EL MAÍZ, LA PACHAMAMA Y EL PRESIDENTE PAGANO




Autora: Iris Speroni
El primero de agosto el presidente de la Nación visitará Jujuy para festejar el día la Pachamama, en su consecuente instalación del paganismo estatal. 
El presidente se comprometió ante la Unión Europea a cuidar los ritos indígenas. Aceptó, comedidamente, a los europeos como tutores. Rol que les encanta: educar al buen salvaje.


El maíz es andino. Y la pachamama se va a enojar con el presidente si los humanos, los argentinos al menos, no tenemos acceso al maíz.


MAÍZ

Las estimaciones de cosecha para la actual campaña son levemente inferiores a 40 millones de toneladas según las Bolsas de Cereales de Rosario y Buenos Aires. Por razones inexplicadas, el gobierno estima un 25% más. Las exportaciones finalizarán en 33 millones de toneladas.

La Argentina es el tercer exportador mundial detrás de EEUU y Brasil. El año pasado constituyó más del 16% del mercado internacional.



¿Qué es un país grande? ¿Qué es un país chico en comercio internacional? Tiene que ver con la importancia que uno tiene en el mercado y si su oferta - o ausencia de oferta - puede modificar los precios. 

La Argentina es un país pequeño en el comercio internacional como un todo. Constituye una parte ínfima del total medido en millones de dólares. El índice de apertura de la economía se mide como la suma de las exportaciones e importaciones (medidas en dinero), dividido el total del producto también en dinero. Según ese criterio, la Argentina es una economía cerrada.

Sin embargo la Argentina no es pequeña en todos los productos. Uno es grande si puede influir en el precio.

Nuestro país no sólo es grande en maíz. Lo es en innumerables productos: soja, miel, maní, poroto, garbanzos, pesca. Ha dejado de ser un país grande en carne (ahora en vías de recuperación) y en trigo (ídem).

¿Cómo sabemos que la Argentina es “grande” en soja? Porque si hay problemas climáticos que impiden la siembra o la cosecha, el precio de la soja sube. De la misma manera que si hay problemas en EEUU, repercute acá.


Mercado Interno

¿Qué hacemos con el maíz que no se exporta? 

Según un informe del gobierno, AL 2018, la mayor parte que queda en el país se destina a forraje, de dos maneras, entero o como componente de alimento balanceado. Se usa para ganado vacuno, incluidos los tambos, cerdos y pollos. Existen más de 700 establecimientos que elaboran alimento forrajero balanceado.

Ya en menores volúmenes se destina a molienda seca o húmeda, altamente concentrados, debido a las economías de escala. 

De la molienda húmeda se obtiene aceite (incluido el de uso doméstico), almidón, azúcares y edulcorantes, gluten, dextrosa, maltosa y otros subproductos, como el jarabe de maíz de alta fructosa para la elaboración de bebidas gaseosas.

De la molienda seca se obtiene alcohol, tanto el de uso hospitalario como para la elaboración de bebidas espirituosas, y por el otro el maíz para consumo humano: polenta, copos de maíz para el desayuno e insumos para la industria cervecera.

Se puede usar maíz para producir combustible (alconafta). Sin embargo se destina a tal fin menos de un millón de toneladas. El resto de la la alconafta proviene del procesamiento de la caña de azúcar.


Tiempo atrás, directivos de Bioeléctrica, de Córdoba, sostenían que el sueño de ellos es que de su provincia no saliera maíz en grano sino en forma de carne de chancho, de combustible, de electricidad. Bioléctrica es una usina (equipamiento importado de Alemania) que transforma el maíz -combinado con otros productos orgánicos- en electricidad.

Vender maíz da trabajo y genera valor. Vender jarabe de maltosa, genera más. Exportar carne de chancho, más aún.

Sin embargo no es fácil. Los mercados de granos son razonablemente libres. Pocos países limitan su comercio y las cerealeras son poderosas y saben defender el libre tránsito.

El mercado de la carne es más delicado.

Los países desarrollados usan excusas sanitarias para limitar el comercio de carne. Prefieren importar forraje y tener su propio ganado, sus propios frigoríficos, etc.

China es un desastre sanitario tras otro y sin embargo interpuso excusas por años para no autorizar el comercio de carne argentino-chino. Le hacen lo mismo a EEUU.

EEUU tiene una balanza comercial multimillonariamente deficitaria con China. Sin embargo - hasta la última crisis que les obligó a sacrificar 200 millones de cerdos - China importaba forraje de EEUU pero poca carne (algo que hubiera compensado el intercambio entre ellos). 

Otro caso es Europa. El 70% del forraje que alimentan a los animales europeos es de ultramar. Actualmente la UE destina gran parte de su área agrícola a alimentos orgánicos (fuertemente subsidiados) y a alimentos de consumo humano. No destinan tierras a forraje. La principal exportación de Argentina a la UE es el pellet de soja, seguida por la pesca.

Los principales proveedores de forraje somos los mismos: EEUU, Brasil, nosotros. Siguen tan dependientes del comercio trasantlático para comer como en 1939. Entonces ¿para qué les sirvieron los subsidios al agro?

Todo esto hay que verlo en dimensión estratégica. ¿Debo venderle forraje a quien se niega a comprarme carne pero al mismo tiempo viene a robar en pesca furtiva? Es algo a pensar y eventualmente tomar las decisiones correspondientes.


Los Humanos

Los humanos argentinos consumimos una ínfima parte del maíz producido, al menos en forma directa. Tal vez consumamos más a través de gaseosas que de polenta. De todas formas sí demandamos polenta, harina de maíz para panificados y en menor medida en forma de copos para el desayuno o de snacks. Más una insignificante cantidad de choclos que se comercializan vía verdulerías. El maíz para pochoclo se destina en su mayoría a la exportación.

Existe una deformación de mercado grave que habría que estudiar y corregir. 

Medio kilo de polenta Quacker por “Precios Cuidados” cuesta $ 31,99. Esto es $ 64 el kilo ó U$S 1,45 el kilo. Parece subido de tono para los bolsillos populares. De igual forma suena un tanto descabellado que tres choclos pequeños salgan un dólar en un país que exporta 33 millones de toneladas de maíz.

Tenemos varios problemas. Uno de ellos es la enorme carga impositiva sobre los alimentos, que succionan el 50% del precio. Cada vez que una persona va al almacén, la mitad de la erogación va para el almacenero y la otra mitad al estado en forma de impuestos. El otro cargo son los fletes. Y el tercer problema es el pésimo sistema de comercialización de alimentos. El sistema de supermercados es obsoleto y sobrecarga los precios. Todo ello explicado en detalle en FALACIAS REPETIDAS POR EL SR. PIUMATO..

El presidente debe tener presente que si las personas no pueden acceder a un kilo de polenta o a tres choclos para el puchero, la pachamama se cobrará venganza.

El precio de los alimentos tiene dos caras. Una la enorme diferencia entre el precio que recibe el productor por su tonelada de maíz y el alto precio que paga una ama de casa por medio kilo de polenta.

Pero la otra es un tema poco pensado - a mi entender - por los empresarios argentinos. Los sueldos que pagan no leS alcanzan a los empleados, con su consiguiente mal humor laboral y social, actualmente reprimido por las altas tasas de desocupación. 

Pero el salario de trabajador no es importante en dinero sino en el poder de compra. No tiene ningún sentido aumentar los sueldos, con el esfuerzo que eso significa para las pymes, los comercios, las empresas en general, para que ese mayor costo se lo queden Carrefour/Jumbo, las tres empresas de elaboración de alimentos que controlan el mercado, o el estado vía impuestos. 

Hay un doble efecto: los sueldos que debe pagar el sector privado, y el presupuesto del estado para pagar sueldos públicos. 

Entonces, tal vez, no habría que trabajar sobre un aumento nominal de las remuneraciones, que se escurre como agua entre los dedos, sino en un mayor poder de compra de los sueldos y jubilaciones.

El costo de los alimentos, las razones para que éstos sean tan caros deben ser de interés de sindicalistas, empresarios y gobernantes. Caso contrario estamos siempre en un espiral de demandas dinerarias que sólo convalidan esta tríada: a) impuestos, b) fletes, c) falta de transparencia en la comercialización.

A veces hay que hacer algo diferente para obtener un resultado distinto al de siempre.


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