UNA SUPERPOTENCIA EXHAUSTA
Autor: Pat Buchanan (*)
Traductor: Santiago González (@gauchomalo140)
Nota original: https://gauchomalo.com.ar/una-superpotencia-exhausta/
Porque entraron a las dos grandes guerras del siglo XX sólo a último momento, cuando ya las demás grandes potencias se habían desangrado mutuamente, y porque sobrevivieron al imperio soviético en la Guerra Fría, los Estados Unidos emergieron, en palabras del presidente George H. W. Bush como “la última superpotencia”.
Lo teníamos todo. Éramos la “nación indispensable”. Avizorábamos el futuro más lejos que nadie. Podíamos imponer nuestra “benévola hegemonía mundial” a la humanidad toda. Y fue por eso que nos lanzamos a crear un “nuevo orden mundial”, embarcándonos en sucesivas guerras en Irak, los Balcanes, Afganistán, otra vez Irak, Siria, Libia, Yemen. Y en ese empeño, nos desangramos, nos extraviamos, nos agotamos, nos desgarramos, hasta que medio país se hizo eco de la consigna de campaña de George McGovern en 1972: “América, vuelve a casa”.
Y mientras proseguíamos nuestra cruzada por un nuevo orden mundial, la Rusia de Vladimir Putin se recuperaba lentamente de su aplastante derrota en la Guerra Fría, y China comenzaba a alejarse de la sombra de los Estados Unidos hasta convertirse en el más poderoso rival enfrentado jamás por la Norteamérica moderna.
Ahora, la hegemonía estadounidense es desafiada en todas partes: en la Europa del este, en el medio oriente, en el sudeste asiático, en el Asia oriental. Y los retos provienen de autócratas unidos en su decisión de reducir la presencia de los Estados Unidos en su parte del mundo. Todos los adversarios de los Estados Unidos tienen algo en común: nos quieren lejos de su barrio.
Luego de la humillante retirada del presidente Joe Biden en Afganistán, Ucrania es el escenario del último desafío, desencadenado por el emplazamiento de unos cien mil soldados rusos en las fronteras de Ucrania.
Puesto que él mismo provocó esta crisis, es difícil que Putin retire sus fuerzas sin alguna seguridad tangible de que Ucrania nunca habrá de ser miembro de la OTAN. Y puesto que ningún aliado de la OTAN ni vecino de Ucrania ha mostrado disposición alguna a enfrentar a Rusia en beneficio de Ucrania, lo más probable es que Putin se salga con la suya. Ni Georgia ni Ucrania serán invitadas en el futuro cercano a sumarse a la OTAN, cualquiera sea la política de “puertas abiertas” de la alianza.
Un segundo miembro del frente mundial antinorteamericano es Irán.
Se dice que los Estados Unidos e Irán están próximos a renovar el acuerdo nuclear desconocido por el ex presidente Donald Trump. Sin embargo, la persistente amenaza de Irán y sus aliados radicalizados, como los rebeldes hutíes en Yemen, las milicias chiítas en Siria e Irak, y Hizbolá en el Líbano, habrá de complicar seguramente cualquier esfuerzo de los Estados Unidos por desentenderse de un medio oriente que ha consumido tantos de nuestros afanes y recursos desde el ataque a las Torres Gemelas.
En el Asia oriental, China ha vuelto a incursionar con aviones militares en la Zona de Identificación para la Defensa Aérea de Taiwán, y nunca ha cedido un palmo en su reivindicación de esa isla de 24 millones de habitantes, ex aliada de los Estados Unidos. Una vez que se resuelva la crisis de Ucrania, casi seguramente Taiwán va a ocupar rápidamente su lugar en el tapete.
Si no enfrentamos a Rusia en beneficio de Ucrania, ¿por qué iríamos a la guerra con China para defender la independencia de Taiwán cuando, este mes hace 50 años, el presidente Richard Nixon y Henry Kissinger declararon que Taiwán era “parte de China”?
Corea del Norte a reanudado los ensayos con sus misiles balísticos y de crucero. Y Pyongyang no va a abstenerse eternamente de probar sus armas nucleares y sus misiles balísticos intercontinentales. La cuestión es saber cuánto falta para el próximo enfrentamiento. Y, así como no hay disposición nacional estadounidense alguna para pelear por Ucrania, es difícil creer que 70 años después de haber despachado 350.000 soldados a Corea del Sur volvamos a enviar un ejército de esas dimensiones para combatir al Norte.
En resumidas cuentas: el equilibro de poder se desplaza continuamente. Y en este nuevo siglo se ha desplazado en favor de los adversarios de los Estados Unidos, todos los cuales desean ver nuestro repliegue. Mientras el ex presidente George W. Bush nos alertaba sobre un “eje del mal” que incluía a Irak, Irán y Corea del Norte, su actual sucesor enumera a Rusia, China, Irán y Corea del Norte, un eje mucho más formidable. Más aún, el poder relativo de los Estados Unidos y su disposición a usarlo son hoy mucho menores que lo que lo eran en tiempos de George Bush.
En la nueva correlación de fuerzas, Corea del Norte se ha convertido en una potencia nuclear de pleno derecho cuyos misiles balísticos intercontinentales puede hacer impacto en los Estados Unidos. Las fuerzas armadas rusas son mucho más imponentes que dos décadas atrás. China ha superado a cualquier potencia rival de los Estados Unidos, y nuestros aliados son cada vez menos poderosos y menos firmes en su alianza.
Al mismo tiempo, los Estados Unidos ha acumulado una deuda nacional más grande que toda su economía. Sus déficits comerciales alcanzan niveles sin precedentes. Sus fronteras son derribadas por migrantes de todo el mundo. Y su disposición para intervenir, comprometerse y pelear por la democracia pocas veces ha sido tan baja.
El mundo pone a prueba a la última superpotencia, y no es probable que recibamos calificaciones tan altas como las que obtuvimos al término de la Guerra Fría.
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* Ex asesor de los presidentes Richard Nixon, Gerald Ford y Ronald Reagan, aspirante a la presidencia de los Estados Unidos en 1992 y 1996. Su último libro es Nixon’s White House wars: The battles that made and broke a president and divided America forever.
© Patrick J. Buchanan.
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Versión castellana y notas © Gaucho Malo.