TUPAC AMARU AGRO-BIO-INDUSTRIAL


La agenda ambientalista servil con el verdugo.


Autor: Juan Martín Perkins  


"Nosotros somos buenos, nosotros somos buenos, buenos".

Así cantaba la Tupac Amaru de Milagro Sala cuando Lanata le corría el velo de la mentira.


Las dirigencias de todos los sectores económicos saben de la eficacia de la comunicación y se auto elogian al estilo de Milagro Sala. A mi me encanta correr el velo. 


El sector agro-bioindustrial, como le gusta llamarse en trabalenguas progre, no es la excepción; es por eso que antes de saludar, te chapean con los empleos que brindan.


Dejan claro que creen que es más importante parecer que ser.


En todas las actividades se canta “nosotros somos buenos”, porque existe culpa y vergüenza cultural por progresar y enriquecerse.


Saben que se presume que, “furtivamente”, de alguna teta estatal habrán mamado.


Casi no existe quien expresa el orgullo por triunfar y es una deshonra ser millonario.


La política hizo grandes estragos, pero las dirigencias empresariales, gremiales sindicales, periodísticas, educativas, etc, hicieron su gran contribución.


Años de vociferar que la soja es un yuyo; que los productores de los piquetes de la abundancia son angurrientos; que las retenciones son una herramienta “válida” de política económica; que el estado regula en tu beneficio y demás frases del relato pareciera que “NOS HAN CONVENCIDO”.


En la inauguración del Centro Logístico de Distribución de insumos agropecuarios de Pehuajó pudimos presenciar una cabal manifestación de “la modernidad”, donde la nueva agenda se expresó con toda su potencia. “Nosotros somos buenos”.


Una amiga mandó a la red de productores una foto de Lartirigoyen y Zurro sonrientes.


En chiste le contesté que los que nos venden los bolsones y nos cambian el grano por dinero falso, son mucho más vivos que los que sembramos. No le hizo gracia.


No pude explicarle a mi amiga las videoconferencias ni la foto agradeciendo al verdugo.


Le conté que unos señores dijeron que el producto es lo de menos porque es un commodity genérico, que el precio tampoco importa porque 10 para arriba o 10 para abajo, ¿a quién le importa? Tampoco le hizo gracia a mi amiga.


Le conté que la conclusión del maestro ciruelas fue: “Lo único que importa es el servicio sustentable con buenas prácticas amigables con el ambiente”. Mi amiga se enojó. 


No pude explicar una foto inexplicable, pero sí el significado de resiliencia como la capacidad para afrontar circunstancias traumáticas como un accidente, la inundación, la seca, o un gobierno injusto, mentiroso e hiper ladrón. 


Capacidad de resiliencia es lo que tiene la ruralidad productiva de todo el interior argentino para aguantar el saqueo tan discriminatorio e injusto al que lo someten los verdugos que adulan los dirigentes.


El sentimiento rural y familiar, la pasión por lo que hacemos, nuestra simbiosis con la naturaleza, nuestra capacidad de resiliencia nos abrazan a mi amiga vaquera. 


Ella tiene una visión de la vida en el campo como la del estoico John Dutton.


Ella sabe bien que lo que hacemos no se disfruta hoy ni mañana. Sabe qué es lo que alimentó a cada árbol que crece en su campo, porque vio cuando lo plantó su abuelo.


Ella tiene a sus ancestros enterrados tras la capilla que construyó con su marido y donde juntos descansarán cuando sea el tiempo de los hijos. 


Ella sabe que sólo debe pedir al Señor la lluvia necesaria, pero especialmente sabe, que con su marido deben hacer todo el resto para que tal vez, solo tal vez, la tierra permanezca con sus hijos cuando ella esté enterrada en la capilla de “Las Oscuras”.


¿Cómo hago para explicarle una foto y la agenda ambientalista servil con el verdugo que pretende enseñarle a ser amigable con el ambiente?


Un amigo me avivó: “Todo es por plata, el verso sustentable es un gigantesco negocio”.


Juan Martín Perkins



Agradecemos la difusión del presente artículo:  

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