EL ESTADO NO PRODUCE RIQUEZA
"El estado no produce riqueza".
Juan Bautista Alberdi
Comentarios sobre el libro "Sistema Económico y Rentístico para la Confederación Argentina", de Don Juan Bautista Alberdi, Parte I "DISPOSICIONES Y PRINCIPIOS DE LA CONSTITUCIÓN ARGENTINA REFERENTES A LA PRODUCCIÓN DE RIQUEZA", Introducción y Capítulo I "Consideraciones Generales".
Todos le reconocemos al Alberdi el haber sido uno de los grandes inspiradores de la Constitución Nacional. El libro que estamos leyendo trata fundamentalmente de eso: de la Constitución. Ahora bien, ¿qué es la Constitución? ¿Por qué es importante?
En principio se lo podría definir como una norma jurídica, una más de las miles que tiene cualquier estado moderno. Podemos avanzar un paso más y decir que es la ley que se halla en la punta de la jerarquía, la ley más importante y la que no puede ser derogada, anulada o contradicha por cualquiera de las normas inferiores.
Todo esto es cierto, pero insuficiente.
La Constitución es la norma que regula fundamentalmente al poder político: a la capacidad que tiene el Estado para influir en nuestra vida y comportamiento con todos los medios que pueda, incluso la violencia.
Todo esto es cierto, pero insuficiente.
La Constitución es la norma que regula fundamentalmente al poder político: a la capacidad que tiene el Estado para influir en nuestra vida y comportamiento con todos los medios que pueda, incluso la violencia.
¿Cómo logra eso? Principalmente a través de dos técnicas:
1) La distribución de ese poder entre diferentes órganos.
En principio, el poder estatal es ilimitado, en tanto tenga ese monopolio de la fuerza. Concentrar ese poder en una sola persona implicaría que esa persona podría ser dueño de nuestras vidas (con todo lo que engloban). Por eso, ese poder está distribuido en diferentes órganos: la función ejecutiva se la dan a una persona llamada Presidente, pero no puede dictar leyes o ejercer funciones jurisdiccionales. Para lo primero tenemos al Congreso, dividido en dos cámaras y para lo segundo, a los numerosos tribunales distribuidos a lo largo del país. No solamente eso, sino que también distribuyó el poder entre diferentes niveles: la Nación, las provincias y los municipios. Todos estos órganos se hallan en sana tensión y se deben controlar entre ellos, impidiendo que uno de ellos abuse de sus facultades. En suma, organiza al Estado.
En principio, el poder estatal es ilimitado, en tanto tenga ese monopolio de la fuerza. Concentrar ese poder en una sola persona implicaría que esa persona podría ser dueño de nuestras vidas (con todo lo que engloban). Por eso, ese poder está distribuido en diferentes órganos: la función ejecutiva se la dan a una persona llamada Presidente, pero no puede dictar leyes o ejercer funciones jurisdiccionales. Para lo primero tenemos al Congreso, dividido en dos cámaras y para lo segundo, a los numerosos tribunales distribuidos a lo largo del país. No solamente eso, sino que también distribuyó el poder entre diferentes niveles: la Nación, las provincias y los municipios. Todos estos órganos se hallan en sana tensión y se deben controlar entre ellos, impidiendo que uno de ellos abuse de sus facultades. En suma, organiza al Estado.
2) El poner límites al poder.
Reconocer que hay ciertos aspectos donde ese poder no puede ser usado. No puede matar o encerrar sin juicio. No puede quitar la propiedad sin indemnización previa y ley. No puede establecer aduanas interiores. No puede censurar. No puede impedir trabajar. Cualquier intento de avanzar sobre esos límites es nulo y debe ser impedido.
Reconocer que hay ciertos aspectos donde ese poder no puede ser usado. No puede matar o encerrar sin juicio. No puede quitar la propiedad sin indemnización previa y ley. No puede establecer aduanas interiores. No puede censurar. No puede impedir trabajar. Cualquier intento de avanzar sobre esos límites es nulo y debe ser impedido.
En este libro que empezamos a leer en conjunto, Alberdi habla de la Constitución. Pero no hace un análisis de cómo debe distribuirse el poder ni sobre cómo debe ser el federalismo. Todo eso ya lo expuso en las Bases. Aquí habla de cómo las normas inscritas en la Constitución impiden que el Estado se entrometa en la economía, que no es otra cosa que gran parte de la vida de las personas. La economía es trabajar, es gozar de los frutos del trabajo, es disfrutar de la propiedad, es la posibilidad de ser libre a riesgo propio. Busca entonces explicar cómo cualquier regulación económica exagerada es en realidad una violación a lo dispuesto por la Constitución.
Muchos llamarán a estas limitaciones «antidemocráticas», ya que entienden que lo que decide cualquier mayoría circunstancial debe ser ley. Pero justamente para eso tenemos constituciones, para evitar que una mayoría eventual pueda avanzar sobre las garantías individuales. Es común la comparación con Ulises y las sirenas: el héroe griego decidió atarse, limitarse, para poder escuchar su canto sin estrellarse contra las rocas, obnubilado por su música. Debemos entender eso, ciertos discursos pueden ser muy tentadores, pero encierran una trampa. Debemos guiarnos por los límites que nos han impuesto los constituyentes, ya que son la única forma de progresar.
En el libro hay una frase que nos debe quedar marcada a fuego: el Estado no produce riqueza, puede ayudar al privado a producirla (cumpliendo sus funciones, asegurando el transporte, brindando seguridad, siendo confiable y predecible), o puede entorpecerla. Cualquier norma que vulnere la libertad económica, es decir, la posibilidad de trabajar, de producir, de usar y gozar de la propiedad, va a entorpecer la creación de riqueza. En medio de la maraña de regulaciones, de excesos de poder, burocracia e impuestos que nos aquejan, debemos retirarlas de un plumazo y volver al análisis de nuestra norma fundamental que nos presenta Alberdi en esta obra.
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