LO QUE HAY QUE HACER
Autor: reaxionario el amigo de ustedes (@reaxionario)
Javier Milei presidente: un par de claves para barrer con la casta
Como muchos de ustedes ya sabrán, he decidido apoyar a Javier Milei en estas próximas elecciones. Creo que el Cielo nos ha regalado un Trump y no podemos darnos el lujo de ignorarlo. Si se me permite la metáfora, los fariseos de la derecha pueden seguir esperando su mesías tranquilos: yo pongo mi fe en este. Miedo a equivocarme no tengo y estoy convencido de que no vendrá nadie mejor a salvarnos — al menos en el futuro cercano. Es hoy.
Hay que entender que esta es una oportunidad histórica de cambio de régimen. Si se desperdicia, no habrá segunda chance en mucho tiempo. Como dice la Biblia, el postrer estado será peor que el primero, y ni usted ni yo queremos vivir en un país en el que la casta, con fuerzas renovadas, recupere el poder tras un fracaso de nuestra parte. Miren a Estados Unidos desde 2020 y sabrán a qué me refiero.
Por lo tanto, me voy a tomar el atrevimiento de ofrecer a nuestro futuro presidente y su entorno algunos pensamientos. Con algo de suerte, entre todos lograremos un reboot permanente de la República Argentina, retomando el camino de grandeza del que nos desviamos hace casi un siglo.
Para empezar, hay que tener claro que Milei asumirá con todo en contra. Si pretende cumplir sus promesas, sus principales enemigos serán todos aquellos que lucraban con el “antiguo régimen”— desde políticos hasta planeros crónicos, pasando por periodistas, académicos y otros empleados públicos.
Cada uno de ellos usará lo que tenga a mano para sabotear a nuestro gobierno, forzar la renuncia del presidente y restaurar el viejo orden tan pronto como sea posible — antes de que la gente se acostumbre al cambio.
O sea, el momento de máximo peligro será el principio. Intuyo que la mayoría de sus votantes — aún parcialmente escépticos — esperará que el flamante presidente le haga frente a la situación sin prestarle demasiado apoyo en el sentido de “poner el cuerpo”. Si logra prevalecer, la conversión de los incrédulos será masiva, pero hasta entonces deberá arreglárselas solo. No puedo sobre-enfatizar lo crucial que será el primer trimestre. Si se hacen las cosas bien, el tiempo estará de nuestro lado.
Ahora bien, de ninguna manera recomiendo — reconociendo que no soy quien para recomendar nada — comenzar el mandato a la defensiva, sino todo lo contrario. El inicio, aun siendo el tiempo de mayor riesgo, es cuando se debe introducir la mayor cantidad de medidas posible. Lo que no se haga entonces será muy difícil de hacer más adelante. Si la disyuntiva es shock o gradualismo, siempre hay que elegir el shock. Sé que Milei es consciente de esto, pero no hay que olvidarlo.
Por este motivo, las reformas deben hacerse de manera rápida y sucesiva — una especie de blitzkrieg político, aunque haya que dejar de dormir por algún tiempo. Cualquier atisbo de duda será interpretado como un signo de debilidad: hay que actuar sin demora, anulando toda capacidad de reacción de las fuerzas de la casta. En ese sentido, el tiempo está del lado de ellos: si no logran derrocar al nuevo gobierno enseguida, se dedicarán a ponerle trabas y esperar pacientemente su derrota. Hay que evitar a toda costa que eso suceda.
Además, muchos de los cambios —aunque necesarios — resultarán inicialmente antipáticos para buena parte de la población, por lo que es imperativo llevarlos a cabo lo antes posible, mientras la confianza del nuevo régimen está en su punto más alto.
En relación a esto, sería un gran error optar por la moderación para intentar ganar apoyo del otro bando. Querido Javier Milei — ellos ya lo juzgaron. Para ellos usted es Videla; es Hitler; es fascismo y odio. No hay forma de hacerlos cambiar de opinión, por lo que no hay motivo para buscar un camino intermedio, si ya lo acusan de las peores barbaridades.
Y con todo esto me refiero no sólo a medidas económicas sino también a la lucha contra la inseguridad. Se debe avanzar contra el crimen de manera implacable. Usted será acusado de represor y mil cosas más, pero debe mantener el coraje y recordar que su mandato es el de restaurar el orden. Como dice Maquiavelo, “con poquísimos ejemplos de severidad, serás mucho más clemente que los príncipes que, con demasiada clemencia, dejan engendrarse desórdenes acompañados de asesinatos y rapiñas.”
Lo que mata es la anarquía, y más precisamente en nuestro caso la anarcotiranía — es decir, un status quo en el que los delincuentes tienen cada vez más libertad de acción mientras que el ciudadano honesto es sometido a un número creciente de controles y regulaciones.
Sospecho que su propuesta de “quien las hace las paga” tiene que ver con poner fin a esta injusticia, y espero que no le tiemble el puso para aplicarla. Repito — para la casta y sus esbirros usted siempre será el demonio, haga lo que haga. Querer quedar bien con todos sólo lo llevará a ser odiado por propios y ajenos. Ese fue el gran error de Mauricio Macri, y por su inoperancia el kirchnerismo volvió en 2019. Ahora es momento de sepultar a ambos.
Mientras más fuerte y determinado se muestre, menos vulnerable a un golpe será el nuevo gobierno, y mejor parado quedará para una reelección. Como dijo Bertrand de Jouvenel:
“¿Acaso se levantó el pueblo contra Luis XIV? No, sino contra el buenazo de Luis XVI, que ni siquiera permitió que sus guardias suizos dispararan. ¿Contra Pedro el Grande? Tampoco, sino contra el bonachón de Nicolás II, que ni siquiera quiso vengar a su querido Rasputín. ¿Contra el Barba Azul de Enrique VIII? No, sino contra Carlos I, que tras algunas veleidades autoritarias, se había resignado a seguir viviendo sin amenazar a nadie. Y, como decía Mazarino, si no hubiera abandonado a su ministro Strafford, no habría llevado a la horca su propia cabeza.
Estos reyes murieron no por su tiranía sino por su debilidad. Los pueblos erigen el cadalso no como castigo moral del despotismo sino como sanción biológica de la impotencia.”
Lejos está de mí querer decirle a Milei qué hacer, pero haga lo que haga, que por favor no dude. Desde ya, confío en que sabrá proceder como corresponda.
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