COOPERACIÓN NACIONAL

 

"En Unión y Libertad", lema de la Nación Argentina.

Autora: Camila Da Silva Tabares


Argentina está sumida en una crisis económica estratosférica que no pasa desapercibida y ocupa desde tapas en noticieros internacionales hasta conversaciones de café barrial. Podríamos pasarnos horas discutiendo sobre si el problema es el Estado, el gasto público - y lo son- y cual teoría económica o receta mágica - ya que el Presidente no cree en los planes- deberíamos aplicar. Sin embargo, el deterioro económico posee otras causas que resultan del rol de nuestras instituciones y los valores que a ellas dan cimiento y por el concepto de Nación que nos llevó a cooperar y alcanzar la prosperidad en algún momento de esa historia nacional que hemos olvidado. 

Empecemos por la importancia del “mito” que lleva a la cooperación desde el comienzo de la revolución cognitiva por la que atravesó la humanidad; como sostienen varios autores (1), la cooperación es requisito indispensable para el progreso de una sociedad. Dicha capacidad de cooperar se da a raíz de un mito o creencia en común que logra canalizar los esfuerzos de una sociedad al lograr que todos se sientan identificados con algo, que logren cooperar en pos de ese objetivo o ideal, sea  este la religión, la idea de Nación, los valores morales y/o la ética o incluso la moneda fiduciaria. Sin la existencia de este mito o creencia en común, la cooperación se dificulta e incluso en el siglo XXI se imposibilita si enfrentamos a los distintos actores sociales a través de las fake news y/o mensajes populistas. Sin cooperación, no hay progreso.  Y en el medio, producto de la cooperación y los valores imperantes en la sociedad, se consolidan las instituciones que cimientan y posibilitan el progreso económico y el orden social tales como la Constitución, los órganos administrativos, la división de poderes, entre otros.

¿Qué pasa en Argentina? Si bien el panorama internacional es un tanto globalista y la idea de naciones imperantes no tiene tanto peso como lo tuvieron en el siglo XX, sigue siendo un gran “mito” o creencia en común que posibilita la cooperación entre connacionales y motiva el sentimiento de pertenencia hacia su territorio. Lamentablemente en Argentina para muchos la idea de Nación resulta inexistente o les genera rechazo, anulando así todo nexo entre habitantes del suelo argentino que facilite la cooperación, y esto no es casualidad, parecería ser una política de Estado desnacionalizar a nuestros habitantes y tergiversar los hechos y símbolos que nos unen como sociedad y posibilitan nuestra cooperación.

El destrozo histórico- cultural de nuestra Argentina pasa desapercibido ante semejante crisis económica, sin embargo, sucede minuto a minuto que el Gobierno intenta destruir todo símbolo de cultura nacional y unidad entre argentinos, incluso el asado de los domingos, que para la gran mayoría de los argentinos hoy resulta inaccesible. Para fundamentar mi afirmación, los invito a reflexionar:

¿Qué queda de ese artículo 17 de la Constitución Nacional que garantizaba el derecho de propiedad e inspiró a miles de inmigrantes a apostar por la Argentina?  ¿Queda algo de él luego de las tomas de tierras en el interior, el intento de expropiación a Vicentin, la ley de alquileres, las alícuotas impositivas confiscatorias y demás ultrajes a la propiedad privada?

¿Qué queda de esa Nación que conquistó la Patagonia? Mapuches cortando rutas y usurpando terrenos.

¿Qué queda de la autonomía de las provincias de los que trata el preámbulo de la Constitución Nacional? Nada, las provincias son títeres del poder central a cambio de porcentajes de coparticipación, que el presidente demostró poder modificar a su antojo por Decreto, logrando provincias subordinadas al Ejecutivo.

¿Qué queda de ese modelo –discutido- de “granero del mundo”? Ahora el Gobierno prohíbe exportar, desincentiva mediante retenciones estratosféricas e incluso dificulta el acceso a insumos importados destinados a la siembra y cosecha.

¿Qué queda de nuestras históricas relaciones comerciales con Brasil? Actualmenter Brasil uscó otro socio comercial a raíz de la prohibición de exportaciones y cada vez estamos más cerca de China y Rusia, hipotecando nuestra soberanía por ningún beneficio  más que un swap que nadie entiende por una base militar en Neuquén. Incluso la “neutralidad” de las relaciones internacionales que nos han identificado como Nación ha sido modificada por abierto apoyo a regímenes violatorios de derechos humanos como Venezuela y acercamientos al partido comunista chino.

¿Qué queda de nuestros próceres nacionales? Ni siquiera los billetes, más temprano que tarde saldrán de circulación Rosas y Belgrano por la imparable inflación, como ya lo hicieron San Martín y Bartolomé Mitre.

Creemos que un par de pilotos comerciales y azafatas que fueron a Rusia a buscar vacunas con una aerolínea deficitaria son héroes, pero ¿qué decimos sobre los pilotos de Malvinas cuya táctica es estudiaba en escuelas militares del mundo? Nada, casi nadie recuerda ni respeta nuestros Veteranos de Malvinas.

¿Qué queda de ese país que atraía a los inmigrantes por sus oportunidades de movilidad social y su alto PBI comparado con los demás países? Hoy los propios jóvenes huyen del país a causa de la falta de oportunidades y la miseria que impera, además de que tuvimos en 2020 una de las mayores caídas del PBI.

Creemos que somos un territorio rico en recursos y que tenemos una gran extensión territorial donde somos soberanos, aunque nuestros recursos marítimos son robados por barcos pesqueros extranjeros – mientras el presidente habla de “soberanía alimentaria” para expropiar empresas- mientras miles de argentinos pasan hambre y cedemos territorio a China para establecer una base de la que nadie se entera lo que pasa dentro.

Recitamos en nuestro himno “Libertad, libertad, libertad” mientras permitimos que el Presidente nos encierre y vulnere toda libertad civil por un decreto en contra de toda norma constitucional y jurisprudencia de la Corte Suprema.  Y hemos llegado al punto de que en Formosa operen centros clandestinos de detención con la excusa del covid-19.

Creo que es claro, están destruyendo todo símbolo de cultura histórica argentina, todo lo que nos identificó como Nación en algún momento de nuestra historia. Y sigo, ¿Qué somos los argentinos para el mundo? ¿Qué nos representa ante la comunidad internacional? ¿La inflación desmesurada? ¿Los papelones de Alberto con los gráficos con datos falsos de otros países que salieron a desmentir diversas embajadas del mundo? ¿La corrupción? ¿Un pornozoom en diputados? ¿Pobreza arriba del 50%? ¿Chicos sin clases hace un año mientras los casinos abren?  ¿Sólo eso somos como Nación?

Y si le preguntamos a los propios argentinos – sobre todo a los jóvenes- qué es la Argentina, las respuestas no serían mejores. ¿Qué es hoy Argentina para los propios argentinos? ¿Un país “inviable? ¿Un infierno tributario? ¿Un país sin oportunidades laborales? ¿Un país sin justicia ni seguridad jurídica? ¿Un antro populista?

La destrucción de todo símbolo histórico y cultural es inimaginable, esencialmente la intromisión en el concepto de familia, la cual también es unidad esencial de una sociedad que progrese. Bajo esta situación, es utópico pensar que los argentinos podamos cooperar, construir instituciones sólidas y finalmente obtener el progreso económico cuando es política de Estado destruir todo lazo que nos una como Nación para así enfrentarnos, destruir el tejido social  sumiendonos en la miseria y perpetuarse en el poder a costa de la destrucción de nuestra soberanía, pero todo ello pasa desapercibido ya que las miradas están completamente en la economía.

Y que quede claro; los argentinos tenemos Patria, tenemos Nación, tenemos un pasado de lucha y gloria que nos unirá para siempre, tenemos un territorio que defender, tenemos Héroes de guerra a quienes honrar, tenemos un sector agrario que exporta alimentos al mundo a pesar de la pesificación, de la imposibilidad de importar insumos, y por todo ello debemos luchar y defender. No habrá jamás progreso económico sin cooperación que posibilite instituciones sólidas, y para ello es necesario recuperar nuestra cultura y valores patrióticos. Y recuerden, nadie ama a su Patria porque es grande, sino porque es suya.

 

(1) Harari, Yuval. Homo sapiens, de animales a Dioses.

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