MENDOZA


Es que la belleza que produce la mano de Dios y el trabajo del hombre inspiran y emocionan hasta cortar el aliento.


Entre semana hice un viaje a San Rafael y aproveché para recorrer, visitar bodegas, fincas de infinidad de producciones y a la industria del aceite de oliva. (Yancanelo).

Me prometí que les daría un recreo de la maldita política que tanto nos enferma y escribiría una columna más amable.

Es que la belleza que produce la mano de Dios y el trabajo del hombre inspiran y emocionan hasta cortar el aliento.

Si te llegás hasta el complejo Las Leñas, en la cordillera del departamento de Malargüe, y seguís de largo por un camino que va hacia el oeste, bien hacia alta cordillera rumbo al límite con Chile, durante hora y media de trepada en empinados caracoles, al llegar tendrás un premio magnífico. Indescriptible. No me animo a intentar contarte lo que vi. Lo único que te digo es que nadie vuelve ateo de Valle Hermoso. 

La cordillera de Mendoza es la más alta e imponente de toda su extensión. Además, por donde vayas, se respira San Martín y su Ejército. A la gente del lugar le brota por los poros.

Los cuyanos tienen personalidad no sólo en su tonada muy particular y han hecho de Mendoza como un país aparte.

Dios fue generoso con Mendoza, pero la mano de esta mezcla criolla de Huarpes, Incas, Puelches con Españoles y después Italianos, Franceses, Judíos, Libaneses, Ingleses y Asiáticos hicieron una obra conmovedora. 

Mendoza era un desierto con sus 6 ríos principales… hasta ahí, todo trabajo del barba Dios, pero hay 200 años de impacto ambiental generado por el trabajo del hombre que hicieron un oasis del desierto. Hay que ver para creer.

Realmente, lo primero que sentí al ver tanto trabajo artesanal, tanto arte… fue que los “pampeanos” no estamos a la altura. 

¿El agua es vida, no? El Tomero, con una azada, abre y cierra el paso del agua para uno y otro surco. Hasta las alamedas de las calles y avenidas se riegan con acequias.

Tantas cosas para contar, un cuaderno de notas lleno de datos. Hornos de ladrillo, fincas de olivares, frutas, fábricas de aceite de oliva, bodegas, trabajo, trabajo y trabajo más toda la industria de servicio de turismo producto de los espejos de agua que se formaron con los embalses de los ríos.

Trabajo, trabajo y trabajo de una cultura cuyana que nos heredaron personajes como San Martín y Sarmiento que nos dejaron escuelas y una patria.

Lamentablemente, por la noche llego al hotel, prendo la tele, y vuelvo a la “anormalidad deformante”.

Larreta hablando en inclusivo, Cristina desquiciada amenazando a la justicia, Insfrán gaseando y obsequiando balas de goma y palos a los formoseños con el aplauso del presidente, empresarios que lloran en cámara diciendo que quieren cerrar porque no se aguantan más apretadas, jefe de campaña del candidato opositor reconociendo que le tiene miedo al intendente porque no para de amenazar…

La política vive en otra frecuencia… tan pero tan alejada de la gente que trabaja que no se entiende como puede ser que semejante nivel de mediocridad gobierne nuestras vidas.

Ojalá todos puedan visitar San Rafael, El Nihuil, el Cañón del Atuel, la cordillera y todo el oasis milagroso en que, el trabajo del hombre, convirtió a Mendoza.

Pronto, antes que el kirchnerismo los funda.

Perdón, la involución que está produciendo la política en Argentina, no me permite permanecer indiferente.


Juan Martín Perkins.

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