LIBEREN A WILLY




¿No parece otro país?


Autor: Juan Martín Perkins   


Hoy es viernes y al momento de escribir la columna, rige la veda política.

Es un gran alivio, luego de someternos a torturas electorales dignas de una película cómica y de terror a la vez.

Las campañas electorales, desde la nefasta reforma constitucional del 94 que nos hace votar hasta 3 veces cada 2 años, suelen ser procesos en los que uno pierde la capacidad de asombro y los políticos pierden el pudor por el ridículo.

No sé nada de política ni de golpes de efecto, pero reconozco que ver a nuestro intendente disfrazado de buzo y emergiendo de las aguas cual cachalote con infarto masivo, me conmovió.

Repito, no se nada de política, pero tanta idiotez condensada debe otorgar un gran rédito, porque no creo que lo haga sólo por amor al papelón ridículo. 

Liberen a Willy” merece arrasar en las urnas.

Chistes al margen, me pregunto si no es alarmante la pérdida de calidad.

Viniendo hacia Pehuajó desde Pedro Gamen, reflexionaba con mi madre sobre la frecuente inundación y el proceso de deterioro que vivimos desde los años 50/60 a la fecha.

“Arriba y abajo del agua, cuenten conmigo siempre” y uno no sabe si reír o llorar…  

La diferencia entre el país que prometíamos ser y el que efectivamente somos, es abismal.

Moby Dick, el gran cachalote blanco nacional y popular, dice que Pehuajó enamora, pero si uno observa objetivamente, tiene que reconocer la pérdida de calidad en todos los órdenes.

Desde lo más importante, la educación pública que hoy nos proporciona médicos, ingenieros, etc. con alarmante nivel de ignorancia (total todo está en un dispositivo con inteligencia artificial) hasta la infraestructura y servicios que gestiona el estado, todo ha bajado su calidad.

En general ya no podemos hacernos nuestra propia casa según nuestras necesidades y gustos. No podemos acceder a un auto nuevo o seminuevo en condiciones de seguridad, la salud es una estafa mayúscula donde los funcionarios son atendidos en el Otamendi, pero a los mortales comunes nos tiran en un hospital público donde no hay ni curitas, pero si tongo con los laboratorios.

La justicia es la prueba de que no es para todos la cobija y la frase hipócrita más repetida es: “creo en la justicia”.

Cada acto eleccionario, suele confirmar que lo que digo es muy cierto.

Moby Dick no es intendente por obra y gracia del Espíritu Santo, se ve que nos gusta votarlo y estamos cómodos, a pesar de la mediocridad y la pérdida de calidad.

Fijate, por ejemplo, la calidad señorial de la Escuela Normal Romulo S. Naón creada por Figueroa Alcorta en 1910… y comparala con las cajitas de fósforos actuales.

El ejemplo sirve para entender las pretensiones que teníamos como país cuando éramos todo futuro de gran Nación en contraste con la precariedad paupérrima actual.

Al país que imaginaron Alberdi, Sarmiento, Avellaneda, Roca y construyeron nuestros antepasados, lo hemos convertido en una legión de zombies resignados a la decadencia y la precariedad dependiente del estado.

Date una vuelta por la estación de trenes, los edificios de la antigua casa Duhalde, los ahora Bancos Nación, Provincia, el Palacio Municipal, el teatro Español… ¿no parece otro país?

Es que fuimos otro país donde éramos protagonistas…  y podemos volver a serlo, pero claro, deberíamos tomar conciencia. 

Somos todos partícipes responsables. 

“Liberen a Willy”


Juan Martín Perkins.

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