MANIPULACION DE REDES SOCIALES Y LIBERTAD

 
Un smartphone tiene una cámara por delante, otra por detrás, un micrófono, una media de 14 sensores y al menos 3 sistemas independientes de geoposicionamiento

Autor: Marcos Kowalski (@kowalskimarcos)

Los smartphone son aparatos que nos permiten estar conectados 24 horas al día y los 7 de las semanas, es decir, siempre, a las redes sociales, a la red de telefonía y a otros servicios como el GPS o las redes de datos móviles. Además, la gran cantidad de aplicaciones para los smartphone son una fuente de información valiosísima para saber nuestros gustos, nuestras costumbres y qué hacemos durante todo el día.

Sacamos el móvil del bolsillo un montón de veces al día, algunas estadísticas afirman que más de 150 veces, aunque nos parece que lo usamos en la mitad de las ocasiones. Lo cierto es que nuestro smartphone genera un volumen brutal de datos que nos localizan, nos vigilan y nos transforman. Todo observado por las grandes empresas tecnológicas.

Aun cuando no somos conscientes de ello, nuestros teléfonos están acumulando datos sobre nuestras vidas, nuestras preferencias, nuestras rutas. Aunque no la veamos, la manipulación, sutil o burda, está presente en las redes sociales y a través de nuestros dispositivos.

Las redes sociales a las que nos conectamos seleccionan a través de un algoritmo cuáles “posts” muestra o qué personas ofrece como “amigos recomendados” para que se agreguen a la cuenta del usuario, o qué videos recomienda ver después. Son cosas que direccionan el uso y el consumo, y donde ofrecen al usuario de todo, menos libertad. Los algoritmos buscan maximizar el tiempo en la plataforma y así se deja de elegir con libertad lo que se estás mirando.

Es obvio que cambiar las redes no está a nuestro alcance, entonces lo que tenemos que hacer es comprender mejor cómo funcionan, y, dónde los intereses de una red están alineados con los nuestros y dónde no, como usuarios podemos aprovechar lo que cada plataforma ofrece, evitando las situaciones en las cuales las redes nos llevan a hacer cosas que no nos convienen.

Todas las “redes sociales” que se ofrecen “gratis” nos resultaran muy caras. Pero ¿Cómo funcionan? Lo más importante son los metadatos. No el mensaje que uno manda, sino a quién se lo manda, desde dónde y con quién. Sobre todo, desde dónde. Aquel que sabe dónde estás en todo momento te conoce mejor que tú mismo. Aquel que sabe dónde has estado durante los últimos tres meses puede predecir dónde estarás de ahora en adelante con una precisión del 93%. Es urgente preocuparse y tratar de proteger nuestro anonimato en la red.

Un smartphone tiene una cámara por delante, otra por detrás, un micrófono, una media de 14 sensores y al menos 3 sistemas independientes de geoposicionamiento. Tu tarjeta SIM manda señales a las antenas más cercanas para recibir cobertura. Tu receptor de GPS se comunica con satélites para calcular su propia posición. Tu wifi busca constantemente redes a las que conectarse, gritando el nombre de todas a las que se ha conectado antes. Tu ¬bluetooth busca objetos con los que hacer una red. Y tus aplicaciones registran cada uno de tus movimientos, incluso cuando has apagado esa función.

La otra cuestión, es si además alguien es capaz de instalar malware en aplicaciones comunes, podrá espiar con toda libertad nuestros movimientos, nuestras comunicaciones, nuestros secretos. Y ese es el peligro real. Quizás, estamos todos en un momento en el que somos dependientes de nuestros dispositivos, pero, sobre todo, de momento, somos vulnerables a cualquier intento de ataque de este tipo, que no es otro que el de introducir un espía en nuestros smartphone sin siquiera advertirlo.

La mayoría de las personas que tienen un smartphone piensan que lo utilizan menos de la mitad de tiempo que lo usan en realidad. Probablemente lo desbloqueas para ver si te ha llegado un mensaje por Messenger o WhatsApp, si ha pasado algo en Twitter, si a alguien le ha gustado tu foto de Instagram o en Facebook, o si has recibido un correo importante. Una vez dentro, es difícil desconectarse.

Hay otra categoría, más allá de las redes, que son los videojuegos. Está muy estudiado cómo actúan las drogas sobre los neurotransmisores y cómo provocan sensaciones, euforia y desvarío. Entendiendo cómo diferentes estados químicos generan actividad, hoy muchos videojuegos, como el Fortnite, están trabajados para generar descargas de adrenalina y dopamina a intervalos regulares, y producir un efecto cuasi adictivo.

Las aplicaciones más populares del mundo están diseñadas para que, cada vez que las usas, recibas una micro dosis de dopamina, en un circuito llamado cámara de condicionamiento operante o, más popularmente, caja de Skinner, por el psicólogo que la describió. Es que la fragilidad de nuestra autoestima nos lleva a estar queriendo ver cómo es la vida de los demás e impactando a los demás con nuestra imagen.

Así nos la pasamos horas y horas en las redes. No es un invento nuevo: que a la gente le interesaba la vida de las “celebridades” ya lo sabía Ramsés II en el Egipto antiguo. Y todas las revistas o publicaciones graficas desde que se inventó la imprenta. Pero el acceso a un periódico o revista es más limitado y además, la noticia se termina cuando se termina la lectura.

Ahora el flujo es infinito y martilla tu sesgo con “interacciones” que comentan y amplían una noticia, martilla más y más y más, y con este ingrediente extra de que no tiene límite, podes pasarte el doble de tiempo de lo que hubieras querido, sin siquiera darte cuenta.

Tampoco es nueva la creación de noticias falsas y rumores, pero si lo es la masividad que les da las redes, que incluso crean la sensación de que se trasmiten boca a boca por “amigos”. La clave en la proliferación de noticias falsas es que la mayoría de las personas, como resultado de un sesgo cognitivo que se llama ‘sesgo de confirmación’, tiende a considerar verdadero aquello que coincide con su opinión previa.

Por eso comparte la noticia falsa convencido de que es verdadera, sin ninguna verificación Las noticias falsas, que en general están diseñadas para coincidir con la opinión de un grupo grande, que fue previamente detectado por los metadatos, tienden a esparcirse muy velozmente.

El diseño de las noticias, prescindiendo del rigor de la verdad, es fácil hacerlas coincidir con una opinión fuerte de un grupo grande y lograr una viralización muy rápida y muy amplia. Eso es gran parte del problema. Y se combate concientizando a la gente acerca de que el hecho de coincidir o no con una noticia no tiene nada que ver con su veracidad o falsedad, y que uno no debiera compartir cosas sin antes verificar que sean como dicen ser, independientemente de la opinión que uno tenga.

Las grandes empresas tecnológicas, trabajan buscando maneras de que estés el máximo tiempo posible tocando el móvil de manera inconsciente. Cuanto más tiempo pases, más datos generas. Y esas empresas viven de convertir tus datos en alimento para sus algoritmos predictivos de inteligencia artificial.

Pero más tiempo no significa más concentración, si no por el contrario, las redes se montan sobre nuestra tendencia natural de distraernos. Los algoritmos necesitan una gran cantidad de datos para mejorar sus predicciones cuantas más interacciones cortas mejor.

Google los saca del correo, los mapas, el buscador, YouTube y el sistema operativo Android, entre otros. Amazon, de la tienda, el Kindle, los altavoces inteligentes y AWS. Facebook, de la red social, Instagram, WhatsApp y ¬Oculus. Neflix, de las series. Uber, de los coches. Spotify, de las listas. Airbnb, de las vacaciones. Tinder, del sexo. Match, del amor. Etc. Pero también necesitan una dieta variada, por eso trabajan con la data bróker, empresas que rastrean el resto de los datos que hay desperdigados y los ponen en un solo lugar.

Las plataformas digitales saben lo que haces cuando estás conectado. La data bróker eran los únicos que sabían lo que haces cuando no lo estás. Ahora hay cámaras ¬conectadas a sistemas de identificación facial que te siguen sin que lo sepas, lectores ¬automáticos de matrícula, satélites capaces de leer tu marca de reloj. Los algoritmos predictivos digieren los datos para saber anticiparse a tus deseos, pero no siempre para satisfacerlos. También para cambiarlos.

El intento permanente de manipulación, de inducción al consumo no solo es comercial es de opinión y político, utilizado por especialistas para inducir al electorado en un sentido u otro aun en contra de la íntima convicción de las personas.  Cuando vuelven a ti, tus datos ya no son datos, son una visión del mundo. Y no sabes quién la financia, ni con qué fin. 

Marcos Kowalski

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