DE POLÍTICOS Y POLITIQUEROS


Una etapa agonal de malos contra peores.

Autor: Marcos Kowalski (@kowalskimarcos)

Los que estudian ciencias políticas, suelen argumentar, que la política se desarrolla por etapas, o fases, definiendo los más de ellos, dos bien diferenciadas la agonal y la arquitectónica, En términos sencillos: una cosa es la lucha por ganar elecciones (etapa agonal) y otra gobernar (etapa arquitectónica). (1)

La faz agonal, para estos estudiosos de la teoría política, nos habla de la necesidad de ganar una contienda, competencia, en el caso de la política; ganar el poder. No tiene una connotación negativa, al contrario, puede ser considerado un valor buscado, necesario o positivo. (2)

La faz arquitectónica, consideran las ciencias políticas, se produce una vez ganada la contienda y llegado el triunfo, y, se trata de la construcción de las propuestas planteadas y prometidas en la campaña electoral previa a ganar elecciones.

Según este planteo, podemos concluir que una faz es dependiente de la otra. No se puede llevar a cabo una sin la otra si se trata de política. Si fuera así, una sin la otra, la falta de la faz agonal no permitiría a la política tener la oportunidad de ejecutarse. Es necesario ganar.

Sin la faz arquitectónica, no se pueden materializar las propuestas y promesas de campaña en beneficio de la ciudadanía. Ganar sin tener un objetivo de construcción de una política, propuesta o planes sería de un egoísmo tremendo. Estaríamos en la obtención del poder por el poder mismo.

Pero en la realidad argentina de hoy, cuando el gobierno electo es representante de una facción que se presentó como la alternativa a otra, la que estaba gobernando con una muy mala actuación administrativa, en una etapa agonal de malos contra peores, la ciudadanía se vio forzada a optar en lugar de elegir.

Además, al gobierno argentino de hoy lo vemos poco dispuesto a contemplar intereses de los argentinos comunes. Quizás estos intereses estén desdibujados y en la práctica faltantes. A la “oposición”, que es en realidad otra cara de la misma moneda, le sucede o le sucedió lo mismo.

La etapa arquitectónica que existe, es de coincidencia entre todos los integrantes de los partidos políticos actuales sobre una especie de idea única progresista muy alejada de las necesidades reales del argentino medio, entre estos “Políticos” se vive una etapa agonal permanente, pero no de propuestas, sino de “chicanas” electoralistas.

Las leyes son del gobierno de turno y no de un acuerdo en común y las vemos distantes de solucionar los problemas de todos los argentinos. Tan ajenas son, que las violamos y en general no las cumplimos o tratamos de evitar. Es que los “políticos” están legislando alejados de la realidad cotidiana del hombre común.

Al ciudadano le da la sensación de haber perdido el rumbo. Estamos sin norte a dónde apuntar. No tenemos una motivación conjunta que convoque hacia la argentinidad que sentimos. No hay un acuerdo común que nos convoque. El accionar de la casta política nos disgrega.

La política debería tener como regla de oro la equidad, pero cuando esta no se persigue y se apuesta a una idea universal, se transforman los sistemas políticos en mitos y se crea la superstición y el fanatismo. Debemos recordar que todo Estado mítico es totalitario. La unicidad, la absolutidad y la exclusividad en política engendran el despotismo. Y el despotismo es y genera corrupción. (3)

Debemos recordar que Todo régimen político se corrompe, creer que hay formas políticas incorruptibles es mitología. Esta corrupción tiene dos extremos, la anarquía y la tiranía que se complementan. En Los dos extremos de la corrupción política predominan sobre la Ley la voluntad de los hombres, en la Tiranía, la de uno, y en la Anarquía, la de muchos. (4)

Nuestra Nación Argentina adopto el sistema de gobierno republicano y representativo, consagrado en la Constitución Nacional, la reforma del 94 (5) introdujo los partidos políticos como esenciales de la democracia, la legislación electoral a partir de ese precepto, se convirtió en realidad en un verdadero obstáculo para la conformación de nuevos partidos y un serio limitante, por la aplicación del sistema d’Hondt. (6)

Partiendo del supuesto de que toda comunidad tiene dos espíritus contrapuestos: el del pueblo y el de los grandes (que quieren gobernar al pueblo), que están en constante conflicto. Hacer de la política una profesión debería requerir una vocación de servicio a la Patria. Para trabajar en política se debe vivir para ella y no vivir de ella. (7)

Vive para la política quien la convierte en el centro de gravedad de su existencia, ya sea disfrutando del ejercicio del poder logrado, pero para desarrollar un programa, al servicio de su comunidad con patriotismo, obteniendo, de esa forma, la tranquilidad de conciencia que otorga poner la vida al servicio de una causa que le transciende.

Hay una diferencia fundamental entre el político con vocación patriótica y el funcionario de la política en nuestros días, un verdadero patriota aficionado a la política, entendiendo por ello a quien no ha vivido permanentemente de ella, puede resultar mucho más profesional que quien cree serlo.

La persona, hombre o mujer que siente el patriotismo y en función de ese sentimiento, decide vivir para la política sin vivir de la política porque tiene vocación. Debe ser consiente que, de acceder a un cargo público, en el mismo, se convertirá en un representante y servidor de sus electores y no en un espoliador de los mismos. (8)

Sin embargo, hay, personajes que han hecho de la política su “modus vivendi” sin la menor vocación, sin patriotismo. Es el caso de quien vive de ella sin vivir para ella. También resulta fácil identificarlos, son los politiqueros. Carecen de ideales y no tiene otro objetivo que el disfrute, del poder como de las prebendas que éste le regala.

Los politiqueros que viven de las dádivas públicas, reunidos y enquistados en una “casta política” no muy numerosa y cuyas obras patrióticas completas suponen algún puñado de tuits y concede más espacio a sus comodidades, a las series de video cable y a los videojuegos de sus hijos que a su famélica biblioteca. Encerrado en su mundo, no conocen ni quieren conocer la realidad de la sociedad que dicen representar y que en realidad no les importa.

Este tipo de “político” hoy encumbrados como “dignatarios” en Argentina, cubren la dignidad del amor propio del que carecen con la indignidad de la soberbia que rebosan. Habiéndole sido negada la gracia de la creatividad, sentido común y del sentido del esfuerzo, les suelen direccionar los discursos con promesas al electorado que tan poco les cuesta traicionar.

Ideologizados en lo “políticamente correcto” a contramano del sentir nacional, todos, con matices que más que diferenciarlos los reúnen en conceptos provenientes de un origen extraño al sentimiento y cultura argentinos constituyen lo que llamamos las “castas políticas parasitarias”.

No es fácil encontrar en la Argentina de los últimos treinta años un partido político que no practique una politiquería barata que transita el obsceno incumplimiento de su credo y el inmovilismo vegetativo ante muchos de los problemas Nacionales, mostrando interés exclusivamente al cortoplacismo oportunista.

Con la “casta política” y su conglomerado de politiqueros, que cree representar al pueblo argentino, dividiéndose porcentajes de un electorado que no tuvo otro remedio que optar sin elegir no habrá solución para los más acuciantes problemas de nuestros males.

Por eso se han ido engrosando los problemas básicos, en vez de haber sido resueltos, sumiendo al país en la miseria. Un sistema que permite que miles de personas que han demostrado no disponer de la más mínima vocación vivan de la política y no sepan qué hacer fuera de ella, lo dice todo de sí mismo.

Entonces, nos llega la hora de no solo idear, sino actuar, dentro de lo que establecen las leyes, de ser ello posible, para promover el remplazo de los politiqueros, por auténticos políticos patriotas, con propuestas argentinas reales a los problemas argentinos, con mensajes claros y que lleguen al sentimiento nacional que todo argentino tiene latente.

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Agradecemos la difusión del presente artículo:  

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Notas:

(1) Mario Justo Lopez, Manual de derecho político.

(2) La palabra «agonal», significa «Que tiene relación con competiciones y juegos públicos» y proviene de la Fiesta que se celebraba en honor del dios Jano o del dios Agonio «las agonales de la antigua Roma».

(3)  Nimio de Anquín, Mito y Política.

(4) P. Leonardo Castellani, Esencia del liberalismo.

(5) Nuestra Constitución Nacional reformada en 1994, dice en el Art. 38, que los partidos políticos son instituciones fundamentales del sistema democrático; CONSTITUCIÓN DE LA NACIÓN ARGENTINA, Ley Nº 24.430, Sancionada: diciembre 15 de 1994. Promulgada: enero 3 de 1995.

(6) El sistema enunciado por Víctor d'Hondt (1841-1901) de representación proporcional intenta asignar los escaños legislativos a las listas de manera proporcional al número de votos recibidos. En general, no es posible alcanzar la proporcionalidad exacta, ya que no es posible asignar un número decimal de escaños, con lo cual se posterga a las minorías.

(7) Nicolás Maquiavelo, Discurso sobre la primera década de Tito Livio.

(8) Max Weber, La política como vocación.

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