CORIOLANO Y LOS CONSERVADORES - PARTE II


Autor: Curtis Yarbin

Continuación de "Coriolano y los conservadores - Parte I".

Nota original: https://graymirror.substack.com/p/coriolanus-and-the-conservatives

Traducción: Hyspasia

Comentarios de la traductora: Segunda parte de un análisis sobre los problemas para conformar un partido político exitoso de derecha. Pido disculpas por el abuso del gerundio, pero es - lamentablemente - una práctica sajona extendida.

Texto completo en inglés en la primera parte del artículo.


* * *

La parte falsa

A Tulio Aufidio le gusta el post de Scott porque él ve las mismas verdades. Básicamente ve lo mismo que todos los estrategas republicanos. El problema es: nuestro Aufidio es, esencialmente, un perdedor profesional. Al igual, básicamente, que todos los estrategas republicanos - y políticos -, aún, de manera diferente, Trump y los trumpistas. Y, básicamente, siempre lo han sido [perdedores].

La coalición de Scott está bien. Su estrategia no está bien. Su estrategia es original: su coalición no lo es. La coalición de Aufidio es la misma - pero su estrategia no es ni original ni buena.

Scott es (como siempre) sincero y de buena leche. Pero como él piensa dentro del marco del problema que le es dado, sólo le ofrece a los volscianos una forma más atractiva de perder. Por lo tanto el impacto de su discurso es lo opuesto de sus intenciones. Hay muchos casos similares.

Antes de que entremos en los detalles de esta trampa, hagamos retroceder a la cámara y veamos cómo un pensador tan agudo como Scott cae en ella.


No trate de arreglarlo

Si hubiera una forma por la que pudiera cambiar la forma en que los racionalistas piensan, sería trabajar más fuerte en que rompan los marcos de pensamiento recibidos - en lugar de tratar de repararlos. Tratan de arreglar las cosas demasiado. Esto es porque sobreestiman su propia capacidad de razonar, que les hace morder más de lo que pueden masticar - y no mastican como deberían.

El programa racionalista no se concibe a sí mismo como el proyecto de repensar toda la sabiduría recibida durante el SXX y las instituciones que lo transmiten. Pareciera que de a poco es cada vez más evidente. Pero todavía no se han asimilado todas las implicancias - que van más allá de la capacidad de un redactor de blogs.

Por ejemplo: cuando usted se ve a sí mismo a través del  ojo del mundo y descubre que el ojo del mundo ve algo muy diferente, y mucho más feo, que lo que usted ve en el espejo, usted puede reaccionar de tres maneras. Puede dudar del espejo o de sus propios ojos. Puede concluir que el ojo del mundo tiene algo contra usted. O usted puede poner en duda el ojo del mundo - que lo fuerza a usted a dudar de todo lo que usted conoce sobre el mundo. Porque, ¿cómo aprendió usted todas esas cosas? A través del mismo ojo del mundo.

Es de alguna manera sintomático de la indolencia de la era de la tecnología que los movimientos previos a revisar todo conocimiento humano generalmente comenzaron con la posición de Sócrates sobre la ignorancia. La estrategia racionalista es más parsimoniosa: prefieren la corrección.

Usualmente, lanzamos toda la basura intelectual a la basura. No tratamos de lavarla. Muchas cosas que se arrojan tienen todavía alguna virtud. Nos desprendemos de ellas de todos modos, tanto porque estamos seguros en nuestra habilidad de obtener o producir nuevas, y también porque sospechamos que los problemas con el objeto descartado son más graves que una superficial suciedad; no estamos seguros en nuestra capacidad de repararlas, tampoco estamos seguros en nuestra capacidad de reemplazarlas. Es por eso que le damos tanto lugar al pensamiento "saber qué no sabemos".



Lo que es diferente de los racionalistas es que su confianza en sus propios poderes de raciocinio es tan alta que ellos sienten que pueden ignorar esta optimización mediante una poda enérgica. Si hay problemas en la sabiduría recibida y en las instituciones que la transmiten, los encontrarán y los arreglarán uno a uno. Esta estrategia los deja sorprendidos cuando el ojo del mundo, que se convierte más o menos en el Ojo de Saurón, cae sobre ellos. Desde este shock bayesiano podemos extrapolar cómo la estrategia funciona para todo el resto de las cosas.

Si you fuera Scott Alexander y cada vez que pensara sobre un campo desde el inicio, yo, al menos, me ubicaría entre los expertos y a menudo les golpearía - ya sea que el campo de estudio fuera la química de la serotonina, la estrategia del partido republicano [de EEUU], el rock-and-roll o automóviles con motores turbo - yo me preguntaría si el campo puede ser arreglado. Me preguntaría si algo puede ser arreglado en absoluto. La alternativa es considerar la posibilidad de que yo soy simplemente perfecto - lo que sé que no es cierto.

Encontrando que, más allá de un núcleo matemático duro, todo lo que conocemos está corrupto y nos ha sido enseñado a nosotros por instituciones corruptas (porque el dinero no es la única manera de corrupción), el instinto de la forma de pensar socrática es entender los mecanismos de putrefacción, usar ese conocimiento para identificar cualquier área donde haya clara y completamente tejido sano, extirpar el resto y tirarlo en un cesto de residuos biológicos. Sí, hay algo bueno en lo que queda. Las ideas no son personas - por lo que está bien "dejar que Dios lo clasifique".

Esta aproximación maximalista de cirugía epistemológica nos deja a nosotros con grandes cantidades de tejido mental para reconstruir. Por otro lado, tenemos un gran número de intelectuales aburrido. El problema más grave es que estos intelectuales son malísimos para organizarse a sí mismos.


La estrategia republicana desde una posición de ignorancia

Bajo el modelo de ignorancia, parece insuficiente repensar respuestas del SXX. Tenemos que pensar de nuevo las preguntas del SXX, sus presunciones o axiomas - sin decir que el SXIX siempre tuvo razón; o que el SXX siempre estuvo equivocado.

Como un buen académico, Scott empieza estableciendo el problema que está resolviendo:

Vuestra vieja plataforma de capitalismo y libertad y lo-que-sea ya no entusiasma a los pueblos. Trump se las ingenió para entusiasmar a la gente, pero ustedes no saben cómo convertir su atractivo personal [por Trump] en una nueva plataforma...Ceteris paribus [manteniendo todas las otras variables constantes], yo [Scott] preferiría que ustedes tuvieran un mensaje coherente e interesante.

La premisa acá es que los republicanos necesitan una nueva plataforma - o alguna plataforma en absoluto. ¿Podemos quebrar ese marco de pensamiento?

Todo lo que los republicanos necesitan es que la gente:

(a) vote a los republicanos,

(b) le den dinero a los republicanos,

(c) en algunas ocasiones muy excepcionales, concurran a mítines políticos republicanos.

Una plataforma o mensaje - un lindo grupo de ideas sobre lo que el gobierno debe hacer - es una manera de coordinar esos tres objetivos. ¿Es la única manera? ¿Es la mejor manera? Si no sabemos la forma correcta, estamos cerrando puertas antes de mirar qué hay detrás de ellas.

Tal vez los votos republicanos puedan ser coordinados en una forma totalmente diferente. ¿Qué es lo que quieren hacer los republicanos cuando votan? ¿Cuál es el objetivo de esta acción colectiva? ¿Cuál es el resultado esperado? ¿Cuál es el resultado predecible?

Una acción, individual o colectiva, es racional cuando sus resultados esperados y predecidos coinciden - cuando la esperanza y la razón coinciden. Un examen somero de las acciones colectivas de los votantes republicanos en los últimos 50 años indica que la predicción predecible de un impacto tangible de dicha revolución "populista", más allá de alguna disrupción de gobierno, es ninguna. Cero. Nada.

Una plataforma es un conjunto de ideas sobre cómo gobernar. La única razón para tener una plataforma es participar en el gobierno. Si ganar las elecciones no resulta en ninguna participación significativa en el gobierno...

Pero para Tulio Aufidio y sus oficiales volscios, ganar las elecciones no significa nada en absoluto. Para un oficial voscio - no para la infantería que tiene derecho a voto cuyo único plan es saquear Roma, sino para la clase de académicos, asesores, autoridades, eruditos y miembros de los think-tanks - ganar es la vida misma. 

Pero esta vida finalizará si los oficiales cesan de convencer a la infantería de que nada es algo. ¿Los volscios al final nunca saquearon Roma, no?

No hace falta decir, los patricios romanos y los patricios volscios se miran a los ojos sobre este punto. El feo hecho de este tema es que el establishment republicano de postguerra fue creado por la gracia de los demócratas y todavía existe por su gracia.

Como decía Julius Nyerere: "Los EEUU es una nación de un partido único; pero con extravagancia típica norteamericana, tienen dos". Ergo, los centristas están felices en ayudar a Aufidio a contar su historia - y es más, ganar elecciones, siempre y cuando no gane demasiadas.


La paradoja republicana

El problema, desde la perspectiva del todavía reacio Coriolano como Scott Alexander - y también desde la perspectiva de Aufidio - es que cuánto más reales se vuelven los republicanos, más inaceptable su posición se convierte.

Scott es más Volumnia que Coriolano; la turba le ha dañado a Volumnia, también; pero Volumnia no quiere que Roma sea saqueada. ¿Por qué lo querría? ¿Pero qué otra cosa podría pasar con una invasión volscia? Nosotros sabemos exactamente cómo sería una Roma saqueada por los volscios. Se parece a Hitler: el ne plus ultura del populismo.

No hay ninguna duda de que Roma necesita ser despedazada con un martillo. ¿Es Hitler un martillo lo suficientemente grande? Desde que las estadísticas muestran que sólo el 5% de los dictadores fascistas ordenan un Holocausto, Hitler podría no ser un buen ejemplo. Vayamos a Mussolini, o aún mejor los dos mejores fascistas europeos de los años 30: Salazar y Metaxas. Aún así...

A Mussolini una vez le preguntaron cuál era su plataforma. "Mi plataforma", explicó con calma, "es gobernar Italia".

Imaginen si un republicano en el 2024, alguno como Hawley o DeSantis, viene con algo como: "Senador Hawley, ¿cuál es su plataforma? ¿Cuál es su mensaje=" Y el candidato casualmente contesta: "Mi plataforma es: gobernar los EEUU. Mi mensaje es: ustedes deben someterse". Y luego, lee los últimos 10 párrafos del primer discurso de asunción de Roosevelt.

¡Uy, muchachos! Esta es medicina fuerte. Si bien no estoy precisamente en contra de algo así, desde que la medicina fuerte es fuerte lo suficiente como para funcionar, es fuerte también para matar. Después de todo, cuando hablamos del Holocausto, 5% no es un número pequeño.

Es más, contrariamente a lo que MSNBC [una red de televisión] sostiene, hay aproximadamente cero republicanos que quieren persar que el partido republicano es una especie de fascismo diluido. Sin embargo parece cada vez más claro que es eso exactamente lo que es. Entonces, ¿qué es lo que ustedes quieren? ¿Más agua o más fascismo? Tengan esto presente: el agua difícilmente sea agua pura. Pero este fascismo tampoco impresionaría a Il Duce.

¿No les gusta esta elección? ¡Usted puede ser demócrata! Como demócrata, usted también tiene un rango de opciones. Sus opciones van desde los Guardias Rojos al Presidente Brezhnev. Tipicamente cuando usted ordena uno viene el otro ¿así que para qué preocuparse?

Mientras los EEUU en el 2021 no están en curso de colisión con una guerra civil, ciertamente se ha deslizado varios pasos en ese sentido. No es una exageración describir nuestra situación como una guerra civil fría, y no agarramos fuego únicamente debido a que los troncos están mojados. De cualquier forma, estamos ya más allá de plataformas.

Washington en 2017 y 2018 fue un test perfecto para saber si los políticos republicanos podías quedarse con el poder ganando las elecciones con demagogia, luego abusando de la confianza de los votantes al politizar el gobierno. El partido republicano técnicamente controlaba las tres ramas del gobierno constitucional, con el presidente más populista de la historia.

Por supuesto no hicieron absolutamente nada de significancia histórica. Realmente parece como que la pesadilla de Trump ha probado que nuestra sagrada democracia está a salvo de los políticos.

Lo que esto significa es que la democracia representativa está muerta. Si la democracia representativa no es un sistema por el cual los votantes eligen políticos que puedan tomar control de gobierno para hacer lo que le prometieron a los votantes que iban a hacer ¿qué es? ¿O esta es una clase más espiritual y transcendente de democracia? Tal vez debamos formar un club con Kim Jong-Un y su "Partido Democrático del Pueblo".

Si la democracia está muerta y los republicanos no pueden en ningún futuro concebible gobernar ¿para qué ofrecen los republicanos una plataforma mejor? Es como tratar de alimentar un cadáver con una hamburguesa. Sólo porque el cadáver rechace un Big Mac, no quiere decir que usted debe tratar de alimentarlo con pizza.

En realidad, la pregunta no es qué políticas son para los republicanos. ¡No estamos lejos de eso! La preghunta es si todavía es legal ser republicano - y si lo es, qué clase de republicano. La pregunta es si el gobierno de los EEUU está tan lejos de control como lo estaba la Unión Soviética - si, como escribe Michael Anton:

El régimen está en el poder, con firmeza. Yo, por lo menos, no creo que vaya a ser o pueda ser votado fuera del poder - aún si puede llegar a perder poder por conflictos internos, contradicciones e incompetencia.

Y estas preguntas son las preguntas de Lenin: ¿Qué es lo que hay que hacer? Volveremos a esto.

Pero cuando Scott Alexander, o aún Tulio Aufidio, manejan su camioneta repartidora de helado mientras tocan la campanita llenos de predicciones de mercado y créditos impositivos para las familias y toda suerte de grandes ideas de políticas públicas, a través de la ciudad silente y arruinada del discurso político de los EEUU,  en alguna clase de emboscada de cancelación en un cruel juego de roles, ningunos niños felices que salgan de los sótanos de monoblocks descascarados correrán detrás del vehículo para darle un par de denarios a cambio de un cono de chocolate y vainilla. Y si lo hacen - probablemente no deberían.


(continuará).

CORIOLANO Y LOS CONSERVADORES - IIIª Y ÚLTIMA PARTE


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