CONVICCIONES
Eligen entre la bronca y la desazón lo menos “malo” que siempre termina siendo peor.
Lógicamente hablan en función de lo que creen y creen en función de la información que disponen, a la que adhieren sin efectuar análisis ni recurrir a investigaciones sobre su autenticidad, solo repiten lo que por afinidad, simpatía o sentimiento les parece correcto.
Hasta se muestran extremadamente apasionados e incluso cuasi-agresivos con sus interlocutores defendiendo posturas, en forma tan enfática como si hablaran idiomas diferentes y no se comprendieran a veces diciendo lo mismo. Cada uno queriendo ser el dueño de “la verdad”.
Este fenómeno, hace que en una reunión de dos argentinos existan sobre el mismo tema unas cinco opiniones diferentes, todos nos sentimos argentinos, pero vemos nuestra argentinidad con pena a veces y otras hasta con vergüenza.
Como decía Arturo Jauretche “El argentino es vivo de ojo y zonzo de temperamento" y parece no haberse equivocado mucho en esa reflexión, por lo menos, cuando a veces oímos muchos decir que el gobierno de turno no representa a nadie.
Pero a la hora de votar, aparecen los miembros de una casta, que es la opción de la partidocracia de los más “vivos” de los argentinos “vivos” que se postulan para gobernar la Nación. Lo que se ofrece al electorado es una opción entre partes de un todo.
Los Ciudadanos constituidos en electores, con nula posibilidad de otra participación que el voto, donde no se los deja elegir salvo entre opciones que les presentan los unos y los otros y todos que son uno, eligen entre la bronca y la desazón lo menos “malo” que siempre termina siendo peor.
Los candidatos, como venimos diciendo siempre, lo son por propia conveniencia y no por el bien común. Haciendo propuestas inverosímiles de beneficiar a los más, para sólo beneficiarse en forma corporativa junto a todos los integrantes de la casta que conforman.
Sin otra convicción que vivir de los ingresos públicos, protegidos entre todos por un sistema partidocratico, verdadera estafa a la Nación y traición a los votantes, al pueblo y a la Patria imponiendo ideas importadas desde el globalismo contrarias a la cultura popular y a las tradiciones argentinas.
Ante esto hay dos caminos, la resignación o la resistencia, es muy de argentinos el “no se puede hacer nada” o el hacer catarsis despotricando envalentonados a espaldas de los políticos, pero reaccionando en forma obsecuente ante la presencia concreta de un funcionario.
En la tarea de resistir, observamos que casi siempre están las mismas personas, que a veces parecen predicar a las piedras, todos están de acuerdo en que están siendo estafados, que les están robando el futuro, que los acorralan con una incertidumbre y temor paralizantes.
Que se despilfarran dineros públicos permanentemente con la excusa del bienestar de muchos, pero con sólo el beneficio de algunos pocos, siempre son los menos los decididos a la acción para además de hablar, hacer y oponerse explícitamente a todo este sistema denigrante de la argentinidad.
Todo argentino bien nacido debe reaccionar. Se despilfarraron montones de dinero en proyectos truncos y en sostener la incapacidad e ignorancia en el poder de las distintas administraciones del Estado Argentino. Pero lo peor se malgastaron capacidades, conocimientos y en definitiva se malograron vidas.
Primero se transformó en mendicantes a montones de personas y después con el verso de la “pobreza” se los incluyó como tales; estratificándolos pobres en lugar de propiciar su integración a una sociedad capaz de dimensionar a sus integrantes mediante el propio esfuerzo.
Lo componentes de esta casta política han puesto hoy a toda nuestra argentina al borde de un colapso social de tal magnitud que no se puede descartar que terminemos en un enfrentamiento de todos contra todos, podemos percibir la mayoría de la población angustiada, enojada, cuando no aterrorizada por las circunstancias.
Vemos nuestro país, sacudido por la pérdida constante de las libertades del hombre, se nos quiere imponer un “colectivismo” contra-natura, debemos resistir como podamos. Debemos reconquistarnos para poder reconquistar el patriotismo sumergido en nuestro sentido nacional.
Marcos Kowalski
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