DERECHOS DE EXPORTACIÓN
Los perros muertos no pagan impuestos
Autora: Iris Speroni
Los puntos a) y c) favorecen a polleros, chancheros, aceiteras, molineras; sacarle al ciudadano A para darle al ciudadano B no es una tarea del Estado. d) La participación del trigo en el costo del pan es menor que el 11%; el 50% de los alimentos son impuestos, es una excusa indefendible; b y e) la última guerra argentina fue en 1982, si hay problemas económicos es por mala praxis de los gobernantes y b) por el contrario, los derechos de exportación dificultan todo acuerdo comercial con otros países ya que somos una rara avis: nadie tiene derechos de exportación.
Lo más grave: “Que desde la fecha de publicación del Decreto N° 793 del 3 de setiembre de 2018 se produjo un deterioro del valor del PESO con respecto al DÓLAR ESTADOUNIDENSE, lo que ha representado, al 10 de diciembre de 2019, una devaluación mayor al 60%”. El gobierno de EEUU estableció aranceles al acero y al aluminio invocando una devaluación desleal, lo cual no es cierto, toda vez que sólo acompañó la masiva emisión monetaria. Pero al ponerlo en instrumento público vuelve indefendible nuestra posición. ¿Qué opina el Canciller de esta gaffe? ¿Y Legal y Técnica?
Aumento de Impuestos
Subir un impuesto, cualquiera, afecta a la actividad gravada. Voy a dar ejemplos muy disímiles.
Una señora que vende churros en la estación de tren de José Mármol (línea Roca) no paga impuestos, excepto cuando compra los insumos a sus productos. No a la venta. Si los pagara, debería agregar un 5% de IIBB, 21% de IVA. Ahí sólo aumenta un 26% el precio de su producto. Además debería pagar aportes o monotributo y hacer presentaciones juradas de sus impuestos y contratar un contador. Corolario, nuestra señora no vendería y se moriría de hambre. Puede ganarse su sustento sólo si evade la maquinaria impositiva argentina, nuestra GESTAPO.
Los impuestos, directamente, terminan actividades económicas o les impiden nacer.
Otros ejemplos: aluminio y cerdos. Todos los impuestos que nuestros voraces gobernantes nos imponen dejan muertos. Empresas que intentan hasta que no pueden más. Productores que intentan hasta que no pueden más. Comerciantes que intentan hasta que no pueden más. Personas que intentan hasta que un ACV o un infarto les dice que ya no pueden más.
¿Por qué?
Porque en cualquier explotación no todos ganan igual. Tienen diferentes costos, diferentes obligaciones, diferentes procedimientos. Ya sea para criar ganado, sembrar sorgo, ser chapista de taxis, fabricar salamandras o hacer chalecos para pescadores. Si tiene capital propio tiene costo menor que si tiene que pedir dinero al banco (¡al 80% anual!), si está en Alsina (PBA) tiene diferente rendimiento que en Junín (PBA), desde Avellaneda (Provincia de Santa Fe) hay diferente costo de flete que desde La Fidelidad (Provincia de Formosa).
Es igual para las personas. Una enfermera del Zubizarreta (Hospital de Agudos de la Capital) que vive en los departamentos de Conesa y Directorio, Haedo, PBA, (52’ de viaje, tren más colectivo), que alquila, está sola y tiene dos hijos adolescentes, tiene una estructura de costos distinta que una colega que gana igual, pero está casada con un subcomisario y dos hijos que ya trabajan y la familia vive en casa propia heredada.
Cuando suben un impuesto o un costo, los que primero caen son los que ganan poco o sólo cubren costos. El último impuesto es el que los manda a la quiebra.
Nuestros productores agropecuarios en su mayoría siembran a deuda. No tienen su propio capital para comprar semilla. Contratistas siembran y cosechan, porque las máquinas requieren capital: lo más eficiente es socializar su costo. El flete en Argentina es carísimo. No hay ferrocarriles de carga, las rutas están rotas y encima hay que pagar peaje, el combustible tiene un componente impositivo mayor a la mitad. Las grandes empresas, en su mayoría extranjeras (como Bayer, que es alemana), deciden los precios de las semillas y de los agroquímicos. Por lo que el productor no tiene control alguno ni de costos ni de precio de venta. Todo impuesto a las ventas (ya sea IIBB o derechos de exportación) impacta 100% sobre su rentabilidad. Directo. Sin escalas. Si está cerca y si tiene un campo con buenos rendimientos, seguirá sobre la línea de flotación, a pesar del impuesto. Si está lejos, si su campo no rinde, si tiene un percance climático, vuelca. Simple.
No es una fantasía. En los mejores 20 años de la historia económica argentina desde la Segunda Guerra Mundial, con “crecimiento de tasas chinas”, 12 años de K y 4 de M, desaparecieron 100.000 familias productoras agropecuarias.
Lo mismo le sucede a nuestra enfermera. Cuando subieron las tarifas de luz, nuestros macristas “se olvidaron” que el 50% de la factura eran impuestos y Vidal se olvidó que los impuestos provinciales sobre la luz eran de 20,6% más impuestos a los ingresos brutos. Si nuestra enfermera de Haedo paga $ 1.800 de luz mensuales, $ 900 son impuestos. Como no tiene ahorros, debe reducir esos $ 900 de otro consumo. Equivalen a tres kilos de carne para el grupo familiar. Con el tiempo se traduce en cansancio y enfermedades. Esas son las cuentas que nuestra clase política nunca hace.
Miles de pymes y empresas grandes (como la ensambladora Zanella) quebraron estos últimos años. Y fue por la misma razón, porque les apilaron un tejo más. O impuestos, o peaje, o energía. O un juicio laboral. El último es el que las manda a la quiebra.
Este aumento de derechos de exportación tal vez - tal vez - lo puedan pagar en Venado Tuerto. Pero no así en el Chaco o el arroz de Corrientes o la fruta del Alto Valle de Río Negro. Varios quebrarán, o dejarán de producir o pasarán a la informalidad. La consecuencia es la de siempre: en su afán por aumentar la recaudación, mandan a la quiebra, reducen los volúmenes comercializados y - al final del camino - recaudan menos. Lo explicó Tanzi. Lo vivimos infinidad de veces.
Los impuestos en Argentina son ilegales. Porque son confiscatorios. Porque ningún impuesto puede mandar a la quiebra a alguien. Si imposibilita ganar el sustento. viola el art. 14 de la Constitución. Es la misma razón por la cual el Código Penal castiga fuertemente que se le robe o hurte a una persona sus herramientas de trabajo.
Sin embargo las cámaras empresariales (comerciantes, industriales pymes, industriales grandes, agropecuarios) no están dispuestos a entrar en batalla legal contra quienes gobiernan. Probablemente los jueces fallen en contra de quienes trabajan ya que son socios de los gobernantes. Esa es la razón por la cual los políticos les pagan a los magistrados sueldos superiores a los de los colegas de EEUU, GB o Francia. Pero de todos modos se debe acudir a la Justicia. Aunque más no sea para decir que se agotaron todas las vías constitucionales.
Por último:
1) La Argentina está sobreexigida en impuestos. En inglés overtaxed.
2) La Argentina viene de 4 años sin crecimiento (segundo período presidencial de Cristina Fernández) más 4 años de caída de la actividad (gobierno de Macri). Venimos de ocho años consecutivos de recesión. Muchas familias, fábricas y comercios están sin capital de trabajo o con deudas. Están con la cabeza bajo el agua. Necesitan subir a la superficie y tomar aire.
La conjunción de ambas condiciones (1 y 2) hace que la única forma de mejorar los niveles de actividad y aumentar la recaudación es, justamente, bajar los impuestos. ¿Cuáles? Probablemente todos. Cualquiera. Eliminar algunos, bajar alícuotas en otros, retardar el momento de cobro (acabar con los adelantos). Lo que fuera para que nuestro ciudadano pueda dar dos brazadas hacia la superficie y tomar una bocanada de aire.
Subir los impuestos, más allá de si es justo o injusto, básicamente obtendrá los resultados opuestos a los buscados. Los perros muertos no pagan impuestos.
Lecturas relacionadas:
- aluminio,
- chachos,
- jugo de tomate,
- Artículo 14 de la Constitución Nacional y el derecho a ejercer su arte o industria,
- Las medidas para los primeros días de gobierno.