Ejes de la Propuesta
Autor: Marcelo Javier de los Reyes*
Nota original: https://saeeg.org/index.php/2022/02/01/a-la-argentina-le-urge-un-gran-rediseno-estrategico-ejes-de-la-propuesta/
SAEEG @ArgentinaSaeeg
«La planificación a largo plazo no es pensar en decisiones futuras, sino en
el futuro de las decisiones presentes».
Peter Drucker
Si me preguntaran que haría para reconstruir la Nación, tendría que presentar una propuesta integral pero, dado el desastroso estado en que la casta política ha dejado las arcas nacionales, provinciales y municipales, habrá que trazar algunas prioridades, pero lo cierto es que no se debe
emparchar sino proceder a un proyecto estratégico de reordenamiento nacional.
Para poner en contexto la tarea que se debe llevar desde el gobierno, me permito compartir con
ustedes algunos párrafos de mi libro “Inteligencia y Relaciones Internacionales: un vínculo antiguo
y su revalorización actual para la toma de decisiones” [1].
La inteligencia, entonces, resulta íntimamente vinculada a la geopolítica, a la economía, a la estrategia y a las relaciones internacionales —por ende, a la diplomacia—, a partir de relaciones cooperativas, competitivas o confrontativas que los actores internacionales —en este caso los Estados— generen entre sí.
Les cabe a los decisores del más alto nivel de un Estado diseñar, planificar y ejecutar los objetivos geopolíticos a partir de la información proporcionada por la Inteligencia Estratégica.
De este modo, Geopolítica e Inteligencia deben actuar estrechamente[2]. Cabe aclarar que la Geopolítica debe ser entendida en un sentido actualizado que excede el concepto de “territorio”, habida cuenta la proyección de los Estados en el espacio celeste y en el espacio virtual.
La observancia de esos objetivos nacionales es lo que lleva a los diversos gobiernos a jugar en el escenario internacional. De modo tal que es casi imposible que un país pueda desvincularse del acontecer internacional, de las tendencias y de las ideologías que se imponen en el escenario mundial, así como de las amenazas, riesgos y crisis que se convierten en transnacionales.
El mundo actual, plagado de incertidumbres, de cambios impredecibles, sometido incluso a alteraciones con motivo del cambio climático, lleva a que los Estados precisen, imperiosamente, de un alto nivel de inteligencia y de sus métodos de análisis para resolver o prevenir conflictos, para desarrollar el planeamiento estratégico y para llevar adelante los procesos de toma de decisiones. […]
La política exterior de un Estado no está necesariamente desvinculada de su política interna, por el contrario. […]
Para desarrollar su política exterior un Estado precisa de una estrategia, de objetivos nacionales claramente especificados y de instrumentos que no significan otra cosa que los recursos de poder con que cuenta para influir sobre los otros miembros de la comunidad internacional. […]
El concepto de estrategia, si bien es propio del lenguaje militar, puede ser aplicado a diferentes ámbitos y nos permite evaluar entre un determinado número de alternativas cuál es la solución más conveniente y aplicable para los intereses nacionales. De forma más clara podría expresarse que la estrategia nos sugiere cómo llevar adelante determinados objetivos.
El vocablo estrategia proviene del griego y se origina en strategós—στρατηγός— que traducimos por “general”. El diccionario la define como el arte de dirigir operaciones militares.
Es un término que en la actualidad ha sido muy aceptado por diferentes disciplinas y ha ocupado incluso espacio en la vida cotidiana: se habla así de estrategias de mercado, de estrategias publicitarias, de estrategia de vida, etc. Por ende la estrategia es una disciplina a la que
tanto los militares, los políticos, los economistas, los profesionales de las ciencias sociales y
de la ciencia política recurren para llevar a cabo sus respectivos objetivos y toman de ella la
terminología necesaria para adaptarla a las diferentes ciencias o disciplinas.
Para ponerla en práctica la estrategia debe identificar actores, intereses —tanto propios
como ajenos—, los obstáculos actuales o potenciales para el desarrollo de los objetivos. La
estrategia constituye una habilidad o herramienta sumamente necesaria en materia de polí tica exterior para que un Estado pueda imponer sus intereses en función de sus objetivos nacionales o saber cómo accionar ante estímulos externos.
En función de lo expuesto, se debe llevar a cabo una propuesta integral, estratégica, que nos permita diagnosticar los recursos disponibles y potenciales con que cuenta la Argentina para su desarrollo, para su proyección exterior —para lo cual es imperativo instrumentar las herramientas que
le permitan desplegar un “poder blando”— y siempre trabajando de forma articulada sobre los ejes
interno y externo.
Los ejes centrales
A los fines de llevar adelante una propuesta estratégica debemos debatir acerca de qué modelo
de país queremos construir para fijar los Objetivos Nacionales. No cabe duda que Argentina
debe ser reconstruida prácticamente desde cero y para ello se debe trabajar para que:
1. surja una nueva dirigencia nacional en todos los órdenes;
2. poner fin a la corrupción, un “impuesto” que a la sociedad argentina la somete a la pobreza
y a restarle recursos —por ejemplo— a la Educación y a la Salud. En este sentido, se debe
tener en claro que el problema de la Argentina no es económico, sino de falta de
ética por parte de la clase dirigente;
3. la población logre tomar conciencia de la crítica situación del país y tome conocimiento de la
necesidad de abordar temas que, aunque parezcan distantes, son fundamentales para
mantener/recuperar/defender la Integridad Territorial. Uno de ellos es reclamado por la
sociedad, la Seguridad, el otro es la Defensa.
«Una buena estrategia comienza con tener el objetivo correcto».
Michael Porter
A estos efectos, es fundamental poner énfasis en el sistema de Justicia, porque el Poder Judicial
tiene una gran responsabilidad en el estado de anomia que existe en el país. El Poder Judicial
debe ser autónomo pero requiere poner fin al “garantismo” y ser la herramienta para atacar la corrupción, retomar el Estado de Derecho y garantizar el funcionamiento de las instituciones y de
la República.
Para llevar adelante la Propuesta de Reconstrucción de la Argentina, se hace necesario implementar desde el primer día la “Reforma del Estado”, algo de lo que mucho se habló y que hasta dio lugar a que el gobierno de Macri, sin ningún sentido y solo a los efectos de generar más gastos,
creara un Ministerio de Modernización.
A falta de inversiones externas e internas, mientras se procura la llegada de las mismas, el Estado
deberá ser nuevamente el motor del desarrollo nacional —como lo fue para crear la industria petrolera y la industria siderúrgica con los generales Enrique Mosconi y Manuel Savio— y deberá reconstruir las áreas y las infraestructuras abandonadas y perdidas como consecuencia de la implementación de políticas liberales que prometían un Estado más eficiente y un compromiso del sector privado que no tuvo lugar.
Para lograr un Estado eficiente es relevante contar con personal de carrera idóneo y evitar
las intromisiones del nepotismo y de los funcionarios políticos con “ideas
innovadoras”.
Del mismo modo, se debe proceder a reducir considerablemente la cantidad de ministerios, de secretarías y de subsecretarías de Estado. No se deben crear esas áreas en función de un amigo que
se quiera nombrar como funcionario sino como respuesta a los Intereses de la Nación. De modo
tal que se deben mantener los ministerios necesarios para administrar el Estado Nacional y eliminar los que fueron funcionales para los gobiernos precedentes, los cuales en muchas ocasiones
multiplicaron innecesariamente las funciones con resultados significativamente perjudiciales para el
erario público.
La propuesta de Ministerios es la siguiente:
- Jefatura de Gabinete
- Ministerio de Producción, el cual abarcará las áreas de Agricultura, Ganadería, Pesca,
Recursos Forestales, Industria, Minería, Ambiente y Desarrollo Sostenible y Turismo.
- Ministerio de Defensa.
Ministerio de Desarrollo Social, que incluirá Deportes y áreas afines.
Ministerio de Economía.
- Ministerio de Educación, Cultura, Ciencia y Tecnología.
- Ministerio de Obras Públicas, el cual tendrá a cargo, entre otras funciones, las que se refieren
a Transporte, Infraestructura y Energía.
- Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto.
- Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social.
- Ministerio del Interior, que incluirá la Secretaría de Seguridad Interior.
En el marco de una reestructuración del Estado —uno de los principales ejes— debe reducirse
el número de ministerios a un máximo de 10 u 11, dentro de los cuales se deberán incorporar
otros ministerios actuales como secretarías o subsecretarías.
Es esencial cerrar el Ministerio de
Género que se lleva un alto porcentaje del Presupuesto Nacional, del que buena parte podrá disponerse para Defensa.
La tan proclamada reestructuración del Estado debe ser real, reduciendo el costo de la política y
apelando al personal de carrera capacitado para ocupar los cargos directivos.
Esto implicará rescatar los funcionarios de carrera en actividad o la contratación de técnicos y especialistas que hayan
sido dados de baja o jubilados para ser reemplazados por las diferentes “camadas de la política
partidaria”.
La Inteligencia deberá ser puesta en valor, para lo cual se procederá a una reforma que permita
crear nuevamente la Secretaría de Inteligencia de Estado (SIDE), tema sobre el que me explayaré
más adelante.
Este es el achicamiento del Estado que permitirá que el mismo se convierta nuevamente en motor
del desarrollo económico y de la producción, favoreciendo las condiciones para ello. Se reducirá así
el gasto en funcionarios innecesarios (parte del “gasto político”) y se reasignarán los fondos para
favorecer las áreas productivas.
En este sentido, será necesario potenciar y revalorizar la Dirección Nacional de Vialidad —lo
que incluirá la reapertura de las cinco escuelas técnicas dependientes de esa dirección cerradas en
2018 por el gobierno de Macri— y la reconstrucción de la red ferroviaria acorde a los Intereses
Nacionales y a las necesidades de las economías regionales. Se implementará un Plan
Ferroviario Nacional que incluirá el transporte de pasajeros, el de mercancías, el estratégico y el
de turismo.
Por las mismas vías nacionales podrán transitar ferrobuses nacionales, provinciales o
privados que permitirán las conexiones interurbarnas y el desarrollo de pueblos y ciudades.
La Planificación Estratégica requiere la reconstrucción del sistema ferroviario nacional, el
cual podrá ser articulado con el de aquellas provincias que posean un servicio propio. Debe destacarse que por las mismas vías podrán circular:
- trenes de larga distancia de pasajeros,
- trenes de carga,
- ferrobuses que podrán interconectar pueblos y ciudades del interior entre sí,
- trenes turísticos de lujo, con lo que implicaría en el sector turístico;
y,
- trenes estratégicos para el desplazamiento de material militar. Es inconcebible que se em‐
pleen camiones para el traslado de blindados (así se hace hoy) o que el Ejército Argentino
debe rendar bandejas si desea usar ese medio.
El desarrollo ferroviario requerirá la modernización de los talleres ferroviarios (actualmente en es tado calamitoso) y estudiar potenciales acuerdos o subsidios a empresas argentinas (por ejemplo Materfer y otras) así como alianzas estratégicas con otros países.
A los efectos de articular nuevamente el territorio nacional —cuya destrucción se produjo funda‐
mentalmente durante el gobierno de Carlos Saúl Menem y continuada por sus sucesores— también se procederá al fortalecimiento y renovación de la empresa Líneas Aéreas del Estado (LADE),
la que deberá cumplir nuevamente con el rol social que tenía hasta la década de 1990.
Del mismo
modo, la presencia de LADE en los diferentes puntos del país a donde no vuelan las empresas comerciales significa una defensa de nuestra Soberanía Nacional, una presencia esencial en el sostenimiento de nuestra integridad territorial.
En materia de transporte también se debe crear nuevamente la Marina Mercante, es decir, una
empresa como ELMA (quizás con el mismo nombre ya que aún goza de reconocimiento) lo que
debe impulsar nuevamente la reactivación de los astilleros. Una Marina Mercante Nacional reducirá
costos de fletes, de seguros y garantizará el transporte de nuestra producción al interior y al
exterior.
En el mismo campo, potenciar el transporte aéreo con un eficiente servicio de Aerolíneas
Argentinas hacia el exterior e interior, retomando sus rutas internacionales que este gobierno ha —
misteriosamente— compartido con Aeroflot.
Oportunamente, y considerando el desarrollo de un “poder global” para la Argentina, en 2007, for‐
mando parte de un grupo de trabajo asesor ad honorem para las direcciones de África
Subsahariana (DIASA) y África del Norte y Medio Oriente (DANMO) de la Cancillería Argentina, ha‐
bía propuesto la creación de un “hub” de Aerolíneas Argentinas en Guinea Ecuatorial (sugiero leer
mi artículo “Argentina y su inexistente poder blando”) ¿Por qué Guinea Ecuatorial? Porque
tenemos lazos culturales, ya que ese país dependió del Virreinato del Río de la Plata, y porque ha‐
blamos español. Esta propuesta significaría trabajo e inversiones argentinas en ese país, con un
gran potencial petrolero. Esto requeriría la participación de Aerolíneas Argentinas que desde allí
podría expandirse a los países del Golfo —lo cual puede significar inversiones en la Argentina (por
ejemplo Catar financia buena parte del desarrollo de la industria de Defensa de Turquía)— y a Asia
(China, Corea, Japón, India, Vietnam, etc.) y con aviones de menor tamaño expandirse con una
línea propia dentro del continente africano y conectando éste con Europa. Asimismo, involucraría a
la empresa Aeropuertos Argentina 2000, que opera numerosos aeropuertos a nivel nacional e in‐
ternacional (entre ellos en Armenia). Esta propuesta también apuntaba a la incorporación de otras
empresas, como por ejemplo las de construcción.
Por su parte, un acercamiento a África que incluya la capacitación de personal por parte de nues‐
tras Fuerzas Armadas y de Seguridad podrá favorecer el fortalecimiento e institucionalización de la
Zona de Paz y Cooperación del Atlántico Sur (ZPCAS), vital para defender nuestros intereses soberanos en esa área así como potenciar nuestros astilleros y nuestra industria aérea a través del
desarrollo de buques patrulleros y aeronaves.
La inversión en infraestructura y articulación del territorio basado en las comunicaciones terrestres,
aéreas, fluviales y marítimas —a la que se suma la interconexión virtual— será relevante para ge‐
nerar riqueza, para desarrollar las economías regionales y para crear empleos en el sector privado.
El gran objetivo debe ser el Desarrollo Nacional, para lo cual debajo se dan algunas pautas.
Este tema debe articularse con otros tres grandes temas: Educación, Salud y Ciencia y
Tecnología. Estos grandes cuatro temas son de una proyección y consolidación a largo plazo.
Todos están, en alguna medida, interconectados y giran en torno a la Educación, la que debe ser
“desideologizada” descontaminada de los desvaríos ideológicos que provinieron de la “infiltración”
llevada a cabo por los últimos gobiernos. Debe instrumentarse el respeto a los Símbolos Patrios y a
la autoridad para que estos valores sean mantenidos durante la adultez. Sin embargo, debe tenerse presente que en esta democracia la Educación fue uno de los principales objetivos para proceder a un cambio de los valores y a la “reprogramación” de las mentes. Esto requerirá una evaluación de los diversos cuerpos docentes en todos los niveles.
Desde la vuelta de la democracia, la Educación denominada “enciclopedista” fue atacada por los
“innovadores” pero ¡cuánto más sabemos aquellos que hemos recibido esa formación! La
Educación debe servir para el desarrollo nacional y ser congruente con la reconstrucción del Ser
Argentino porque estamos en la era del conocimiento y a los educandos se les debe instruir para
que tengan avidez por el conocimiento.
El Desarrollo Nacional implica poner en marcha la producción, lo que a su vez favorecerá la
creación de empleo.
Los jóvenes sin trabajo, que tampoco estén estudiando y que reúnan ciertas condiciones psicofísicas, podrán incorporarse a un “Servicio de Defensa” en las Fuerzas Armadas, ya que se precisa incrementar el número de efectivos y esto podría significar una salida laboral para esos jóvenes. Se
deberá analizar la conveniencia o no de levantar la suspensión del Servicio Militar Obligatorio
creado por la “Ley Riccheri” y suspendido por el presidente Carlos Menem en 1994. En paralelo
debe considerarse una verdadera profesionalización y capacitación de las Fuerzas Armadas y el
considerable incremento de sus efectivos.
Con el objetivo de lograr un gobierno que pueda llevar adelante una política estratégica para el
Desarrollo Nacional se debe poner el acento en la reconstrucción del Sistema de Inteligencia
Nacional (SIN).
Para el ello debe aprobarse una nueva Ley de Inteligencia Nacional que no debe ser un corsé para
los organismos que integren el SIN. Asimismo, es imprescindible contar con nuevas leyes de
Defensa y de Seguridad Interior, la que deberá ser llamada como corresponde, Ley de Seguridad
Nacional. Las actuales leyes responden al interés de la casta política de tener subordinadas a sus
intereses —no al de la República— a las Fuerzas Armadas y a las Fuerzas de Seguridad, las que
tras décadas han dado claras muestras de estar subordinadas a un gobierno civil.
La Inteligencia debe estar al servicio del Estado, de la Nación, y no de un gobierno. Pese a los
cambios, los medios y la ciudadanía siguen hablando de la “SIDE” o de la “ex SIDE”. Esto facilitaría
desterrar el nefasto nombre de AFI impuesto por el kirchnerismo, una nueva denominación para
un organismo que tanto los gobiernos kirchneristas como el de Macri han utilizado —y utilizan en
la actualidad— para manipular al Poder Judicial y mantener vigente no los “sótanos de la democracia” sino el “inframundo de la democracia”.
Sería apropiado considerar la conveniencia de jerarquizar la Inteligencia devolviéndole el rango de
Secretaría de Estado con rango de ministerio —como tenía hasta la creación del engendro AFI— o,
bien, crear el Ministerio de Inteligencia del Estado (MIDE) o Ministerio de Inteligencia de
la Nación (MIN) por si no se desea volver al acrónimo SIDE. Ambas propuestas permitirían darle
el lugar de relevancia que debe ocupar la Inteligencia. Este Ministerio absorbería a la Secretaría de
Asuntos Estratégicos de la Presidencia de la Nación, la cual representa una duplicación inoperante
para nombrar a un grupo de amigos. La nueva denominación de ésta área sería la Secretaría de
Inteligencia Estratégica, inmediatamente por debajo del ministro y a la que deberán reportar
todas las demás áreas: la Subsecretaría de Inteligencia Interior (Reunión y Análisis Interior)
y la Subsecretaría de Inteligencia Exterior (Reunión y Análisis Exterior), a los efectos de evi‐
tar los “cajones estancos” a la que suelen recurrir los funcionarios.
El Ministerio deberá contar, asimismo —esto sería novedoso y esencial—, con una Subsecretaría
de Inteligencia Competitiva que deberá implementar “bases regionales” (por ejemplo Cuyo,
Patagonia, Centro, NOA, NOE) que tomarán contacto con las autoridades provinciales y los sectores productivos correspondientes a los efectos de favorecer el desarrollo de las economías regionales y articular los medios de comunicación apropiados para la exportación de productos o el transporte de las mercancías por el territorio nacional al menor costo. Esto supone el armado de diversos equipos interdisciplinarios que incluirían a Ingenieros (Viales, Ferroviarios,
Aéreos, Agrónomos), así como a Médicos, etc., para llevar a cabo una Planificación Estratégica
para cada región. De ese modo se contribuirá a la federalización real de la Argentina.
Otra de las innovaciones sería la creación dentro del Ministerio de una Dirección de Desarrollo
Científico y Tecnológico con el objetivo de lograr una independencia respecto del material
sensible. Esta aérea deberá tener vasos comunicantes con el Instituto de Investigaciones
Científicas y Técnicas para la Defensa (CITEDEF), el cual deberá recibir un fuerte incremento de
presupuesto.
En función de este desarrollo —del mismo modo en que se procuraría favorecer a la industria ferroviaria nacional—, desde el Estado se debe impulsar otros rubros de la industria. Por ejemplo,
acompañar a la empresa Cicaré Helicópteros S.A., la que había desarrollado una nave destinada al
Ejército Argentino y a las Fuerzas de Seguridad. El Estado debe colaborar con la creación de pro‐
ductos de un alto nivel de tecnología para cubrir las necesidades nacionales y suplir la importación
en lo que hace a la industria de la Defensa, tanto económicamente como procurando inversiones
para ese sector.
El Desarrollo Nacional en su conjunto debe apuntar a incrementar las exportaciones. Argentina
en 2021 exportó lo mismo que hace una década, es decir que en 2011, lo que requiere poner el
acento en la Producción y el Comercio Exterior como políticas de Estado. Un sector suma‐
mente afectado es el de la industria metalmecánica y el de material agrícola, que ha visto una reducción en su producción y exportación.
En realidad, todo lo abordado debe ser considerado como políticas de Estado para tener continuidad y comprometiendo a la dirigencia de todos los sectores en estas políticas. Para ello, habida
cuenta que el período de gobierno es de cuatro años, se debe proponer un plan trienal que permita a la gestión comenzar y terminar con propuestas reales y realizables, único camino para
que la Argentina pueda nuevamente gozar de credibilidad en la comunidad de naciones.
Colegas de países de América del Sur me han sugerido en numerosas oportunidades que la
Argentina debe recuperar su lugar —perdido— de liderazgo regional. Para ello es primordial contar
con una nueva dirigencia nacional … o formarla.
En síntesis, se debe poner el acento en:
Como podrá apreciarse, todos estos temas están íntimamente relacionados y de ahí la necesidad
de desarrollar un Pensamiento Estratégico, una Planificación Estratégica.
Sugerencias relevantes
Desterrar del discurso político conceptos o términos como progresismo, género, feminismo,
lenguaje inclusivo, etc. La sociedad está hastiada de su utilización. Del mismo modo, alejarse
de todo lo que implique socialdemocracia, neomarxismo y agenda global.
Argentina debe
tener su propia agenda.
Deben emplearse “ideas fuerza”.
Para implementar un Proyecto Estratégico Nacional se requiere armar un equipo multidisciplinario,
evitando a rajatablas los advenedizos y los jugadores amateur, los cuales ya han pululado por
los diversos organismos en 38 años de supuesta democracia.
Vale aquí recordar una frase de Peter Drucker:
«La mejor manera de predecir el futuro es crearlo».
Los argentinos debemos crear nuestro futuro.
Argentina necesita Voluntarios para su reconstrucción.
“En medio del caos, también existe la oportunidad”.
Sun Tzu
Invitación/Convocatoria: la presenta propuesta puede estar sujeta a variaciones pero ante todo se trata
de una convocatoria para quienes consideren que pueden contribuir en la formación de un espacio de
debate para crear un futuro para la Argentina. Los espero en: jreyes1@ceid.edu.ar
* * *
* Licenciado en Historia (UBA). Doctor en Relaciones Internacionales (AIU, Estados Unidos). Director de
la Sociedad Argentina de Estudios Estratégicos y Globales (SAEEG). Autor del libro “Inteligencia y
Relaciones Internacionales. Un vínculo antiguo y su revalorización actual para la toma de decisiones”,
Buenos Aires: Editorial Almaluz, 2019.
* * *
Referencias
[1] Marcelo Javier de los Reyes Giménez. Inteligencia y Relaciones Internacionales: un vínculo antiguo y su revalorización actual para la toma de decisiones. Buenos Aires: Almaluz, 2019.
[2] Pedro Baños Bajo. “Geopolítica e Inteligencia”. En: Fernando Velasco, Diego Navarro, Rubén Arcos (eds.), La inteligencia como disciplina científica. Madrid: Ministerio de Defensa y Plaza y Valdés Editores, 2010, p. 24-25.
Notas Relacionadas:
LA APREMIANTE NECESIDAD DE RECUPERAR LA INDUSTRIA DE LA DEFENSA
ARGENTINA Y SU INEXISTENTE PODER BLANDO
POLÍTICA DE DESTRUCCIÓN DE LA DEFENSA NACIONAL