LA INDUSTRIA Y EL TIPO DE CAMBIO


Dólar atrasado no es lo mismo a alimentos baratos.


Los argentinos sufrimos retraso cambiario intermitente en los últimos cuarenta años e ininterrumpido en los últimos 10. Se correlaciona (es decir, es la causa) del estancamiento económico de nuestra nación.

El dólar bajo afecta todas las áreas de la economía, en particular produce destrucción de trabajo. Daña las exportaciones en general, a las economías regionales y en particular afecta a las industrias.


Existe el mito, situado como verdad revelada en el pensamiento dominante que el tipo de cambio favorece a la industria argentina. Falso.


Esto último es difícil de analizar y más aún de explicar porque existe el mito, situado como verdad revelada en el pensamiento dominante en la TV, medios de comunicación en general y en las facultades, que el tipo de cambio favorece a la industria argentina.


Falso.


Algunos ejemplos:


La cámara de la maquinaria agrícola sostiene que en el año 2012 exportó U$D 250 millones. Esos valores se redujeron hasta llegar a los actuales U$D 60 (con la consiguiente pérdida de mercados). (*). 


Un caso sencillo de comprobar es el de la industria del vino. Invirtieron durante años para poder instalar una marca en el exterior y con el tipo de cambio atrasado no cubren los costos. 



* * *

Hace unos meses autoridades nacionales sostuvieron que la política de retraso de tipo de cambio del gobierno tenía por objeto favorecer a la industria.


Es una falacia. El tipo de cambio atrasado NO es en beneficio de la industria. 


¿Cómo funciona eso?


Los gobiernos, desde hace bastante décadas deciden retrasar el tipo de cambio (**).


La consecuencia es que los bienes importados son artificialmente “baratos”, por lo que viajar a París es “barato”, comprar un tractor norteamericano vs. uno argentino es “barato”, comprar artículos del hogar o tornillos chinos son “baratos” y los bienes que deseamos exportar reciben artificialmente pocos pesos y obtienen baja o anula rentabilidad ya sean queso de cabra de Catamarca, vino fino malbec de Mendoza o maquinaria agrícola de Santa Fe.


Un tipo de cambio atrasado efectivamente puede bajar el costo de un determinado insumo. Si pago un dólar a mitad de precio, yo, industrial, pago el 50% del insumo y el resto del costo del ítem lo socializo entre todos los exportadores a los que les birlo el 50% restante. Pero ese industrial, cuando calcula el precio del producto que vende, le carga el insumo al precio del dólar de mercado libre. ¿Por qué? Porque sabe a qué precio pagó el insumo, pero no sabe a qué precio lo va a poder reponer y tiene que suponer que en algún momento el dólar irá a su valor real, y con esa información debe calcular sus costos, bajo riesgo de no poder reponer su capital de trabajo.


Hay otro tema aún peor. 


Un tipo de cambio atrasado provoca competencia desleal de los importadores. Hace más “atractivos” los productos brasileños o chinos. Con un dólar “barato”, cualquier cosa es atractiva. Así es como nuestros gobiernos una y otra vez boicotean a las industrias nacionales. ¿Algunos productos serán malos? ¿Algunos industriales serán incompetentes? Puede ser.


Un industrial debe competir con otros del exterior que no tienen la carga impositiva que los nuestros soportan y luego con un tipo de cambio que artificialmente abarata el costo del producto importado.


Lo cierto es que un industrial, de lo que sea, debe competir con otros del exterior que no tienen la carga impositiva que los nuestros soportan y luego con un tipo de cambio que artificialmente abarata el costo del producto importado. Así se arruina la industria textil o la metalmecánica o la química o cualquier otra. ¿Cómo sobrevivir con impuestos que duplican los costos y competencia de productos importados subvencionados no por el estado del fabricante sino por nuestro propio gobierno, el mismo que cobra los impuestos? O peor aún, ¿Cómo competir contra productos subsidiados por el estado del vendedor (China, Brasil, Alemania) y por nuestro propio gobierno?


Eso sí es jugar con la cancha inclinada.



* * *


Dar en la tecla

Y acá es donde me parece que los industriales, en particular las PyMes, no dan en la tecla. 


Así es como, lentamente, la industria brasileña se comió a la nuestra.


Siempre que peticionan al gobierno, listan créditos blancos, control aduanero contra la competencia importada, aranceles de importación, alguna exención impositiva - como si eso sirviera para algo toda vez que les quedan otros 99 impuestos que pagar -; pero nunca, nunca piden que se sincere el tipo de cambio. Así es como, lentamente, la industria brasileña se comió a la nuestra. Eso ha provocado una sistemática destrucción de los trabajos en el área industrial y rural. Porque no se puede exportar (vino, ajo, carne) excepto aquello que sobrevive a todo gobierno (soja, maíz y a veces trigo); y no se puede competir con los importado, lo que ha quebrado a decenas de miles de industrias y a dejado a cientos de miles de trabajadores en la calle o mendigando un empleo público.


* * *

Costo de oportunidad


Se denomina costo de oportunidad todas las oportunidades que perdemos por hacer algo. 


El costo de oportunidad de tener un tipo de cambio atrasado se puede medir en los cientos de millones de dólares de productos industriales que no podemos exportar, los cientos de miles de puestos de trabajo que no podemos generar, los millones de dólares que se deciden no invertir porque no hay expectativas de recuperar el dinero a hundir, los mercados que no podemos ganar, los mercados ganados y que perdemos, las regiones del interior del país que no podemos desarrollar, la pérdida de posición estratégica de nuestro país. El costo de oportunidad de una política sistemática de retraso cambiario es...un futuro posible aniquilado.


Y recordemos:


tipo de cambio alto = federalismo

tipo de cambio bajo = unitarismo


Si los privados damnificados no hablan del tipo de cambio atrasado, y por privados me refiero no sólo a las cámaras empresariales sino a los sindicalistas también, nadie hablará por en su lugar.


Hasta que los sindicalistas no entiendan que dólar atrasado no es lo mismo a alimentos baratos (hoy es clara prueba de que no lo es), pero dólar atrasado sí es sinónimo de destrucción de empleo, no podremos avanzar sobre este tema.


Y como señalé en el programa de Horacio Esteban, hoy, los argentinos, no tenemos discusión más importante que el tipo de cambio.



Excusas


Para sostener esta política de retraso permanente los gobiernos necesitan una justificación. Intentan variaciones pero por lo general giran sobre los mismos conceptos: si se retrasa el tipo de cambio o se “ancla”, se controla el precio de determinados bienes, y se “controla” la inflación.


“La mesa de los argentinos” es la excusa.


Por supuesto esto es falso, porque hay inflación por emisión.


Otro argumento es que nosotros comemos bienes exportables (“transables” en jerga económica, que quiere decir que se puede comerciar o transar fuera del mercado doméstico o mercado interno) y por lo tanto una modificación del tipo de cambio hace subir el precio de los alimentos. Falso. (***)


No. Quieren un tipo de cambio bajo y “la mesa de los argentinos” es la excusa.


* * *

Generación de puestos de trabajo


El tipo de cambio atrasado artificialmente beneficia a varios sectores: a la banca (principalmente), a los funcionarios corruptos, que compran departamentos baratos en Miami (como Picolotti, niña mimada de Alberto Fernández) y a proveedores del estado, entre otros.


A quien definitivamente perjudica es a los trabajadores. Sin embargo los sindicalistas se unen a los funcionarios con “el precio de los alimentos” y “la mesa de los argentinos” y no evalúan los cientos de miles de puestos de trabajo que se perdieron, los miles que se pierden y los que se van a perder. No tienen en cuenta cuán anti federal es un dólar artificialmente bajo. No tienen en cuenta que es la verdadera razón detrás de la pobreza creciente.


Por eso, nuevamente, no tenemos algo más importante de qué hablar que del tipo de cambio.


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Notas:

(*)

CAÍDA DE EXPORTACIONES DE MAQUINARIA AGRÍCOLA

La industria de maquinaria agrícola no sólo sufre retraso cambiario sino una enorme carga impositiva (como todos nosotros). Además tiene la cancha inclinada por otras razones. El estado brasileño ha subvencionado y subvenciona fuertemente a sus productores agropecuarios. Una de las formas es dando créditos blandos para la compra de maquinaria agrícola. Sí y sólo sí la misma es producida en Brasil. No incluye a la producida en Argentina. Lo que demuestra que el "mercado común" es una broma de mal gusto. Evidentemente nada tenemos en "común" si la industria argentina esta categorizada distinta de la local. Una está en la categoría de ser aceptable para el subsidio, la otra no. Ergo somos distintos; ergo no hay mercado común. Cuanto antes reconozcamos la farsa del Mercado Común Mercosur, mejor. Eso respecto a Brasil. Los mercados de EEUU y la Unión Europea ponen altos aranceles a la importación de maquinaria agrícola, lo que hace muy difícil o casi imposible exportar a ambos mercados. La Unión Europea es casi hermética. Al punto que la norteamericana John Deere ha puesto una fábrica en España para abastecer el mercado europeo. Sin embargo todas las barreras que sufren los argentinos no son recíprocas. Los fabricantes brasileños, norteamericanos o europeos pueden importar sus maquinarias aquí y si son ensambladas en territorio nacional son consideradas argentinas, sin trabas. Como dije, competencia desleal, en particular con un tipo de cambio de casi el 50% de su valor razonable. Al sector le queda para exportar África (buen cliente) y todo el este europeo (excelente cliente). Nuevamente, con un tipo de cambio atrasado se hace cuesta arriba. Sin embargo ahí van, con sus ganas de exportar a Azerbaiyán, Congo y Rumania, cual Sísifos contemporáneos y criollos. Admirable.

(**)
Acá quiero hacer una pequeña aclaración: el problema no es el desdoblamiento cambiario (que lo es) sino el retraso cambiario, sin importar la herramienta que utilice el BCRA para lograr su objetivo (desdoblamiento o cualquier otra). Si no hay desdoblamiento cambiario, pero el cambio está retrasado, el perjuicio contra todos nosotros y contra la industria es el mismo. Una herramienta para bajar artificialmente el tipo de cambio es endeudar el país en divisas y luego, con una oferta desmesurada de las mismas, provocar una caída temporaria y artificial de la divisa. Otro mecanismo es deprimir artificialmente la demanda de divisas prohibiendo o limitando la compra de las mismas. Por último, también la promesa de venta de divisas a menor valor del de mercado (tablita de M. de Hoz, futuros de C.Fernández) tiene el mismo objetivo y las mismas consecuencias. 

(***)
Si bien es cierto que nos alimentamos con algunos bienes transables, la mayoría de los alimentos no lo son. El componente “transable” de lo que pagamos es mínimo. Hay otros costos mucho más relevantes que componen el precio de la comida.
Tanto en el pan como en la carne, el precio del bien transable es una porción de lo que pagamos. El resto son impuestos, electricidad en la elaboración de la harina o en el horno de la panadería, electricidad en toda la cadena de frío de la carne, flete desde el campo al molino o frigorífico y desde ahí a la panadería o carnicería. Alquileres, sueldos, cargas sociales sobre sueldos. Y ni hablar de los márgenes de comercialización, verdadero cáncer argentino. Cuando hacemos la cuenta finita, el impacto del precio del trigo o del animal faenado tiene una incidencia mínima en el producto final. La otra mentira de los gobernantes es que la mayoría de los alimentos sean transables. No lo son. Hortalizas, frutas, pollos, cerdos, carne ovina o caprina, bebidas alcohólicas, gaseosas, fideos, polenta, galletitas no son transables. O lo son pero no los transamos. Incluso el 90% de la producción vacuna está destinada al mercado interno. Exportables hoy por hoy sólo la pesca y el aceite. ¿Entonces para qué retrasar el tipo de cambio? ¿Para incidir un 6% en el precio del pan? La explicación no se sostiene.

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