SIN GOLLETE

 

Fragata ARA Libertad.


Autor: Juan Martín Perkins  


“Campo en alerta” es un grupo de whatsapp para reportar episodios de inseguridad en el ámbito rural.

Por error, sin querer, envié un posteo que debía ir para otro grupo.


Se refería a la sanción que el ministro de Defensa le aplicó al General Soloaga por el contenido de su discurso en el acto del día de la Caballería.


Alguien preguntó quién era el “hijo de puta” autor del posteo y si no sentía vergüenza.


Reparé el error, eliminé el mensaje y pedí disculpas por no haber respetado la naturaleza y “los códigos” del grupo.


El resto de los integrantes hizo silencio, salvo una persona, que expresó que el grupo era solo para urgencias y que las discusiones debían tratarse en privado.


Igualmente, no pude evitar pedir desagravio para mi madre, ya que si se ofende en público, el desagravio debe ser público.


No recibí ninguna respuesta.


Ahora, desde mi columna, donde no me subordino a códigos de silencio ni a ninguna culpa ni vergüenza, quiero contar el motivo por el cual soy un hijo de puta, según la policía del pensamiento.


El insulto de hoy es por “afirmacionista”. 


Soy un hijo de puta por afirmar que el ministro que aplicó la sanción es un ex terrorista que protagonizó un mito popular nunca desmentido y que lo colocó en el atentado terrorista perpetrado el 4 de Julio de 1975, durante el gobierno constitucional de María Estela Martinez de Perón, en el bar “El Ibérico” de la ciudad de Buenos Aires que mató a 2 víctimas civiles inocentes.


Está claro que es más fácil insultar que desmentirme.


Es más fácil ocuparse de la honra de mi madre que desmentir que Soloaga obró con total corrección y no merece ninguna sanción, cuyo objeto queda a las claras, sólo pretende hacer barullo para poder seguir alimentando el negocio de la orga.


Es más fácil putear que encontrar una mancha en la foja de servicios del general en toda su carrera. 


Desde la guerra contra el terrorismo, en Las Malvinas o la defensa del Regimiento 3 de Infantería de La Tablada, siempre intachable.


Soy un gran hijo de puta, pero no puedo evitar defender la honra de un soldado condecorado con la medalla al valor en combate por su actuación en Malvinas.


Lo sanciona un terrorista por haberse solidarizado con sus camaradas que sufren en prisión y con sus familias.


Cualquiera que lea su discurso puede ver que no hay reivindicación ni apología sino un acto cristiano de una persona honorable y correcta que no viola el código de disciplina militar y por el contrario, ajusta su conducta a la Constitución Nacional y sus leyes.


Pero yo soy un hijo de puta perdido en una sociedad acostumbrada al silencio indiferente.

Para reflexionar, transcribo las palabras del Arzobispo Fulton Sheen:


"La negativa a tomar partido en cuestiones morales importantes, es en sí misma una decisión. Es una aquiescencia silenciosa al mal. La tragedia de nuestro tiempo es que aquellos que todavía creen en la honestidad carecen de fuego y convicción, mientras que aquellos que creen en la deshonestidad están llenos de convicción apasionada”.


El ministro Taiana sancionando al General Soloaga es un gran sin gollete argentino, como el ministro De Pedro recibiendo la Fragata Libertad, siendo hijo de quien asesinó a la hija del Almirante Lambruschini.


Pero el hijo de puta soy yo.


Juan Martín Perkins.



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Agradecemos la difusión del presente artículo:  

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