DESDE EL SOFÁ, NO
Deshonestidad intelectual, mentira, calumnia, sordidez, chabacanería.
Autor: Juan Martín Perkins
Se habla poco y mal de Sarmiento, es porque la reforma educativa progre y permanente del relato, lo tiene atragantado.
Hoy 11 de septiembre, aniversario de su muerte, es el día del maestro en su honor.
Aunque siempre ha habido analfabetos, hay cada vez más desde que abandonamos el método sarmientino.
Pareciera que el objetivo (global) fuera fomentar la ignorancia.
La ignorancia era una vergüenza de la que uno intentaba salir, hoy se presume de ella, de no leer, no estudiar, ni aprender un oficio o algo que pueda sonar levemente a cultura o que exija un mínimo de inteligencia superior a la de un mono.
Lo decía Jesús Quinteros en sus monólogos nocturnos por televisión: “los analfabetos de hoy son los peores porque, en la mayoría de los casos, han tenido acceso a la educación, saben leer y escribir, pero no ejercen”.
Hoy se desprecia la educación, la del gran maestro Domingo Faustino Sarmiento y la de todos. Y ojo, no estoy hablando de presupuestos, ni reivindicando a chantas como Baradel, Yacobitti, Lousteau y demás embusteros ladrones del saber.
Hablo de ese mercado ignorante que cada día se cuida más desde la política y los medios de comunicación. Ese mercado al que se mantiene ignorante y bruto para venderle cosas hechas a la medida de la ignorancia en la que se lo mantiene para esclavizarlo.
Se compite desde los medios para ofrecer programas y propuestas para una gente que no lee, que no entiende y que solo quiere que la diviertan y la distraigan, aunque sea con los crímenes más brutales proyectados en la pantalla una y otra vez hasta el hartazgo.
Puterío y trapos sucios, deshonestidad intelectual, mentira, calumnia, sordidez, chabacanería, mediocridad… un mundo y una realidad adaptada al gusto y consumo de esta nueva mayoría superficial, frívola, elemental y primaria, para que ellos puedan entender y digerir.
Es la nueva clase social dominante, convertida en clase dominada.
Ya nos sacaron el dinero en efectivo, nos están quitando la profesión y el oficio para que nuestras familias pierdan el sustento.
Sin familia, sin patria, sin religión, sin educación y sin cultura... ¿hacia dónde estamos yendo? Y no nos comamos otra vez el amague de las universidades llorando presupuesto para financiar campañas políticas de burócratas inescrupulosos, estudiantes crónicos y adoctrinamiento político.
Sólo falta una asignación universal para que todos hagamos wokismo de Netflix.
Hay que agarrar el sulky a patadas, la batalla cultural no se libra desde el sofá.
Juan Martín Perkins.
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