LA ESTRATEGIA ELECTORAL PARA GANAR EL VOTO DE LO' TRABAJADORE'

Fila para cobrar el seguro de desempleo en el norte de Inglaterra.

Cómo los intendentes y el Brexit forjaron el triunfo electoral conservador en los barrios obreros

Por Joseph Rachman
Nota original: https://reaction.life/how-metro-mayors-and-brexit-shaped-the-torys-blue-collar-strategy/

El Laborismo perdiendo Sedgefield, la vieja banca de Tony Blair, fue, tal vez, el símbolo más potente de la sorprendente habilidad de Boris Johnson para robarle lugares en el Parlamento en lo que se llama la "Muralla Roja", que ha votado al Laborismo por generaciones.

El slogan de Boris Johnson "Una Nación" ha sido presentada como la carta de triunfo para atraer a los votantes del norte y de las tierras medias de Inglaterra, quienes, previamente, jamás habían sido considerados conservadores. De todas formas, los intentos Tories para atraer partes de esos votantes es un trabajo en curso desde hace casi una década.

Los éxitos electorales de David Cameron en el 2010 y en el 2015 tuvieron, hay que admitirlo, poco que agradecerle a esas áreas. Mientras que su habilidad para rebanarle votos al Laborismo en las Tierras Medias Occidentales (West Midlands) fue útil, sus triunfos se debieron a la sangría que le produjo al Partido Liberal Demócrata en el Sudoeste.

Tardíamente, Cameron y su principal aliado, George Osborne veían con buenos ojos tratar de expandir el Partido Conservador en las áreas que habían sido perdidas desde la desindustrialización de los '80s. La parte más obvia de esta estrategia era, por supuesto, la iniciativa de Osborne: La Fuerza del Norte. Las inversiones planificadas en ciudades como Manchester, Liverpool, Leeds y Newcastle apuntaban, no sólo a rebalancear la economía regionalmente y lidiar con la persistente pobreza de esas áreas - también fue un intento de reconstruir la credibilidad del Partido Conservador.


Atado a esto hubo experimentos en devolución de responsabilidades institucionales ("devolution") con la creación de intendencias de nivel regional (*), muchas de las cuales las ubicaron en el Norte y en las Tierras del Medio. La política local es, a veces, una cápsula de Petri para la política nacional y estas mayorías ofrecieron una oportunidad de observar qué clase de conservadores podían tener tracción en áreas que tradicionalmente están fuera del alcance del partido. Notablemente, los nuevamente creados "metro-intendentes" habían sido modelados en base al Intendente de Londres - un puesto que en ese momento ocupaba Boris Johnson, luego la cara visible del conservadurismo liberal (liberal Toryism).

La ironía es, por supuesto, que cuando esos esfuerzos empezaban a tener algo de premio - con los triunfos conservadores en las metro-intendencias del Gran Birmingham y de Tees Valley, Cameron estaba fuera del poder.

Brexit significó que las ciudades a favor de quedarse en la Unión Europea (pro-Remain) se habían enemistado con los conservadores, pero las pequeñas ciudades pro-Brexit más que las compensaban. Theresa May se concentró más en esas pequeñas ciudades que tienen agendas pro-obreros, a instancias de sus asesores como Nick Timothy.

La vuelta de rosca final es, por supuesto, que mientras esta estrategia falló, o se quedó corta, para Mayo del 2017 fue exitosa para Boris Johnson. El hombre que había sido el representante de los votantes del corazón de Londres (que terminaron siendo pro-Remain) de alguna manera resultó atractivo para las pequeñas localidades del Norte y de las Tierras Medias.

¿Qué hay detrás del éxito de Johnson donde sus predecesores fracasaron? El proyecto de Cameron tuvo algo de éxito pero sólo fue visible cuando ya habían dejado el puesto. El atractivo del proyecto estaba limitado por la austeridad que cortó servicios en ciudades que todavía luchaban contra el retraso y la recesión. Finalmente, votar no deja de ser un asunto tribal y el proyecto de Cameron no ofrecía una visión que fundamentalmente produjera disrupciones de alianzas de los sectores populares en esas áreas.


Para May, el Brexit ofreció una oportunidad de intentar que hubiera una disrupción en los patrones tribales de votación al aglutinar a todos los votantes que quisieran irse de la Unión Europea.  Su movida de dejar afuera a Osborne y declarar la austeridad formaba parte de esta intención. Mayo esperaba crear un Conservadurismo-de-Una-Nación que estuviera menos enemistado con las áreas del sur del país. Mientras en el 2017 la elección fue un desastre para los conservadores, el llamado de May tuvo alguna respuesta - sólo que no suficiente.

La victoria de Boris fue construida sobre los avances logrados en el 2017. En muchas bancas que cambiaron a los conservadores, el partido no ganó los suficientes votos en ese momento. La llave fue la abrupta caída del Laborismo motivada no sólo por el Brexit sino por la creciente toxicidad de Corbyn, un regalo a los conservadores.

Boris, claramente, se dio cuenta de las prevenciones que aguardaban su triunfo. En su discurso tras la victoria se dirigió específicamente a los votantes que cambiaron por un voto conservador luego de votar al Laborismo por generaciones. Dijo: "Ustedes puede que sólo nos hayan 'prestado' vuestro voto". Pero si puede conservarlo, no sólo lo cementará por otro término sino que fundamentalmente rehará el mapa electoral de una manera que beneficiará a los conservadores por décadas. Esperen un cambio de límites de circunscripciones electorales en algún momento.

Ya se ha comprometido a aumentar el gasto, algo que jamás hubiera sido tolerado por los gobiernos de Cameron y May. Si bien gran parte de este aumento está destinado al Servicio Nacional de Salud (NHS) también se habla de una inversión de £ 100 mil millones en un fondo de infraestructura con foco en el Norte y en las Tierras Medias (North and Midlands).

De todas formas, los mayores proyectos como expandir la red de FFCC en el Norte, se iniciarán, en el mejor de los casos, en el 2024. Si piensa obtener dividendos electorales para sus inversiones, Boris tendrá que evitar que su tendencia a enamorarse de vistosos megaproyectos y enfocarse en pequeñas iniciativas que pueden ser entregadas con rapidez, como mejorar los autobuses locales y los tranvías. Esto significará también cooperación con los nuevos metro-intendentes.

Si lo hace rápido, esto, no sólo consolidará el voto conservador en áreas como Tee Valley sino que puede ingresar a lugares como Manchester, que Osborne pretendía convertir en "la nueva Londres del Norte". Los conservadores están determinados a rehacer el mapa.

* * *

Nota:
(*) La generación de un nivel intermedio de gobierno entre las ciudades y el gobierno nacional.

***

How metro-mayors and Brexit shaped the Tory party’s blue-collar strategy


Labour losing Sedgefield, Tony Blair’s old seat, was perhaps the most potent symbol of Boris Johnson’s stunning ability to flip seats in the so-called “Red Wall” that had voted for Labour for generations.

Boris Johnson’s One Nation Toryism is being portrayed as his trump card in reeling in Northern and Midland voters who had previously never considered the Conservatives. However, Tory attempts to woo tranches of these voters have been going on for almost a decade.

David Cameron’s electoral successes in 2010 and 2015 admittedly owed relatively little to these areas. While his ability to peel seats off Labour in the West Midlands was useful, major inroads in London and the slow squeezing out of the Liberal Democrats in the Southwest was also vital.

Belatedly, Cameron and his chief ally George Osborne looked keen to try expand Conservative reach into areas which had been lost to the party ever since deindustrialisation in the 1980s. The most obvious part of this strategy was of course Osborne’s much touted Northern Powerhouse initiative. Planned investment in cities like Manchester, Liverpool, Leeds, and Newcastle aimed not just to rebalance the economy regionally and deal with persistent poverty in these areas – it was also an attempt to rebuild Tory party credibility.

Tied to this were experiments in devolution with the creation of regional level mayors many of which were in Northern and Midlands areas. Local politics is often a petri dish for national politics and these mayoralties offered a chance to see what sort of Conservatives could gain traction in areas traditionally out of the party’s reach. Notably, newly created metro-mayors were modelled on the Mayor of London – a post at the time filled by Boris Johnson, then the face of liberal Toryism.

The irony is of course that as these efforts looked to be bearing some fruit – with Conservatives winning mayoralties in the Tees Valley and Greater Birmingham areas in 2017 – Cameron was out of power.

Brexit meant pro-Remain cities have been alienated from the Tories, but smaller pro-Brexit towns have more than made up for it. Theresa May focused more on these small towns with a blue-collar agenda pushed by advisors such as Nick Timothy.

The final twist is of course that while this strategy failed, or fell short, for May in 2017 it succeeded for Boris Johnson. The man who had been the representative of Remain’s London heartlands somehow appealed to small Northern and Midlands towns.

What lies behind Johnson succeeding where his predecessors failed? The Cameron project actually had some success but it only got off the ground properly once he had left office. The project’s appeal was limited by austerity which cut services in cities still struggling with deprivation. Finally, voting is often a tribal affair and the Cameron project did not offer a vision that fundamentally disrupted popular allegiances in these areas.

For May, Brexit did offer an opportunity to try to disrupt established tribal voting patterns by rallying Leave voters. Her moves to sideline Osborne and declare austerity over formed part of this appeal. May hoped to create her own One Nation Toryism that seemed less slanted towards the South and the affluent. While the 2017 election was a disaster for the Tories, May’s appeal did gain some traction – just not enough.

Boris’s victory was built on top of the advances made in 2017. In many seats which swung to the Conservatives the party did not win that many more votes this time. The key was the sharp drop in the Labour vote fuelled not just by Brexit but the growing toxicity of Corbyn, a gift that kept on giving for the Conservatives.

Boris is clearly aware of the caveats that attend his success. In his victory speech he addressed voters who swung Tory after generations voting Labour. He said: “You may only have lent us your vote”. If he can keep them, he will not only cement another term but will have fundamentally reshaped the electoral map in a way that will benefit the Conservatives for decades. Look out too for boundary reform at some point.

He has already committed to increases in spending that would never have been countenanced by the Cameron and May governments. While much of this is aimed at the NHS there is also talk of a £100 billion infrastructure fund which will focus heavily on the North and Midlands.

However, major projects such as expanding rail networks in the North will, even with the best will in the world, only just be getting started by 2024. If he wishes to see electoral dividends on his investments Boris will have to avoid his penchant for flashy mega-projects and focus on smaller initiatives which can be delivered quickly such as improving local buses and trams. This would also mean cooperation with the powerful new metro-mayors.

If done deftly this could not just consolidate Conservative presence in areas like Tees-side but even mean Boris makes further inroads in cities like Manchester, which Osborne had hoped to make “a new London in the North.” The Tories look determined to continue redrawing the map.

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