GERSCOVICH: LOS PER(R)OS DE MILEI

 

Los per(r)os de Milei

 



“¿De qué tiene miedo? Aquí solamente estamos nosotros,

 el viento y los perros.”

Il Gattopardo, Giuseppe Tomasi di Lampedusa





Autor: Maximiliano Luis Gerscovich (@_Max_Gerscovich)


Hoy, domingo 22 de octubre de 2023, este gris suburbio de un mundo que se desgarra a sangre y fuego, se permite la veleidad de unas elecciones que cambiarán todo para que no cambie nada. Hace unos meses tenía varias razones para poner una boleta en la urna, hasta hoy solamente me quedaban algunas, y ahora ya son un voto en blanco. Dos años atrás, un aparente movimiento nacía de las ruinas del trauma colectivo, del sufrimiento por una enfermedad maldita esparcida por todo el planeta, un aire fresco llegaba para reverdecer a una sociedad reseca, hundida en la bruma del agobio diario, venía a insuflar vida a un pueblo cansado.

 

“I’m as mad as hell, and I’m not going to take this any more!”

El líder providencial era un personaje que, antes de ponerse a la cabeza de la gesta, no me despertaba mucho interés, no me entretenían sus batallas aturdidas en el circo romano de la televisión, aunque siempre deseaba su triunfo y nunca me rasgué las vestiduras biempensantes por sus modales acordes a la dinámica de esos shows. Más que el amor al bloque completo de sus ideas, algunas de las cuales sigo compartiendo, siempre me unió a él el espanto a sus enemigos, que eran y siguen siendo los míos, esa quinta columna de colaboracionistas o directamente sirvientes de la hegemonía globalista, el gobierno de facto mundial que ya no tiene ni la digna hipocresía de enmascararse y se muestra con descaro como lo que es: una superestructura política, económica, social y cultural, creada y sostenida por un enjambre de élites decadentes y degeneradas que abrazaron la demencia del posmarxismo en todas sus vertientes, desde el feminismo misándrico al ambientalismo misántropo, pasando por la esquizofrenia depravada de la ideología de género, como aparato teórico de justificación y propaganda de todas sus perversiones, una distopía que intenta controlar y dominar la vida del primero al último de los seres humanos y que tampoco oculta su siniestra finalidad malthusiana de acabar con buena parte de esas vidas, exterminándolas en el vientre materno o, ya fuera de él, de todas las formas que sean necesarias, diría Malcom X. Si el útero es el lugar en el que un ser humano corre mayor riesgo de ser asesinado con la complicidad, la logística y la financiación del Estado, todo aquel que enfrente sin ambigüedades esa abyección en principio va a contar con mi simpatía, especialmente cuando levanta esa bandera de defensa de la vida en el corazón del régimen infanticida, que tiene en su puño a las actuales usinas de manipulación de masas que antes supieron ser medios de comunicación, industrias culturales y academias, resabios de una civilización en descomposición, refugios asaltados, cooptados por los clanes de mediocres maliciosos e ignorantes denominados  “intelectuales orgánicos” por Gramsci. Aquellos artesanales instrumentos del saber y la elevación moral y espiritual del pueblo fueron metamorfoseados ominosamente en órganos de desinformación, empresas de entretenimiento basura y un sistema de adoctrinamiento escolar para la producción industrial de repetidores de slogans y frases prefabricadas, el ejército de autómatas que sostienen a la dictadura global.

 

La Armada Brancaleone

Esa maquinaria que todo lo abarca llamó y sigue llamando “peligroso” a este predicador gutural, y cuando vi esa etiqueta tan burda multiplicarse hasta el paroxismo a través de esos medios robóticos de repetición, supe que tenía que sumar mi voz, mi acción y todo lo que pudiera aportar a esa cruzada de un hombre contra aquel enemigo omnímodo. No advertí, como sí lo hice hace ya unos meses, que, si ésta era la primera cruzada, entonces también terminaría como la de Pedro el Ermitaño (Amiens, c. 1050 - Neufmoustier, 1115), la llamada “cruzada popular” o “campesina”, un rejunte de entusiastas sin formación ni recursos militares, tan espontánea como rocambolesca, que fue aniquilada antes de llegar a Tierra Santa. Desde ese momento en que identifiqué al movimiento como una Armada Brancaleone, me preguntaba si su destino era la tragedia o la farsa, de acuerdo a la definición de Marx sobre la idea hegeliana de la repetición de la Historia. Y es que este movimiento es una catedral que comenzó por la aguja en vez de los cimientos. Aprovechando el momentum mediático, empezaron por la batalla electoral antes de dominar la territorial, donde se juega la viabilidad y el destino de todo gobierno. Mal que les pese a sus exaltados adictos, carenciados de toda formación intelectual (que desprecian) y política (que en el fondo temen), se equivocan cuando dan por ganada una batalla cultural en base a un par de arrebatos de incorrección política potenciados en los espejismos de las redes sociales, tienen demasiado apetito por la destrucción del viejo régimen en vez de dedicación en la cocina del nuevo, se desgañitaron con aullidos para esconder su impericia para la creación de una armonía que organizara las nuevas voces, se conformaron con el ocio de la demolición para evitar la ardua labor de la arquitectura, al grito de guerra “¡Afuera!” se embriagaron de guillotinas ilusorias, como sans-culottes digitales bebiendo por fin la ponzoña de la revancha contra los estatócratas de un Versalles del subdesarrollo levantado sobre la miseria popular, parásitos que bien ganada tienen la repulsa de los que trabajan y producen. Así, el líder se hizo candidato, y detrás de él -o debajo-, se conformó a las apuradas una comparsa grotesca de cualunques aspirantes a cargos para los que no están preparados, con algunas honrosas excepciones de gente valiosa que va a rifar su buen nombre cuando la ignominia los alcance a todos.

 

 

The Manchurian Candidate

Entonces el candidato de La Libertad (me refiero al personaje, no a la persona) empezó a parecerse demasiado al Candidato de Manchuria, un Goldstein diseñado en el Ministerio de la Verdad con la maestría maquiavélica para la tergiversación que caracteriza a los inventores de la posverdad, que destruyeron toda noción de realidad, de objetividad, de imparcialidad, para implantar en las sociedades el culto a una subjetividad emocional, caprichosa, que destruye el conocimiento, aborrece la lógica y está haciendo involucionar a la humanidad a un estadio de infantilismo en el que es fácil de ser engañada y sometida. Los brujos del domo global de ninguna manera iban a permitir que un interno díscolo les revolucione y les dirija uno de sus manicomios, como ya había sucedido en Estados Unidos y Brasil, loqueros que rápidamente fueron reasignados a los sirvientes de la burocracia una vez sofocadas sendas aventuras de otros dos estrambóticos bajo cuyas exitosas administraciones el aquelarre no pudo dar rienda suelta a su malignidad y por cuatro años el mundo tuvo algo de paz. Quizás el plan que la geopolítica atroz asignó a nuestro país, escenario alejado de los focos de conflicto que en el otoño boreal tienen en vilo a la humanidad, sea el oasis de una “primavera liberal” efímera como la de Praga, solamente para que la sociedad escarmiente cuando este barco mal diseñado, mal construido, con materiales de tan mala calidad, se incruste contra cada iceberg que el mismo sistema ya tiene desplegado en un mar de lágrimas.

 

Y la nave va

En lo que a mí respecta, me acerqué de todas las formas que pude, di una mano cuando me la pidieron, modesta, no me deben a mí nada de lo que lograron, traté de ayudar en lo que creo que más puedo aportar, intenté crear una asociación de artistas, académicos, comunicadores, productores y técnicos de la cultura, a la que denominé “Arte y Pensamiento por la Libertad” (APL), para dar un respaldo a este proyecto desde un sector plagado de enemigos declarados, dediqué tiempo y trabajo a la redacción de un manifiesto, a la elaboración de un video de presentación y a la creación y administración de canales de difusión para esta iniciativa. No les interesó.

No me guardé críticas cuando debían ser dichas, en especial cuando se obró mal en el único ámbito en el que se podía constatar idoneidad por parte de los dos diputados del movimiento, a la postre integrantes de la fórmula presidencial. A estas críticas legítimas, por la incomprensible negativa a votar la declaración del 18 de julio de cada año como Día de Duelo Nacional, en homenaje a las víctimas del atentado terrorista perpetrado contra la sede de la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA), se me respondió públicamente con falsedades y tergiversaciones. Recién salido de una operación de cáncer y a seis meses de otra, que me debilitaron mucho, en ese momento preferí no romper lanzas, archivar mi profunda decepción e incluso mi indignación, en pos de no poner palos en la rueda de lo que todavía me parecía un medio viable para llevar al poder algunos de los principios que yo sigo creyendo que deben guiar a un gobierno de y por el pueblo, teniendo siempre como contexto que las otras dos fuerzas que compiten por el mando del país son impúdicamente brazos ejecutores de la desgracia y la miseria pasada y presente de nuestra Patria, a la que asolaron con esa mezcla infame de indecencia e incompetencia. Todo lo que propuse, incluso mi asesoramiento ad honorem en el área de cultura, en el mejor de los casos cayó en un saco roto maleducado y, en el peor, tuve que aguantarme que caídos del catre que juegan a ser superhéroes con nombres de fantasía en una red social me hicieran escándalos, me injurien o me silencien. Se han escuchado inexplicables disparates, declaraciones absurdas y afrentas gratuitas que intentaron lavar con autoindulgencia apelando al cliché de la “frase desafortunada”, como si elucubrar sinsentidos tuviera algo que ver con la suerte. Se practicó el deporte de la negación reiterada de la realidad para no ver falencias propias y no prepararse para amenazas futuras, se ejercitó la ignorancia y el regodeo en la ignorancia como homenaje permanente a Dunning y Kruger, la prepotencia y una avidez malsana de poder bajan por esta pirámide desde un sector de la cúspide hasta una porción demasiado extendida de la base, un movimiento que tomó la forma de una secta, acorde a esta era sectaria en la que los humanos despojados de humanidad se agrupan en torno a tribus que reflotaron el pensamiento mágico y prohíben a sus adictos todo cuestionamiento, no ya al líder ni a la estructura, sino a toda forma de duda o de pensamiento propio que sofocan con obediencia. Una palabra fuera de libreto los aterroriza y los violenta. A fuerza de insistir, en general de un modo poco convincente, yo pretendí cambiar un signo de una época que es común a todas las sociedades del mundo, porque no son solamente ellos, en los demás espacios hay ejemplares iguales o peores. Los Farabutto que ofician de consejeros del rey lo embaucaron con prendas políticas imaginarias, lo hicieron salir al ruedo desnudo y la masa enceguecida odia al que lo señale. Se saben débiles e improvisados, por eso tratan de clausurar todas las ventanas con postigones y cerrojos, para que ninguna brisa les derrumbe su malhecho castillo de naipes, y así viven en la oscuridad que los salva de ver sus propios monstruos. Yo también pequé en todo este tiempo por soberbia y desconexión con la realidad, me creí capaz de mejorar este barco fantasma, pensé que mi mano también movía el timón y podía enderezar el rumbo.

Me hicieron saber de mil maneras que no me quieren en su fiesta, ya es hora de que me baje antes de que zarpen, a lo lejos los veré bailando en la cubierta cuando nos estrellen a todos bajo una nueva noche sin estrellas de nuestra oscura historia, porque ya no hay muelle donde quedar a salvo, yo también siempre fui y seré parte de su naufragio, y no habrá orquesta que siga tocando.

 

Maximiliano Luis Gerscovich


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