SOL DE MELIQUINA
Autor: Juan Martín Perkins
Antoine de Saint Exupéry le hizo decir a su Principito que “lo esencial es invisible a los ojos” y es muy cierto para el común de los mortales… pero a mí, Dios me otorgó un talento especial para explorar en la esencialidad de algunos objetos y personas, sobre todo las de alma bella y transparente.
Somos un país cada vez más urbano, con gran mayoría de gente presa de las modas producto de su escasa personalidad, pero el campo y el gaucho del interior son una excepción y mi especialidad.
Soy experto en gauchaje de alma gaucha de esa que no se corresponde con una sola raza, cuna o clase social … y disfruto mucho recorriendo mi patria por la inmensidad de sus pagos patagónicos.
Sol es la misma de siempre, tal vez más bella y atenta aún que hace dos años, cuando me prestó un libro de su biblioteca bajo mi promesa de volver por Meliquina a devolverlo.
Aquí estoy de regreso, apenas pasado el puente sobre el nacimiento del río Meliquina, en el restorán de Sol.
Sale de la cocina refregando las manos en el delantal que acaba de quitarse y entra en el salón acomodando su pelo rubio entre canoso con los dedos, me ve libro en mano y sonríe con todo el cuerpo.
No sé si me recuerda, pero sus modales aristocráticos me hacen sentir la calidez y cercanía de su alegría auténtica. Recibe el libro, pondera la calidad de mi palabra empeñada y resalta que no esperaba otra cosa de mi.
Con cuatro o cinco oraciones ya me hace sentir su amigo con ganas de probar todos los manjares que viene preparando desde el invierno. Ahí son duros los inviernos, fríos y solitarios. Tiempos de caza para faenar y hacer la factura de Jabalí, los jamones de Siervo, todos los escabeches de conejo y liebre.
Cuelgan de la pared algunos mapas cordilleranos con referencias del lugar y fotos históricas de habitantes originarios. Cabe destacar la presencia del gran Cacique Tehuelche Inacayal como patrón de la zona y gran amigo del Perito Moreno.
Y cabe destacar más aún la ausencia del invasor mapuche chileno Sayhueque, lo cual tiene una significancia comprensible sólo para entendidos en historia.
Menú simple en un marco exquisito y servido como para reyes… y todos sabemos que lo sencillo, bien preparado con ingredientes nobles y manos amorosas, es doblemente rico.
En el caso de “El Refugio” de Sol y Cristóbal, la perfección tiene aún un valor agregado más, cuando pedís la cuenta y llega el momento de pagar, te enterás de que no tienen forma de aceptar ninguna tarjeta de débito ni crédito ya que no tienen medios electrónicos ni servicios de internet.
El atractivo de la estética del lugar es completo, Sol Y Cristóbal viven como Inacayal.
Con humildad, luego de servirte, te piden disculpas por no poder cobrarte si no tienes efectivo y te dan un alias para que realices el pago cuando puedas…
Patagonia siglo 21.
Si sos porteño no saldrás del asombro y se te caerá la mandíbula de la sorpresa cuando te digan que no te angusties y pagues cuando te quede cómodo durante el viaje.
Sol cree que hay que confiar en la gente. “Todos merecemos una oportunidad para confiar y creer en nosotros”.
Si conocieras a Sol, entenderías que la frase del Principito sobre el verdadero valor de las cosas no es infalible, a ella se le puede ver de lejos lo esencial.
Ojalá como país compartiéramos su filosofía y nos diéramos una oportunidad.
¡Feliz año nuevo!
Juan Martín Perkins.
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