DEL PASE SANITARIO AL CRÉDITO SOCIAL CHINO





#Bajenelgastopublico (@hpititiminisky)


De manera intuitiva, los punteros políticos argentinos vienen implementando hace años una especie de crédito social chino en el que brindan subsidios y mercadería a sus clientes a cambio de que estos acudan a una marcha o voten a tal o cual candidato. Lo hacían sin sistema, tal vez anotando en un cuaderno, pero no pudiendo vigilar otros aspectos de la vida de la gente.

La novedad de esta época, es que la tecnología de la información ha avanzado muchísimo, por ejemplo, hace unos años me tocó visitar una agencia de cobranzas, y quedé asombrado cuando me mostraron un sistema en el que se veía cuánto ganaba una persona, y toda la información relacionada a sus créditos bancarios, historial laboral, propiedades de inmuebles y vehículos, etc.

Ese sistema no podía ser usado por las instituciones financieras reguladas por el Banco Central porque violaba el principio de Habeas Data. Pero si lo podían usar las agencias de cobranzas, y por eso su mayor eficiencia para contactar a los deudores morosos y recaudar.

De hecho, varios años después, la empresa que hacía ese sistema fue clausurada y su dueño penalizado por robar información de AFIP y ANSES. Si supiéramos cuánto saben la AFIP de nosotros, nos asustaríamos. Los bancos y las billeteras digitales funcionan como los ojos del Gran Hermano, que siempre está dispuesto a castigarnos con algún impuesto si nos movemos.

Al mismo tiempo, los celulares son cada vez más inteligentes. Hoy la sucursal del banco es el celular.

El asunto del COVID fue la excusa perfecta para imponer el pase sanitario. Donde a través de una aplicación se ve cuándo y dónde fueron vacunados, y si no fueron vacunados también. También hay versión en papel del mismo, contemplando a las personas mayores o gente que no tiene celular, pero todo queda registrado en una base de datos centralizada.

En varias provincias, si uno no puede mostrar ese pase sanitario con el esquema de dos inyecciones, pasa automáticamente a ser un muerto civil sin derechos, que no puede hacer trámites ni cobrar su jubilación en el banco, ni salir a comer o asistir a un recital o a la cancha. Entre otras complicaciones.

Generando, a su vez, un apartheid sin justificación científica, ya que la población argentina está masivamente vacunada con dos dosis, y además, los vacunados también pueden contagiarse y contagiar.

La novedad es que ahora el gobierno cruza información del pase sanitario con el sistema de crédito, y premia con cuotas extras para pagar pasajes, a quienes tengan más dosis inyectadas. Una dosis, dos cuotas. Dos dosis, tres cuotas. Y dosis de refuerzo, seis cuotas.

¿A dónde puede terminar todo esto?

En un sistema de crédito social chino. Un sistema en el cual los gobernantes califican a los ciudadanos. Pero, además de calificarlos, los premian y castigan. 

¿Con qué los premian? 

Les permiten obtener tal o cual crédito, comprar tal o cual pasaje, o sea, hacer cosas que hasta hace poco considerábamos mínimas de la vida.

¿Con qué los castigan?

Pueden terminar como parias.

Imaginen que peligro en 2023, un presidente como Larreta (o cualquier otro), que le gusta hasta prohibir los saleros en los restaurantes, con un sistema de crédito social chino a su servicio. 

Pudiendo monitorear con cámaras las calles, identificar personas, ver sus opiniones en las redes sociales, sus ingresos, los créditos que pidió, como viene con sus pagos, sus viajes y consumos con tarjetas de crédito, tu historial médico, el historial de votos en nuestra mesa electoral (cruzando bases de datos distintas, podrían inferir el voto de cada uno casi sin error), hasta incluso con un pase sanitario convertido en chip para ser colocado debajo de la piel, monitoreando sus movimientos, y el de sus familiares.

O sea, aun no teniendo celular, ni redes sociales, nadie está a salvo, porque la AFIP cuenta con mucha información sobre usted.

Imagínense semejante poder en manos de los gobernantes para acorralar al ciudadano. Ya estamos empezando a padecer algo de eso.

Un sistema tan diabólico que parece calcado del libro del Apocalipsis de San Juan 13, 5-18, en el que a todos se les colocó "una marca impresa en la mano derecha o en la frente, a fin de que nadie pudiese comprar ni vender si no estaba marcado".

Todavía tengo esperanzas: hay gobernadores y senadores republicanos de EEUU que están volteando varias medidas coercitivas surgidas con la excusa del COVID, como así también algunos tribunales en Europa (Bélgica). En España, por ejemplo, está Vox luchando contra esto. Y en Argentina, muchas personas están empezando a despertar y a manifestarse contra el pase sanitario, o acudir a los tribunales a través de amparos. 

¿Alcanzara?



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