


Seguro ya estás con tu Zuzan, con Fangio, De Vicenzo y Teresa de Calcuta comiendo un asado como si nada… 


La Feliza te extraña, nosotros también,


¡¡Hasta siempre!!



Juan Martín Perkins




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