SALAME


Agarrate y apretá los dientes, chocaron la calesita y vienen turbulencias fuertes.



En la columna del sábado pasado intenté hablar sobre “la humanidad” pero nos quedamos abrazados a un salame.

La humanidad, esa condición que nos diferencia de los animales y su instinto bestial.

El trato de “infectados” al que nos someten debería llamarnos la atención y ponernos en alerta. Por el contrario, nos vuelve ortivas con cara de Merthiolate, Espadol y Pervinox.. 

Nos dicen que nos cuidan y priorizan la vida, justo ellos, quienes nos separan y aíslan… e impulsan el aborto y la eutanasia junto a otras perversiones.

Como sociedad debemos cuestionar nuestra actitud permisiva e indiferente ante el dolor, la arbitrariedad y la injusticia de estos tiempos. Deberemos rendir cuentas por aceptar cualquier cosa sin chistar.

Dice Teresa de Calcuta  que “es necesario que cada hombre tenga alimento, medicamentos y la posibilidad de curarse, pero sobre todo, es necesario que tenga amor.

La injusticia más grande es no respetarlos, la injusticia más grande es el desprecio.

El mundo está lleno de muchas medicinas para muchas enfermedades; pero lo que falta es amor”.

El miércoles murió el Coronel ® Ramón Abel Recio. Estaba preso en la unidad penitenciaria de Campo de Mayo condenado por crímenes de lesa humanidad, donde se contagió de COVID.

El virus fue implacable, pero más lo fueron los hombres que se valieron de una bandera noble de derechos humanos para humillarlo y cometer todo tipo de crueles injusticias con él, hasta matarlo abandonado y solo. Condenado sin pruebas, sin justicia y respeto por los procedimientos, testigos guionados, falso testimonio de los hechos… y una sociedad indiferente que dió vuelta la cara y lo abandonó en el olvido.

¿Saben cuantos casos como el de Recio hay? Todos llevados a cabo por una justicia parcial y corrupta abocada a satisfacer los intereses políticos de turno.

Mientras miles de delincuentes fueron beneficiados con la domiciliaria, otros presos (políticos), siempre los mismos, fueron dejados a merced de que el virus haga su trabajo.

Lucas, José, Emilio y Nicolás Recio son los hijos del Coronel. Argentinos de carne y hueso como vos y como yo que como Natalia y su papá, Pasi, Marta y tantos otros… son historias humanas, de estos tiempos en que la humanidad no tiene protagonismo y le cede espacio al instinto bestial, a la venganza, la indiferencia, la injusticia y el olvido.

Tras que somos muchos y estamos fundidos y asustados, nos pare la abuela y el cabezón de Banfield agita el fantasma del golpe. 

Entre líneas, sin disimulo, el pesificador asimétrico recordó que el suyo fue un co-gobierno con Alfonsín… hablando de golpes que derrocan gobiernos. ¿No? Nadie resiste un archivo en la Argentina.

El trastorno psicótico con alucinaciones del ex presidente nos retrata muy bien. Su percepción distorsionada de la realidad se llama DELIRIO y encaja muy bien con la esquizofrenia nacional que nos mantiene dentro de una nube de humo. 

Es cultural, los argentinos no sabemos resolver nuestras crisis y complejos, pero si sabemos encontrar culpables y atajos para escapar de la realidad. Por eso vivimos un relato permanente.

Agarrate y apretá los dientes, chocaron la calesita y vienen turbulencias fuertes.


Juan Martín Perkins.  

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