DON PANCHO

 

Don Pancho ganó gran prestigio y autoridad moral para que su voz fuera escuchada y considerada por el indio.


Autor: Juan Martín Perkins   



Allá por mis 25/30 años, me dediqué a la venta y distribución de vinos y licores.

Eran tiempos económicos penosos de finales de Alfonsín, hasta que llegó la presidencia de Menem y el humor cambió rápidamente. Argentina cae y rebota periódicamente.

La empresa tenía galpones en la localidad de Tapiales, partido de La Matanza.

Esos años emprendedores en que hice mis primeros ahorros para poder casarme y formar mi familia, me recuerdan a la “Chacra de Los Tapiales”.

Como “Don Pancho” yo también tenía el sueño de irme al interior a vivir en el campo.  

La Chacra de Los Tapiales es un lugar histórico ubicado en el Mercado Central de Buenos Aires. 

Por allí pasaron los hermanos Liniers, Don Francisco Hermógenes Ramos Mejía, sus hijos Exequiel, Francisco y Matías, sus yernos Madero, el Capitán de Elía y el General Lavalle, entre otros…

Uno de sus propietarios fue Francisco Hermógenes Ramos Mejía alias “Don Pancho", un verdadero y auténtico progresista en el buen sentido de la palabra, no en el que tiene ahora.

El relato oficial, como ha sucedido históricamente desde 1.810 en que se inauguró la grieta argentina, se encargó de invisibilizar a la gigante figura moral que representó Don Pancho.

En aquellos tiempos, los límites de la civilización eran el río Salado, más allá solo había desierto, pajonales vacíos y temidos, especialmente, por la presencia del indio.

Don Pancho cruzó la frontera y se lanzó a poblar e integrar al aborigen a la civilización cristiana; tenía un plan productivo para desarrollar las pampas.

Por sus ideales predicados y por el ejemplo de vida personal, Don Pancho ganó gran prestigio y autoridad moral para que su voz fuera escuchada y considerada por el indio.

Ramos Mejía fue la voz de un profeta en el desierto que clamaba por su gente y los defendía de intereses que los despojaban con violencia de sus propiedades.

Transmitió un mensaje de paz predicando el Evangelio y desarrollando entre la sociedad aborigen el concepto de la lealtad.

Él fue leal a los compromisos asumidos con los indios, a quienes representó ante el gobierno, y los indios fueron leales a él.

Tal fue la amistad y admiración, que luego de su muerte secuestraron el cadáver se adentraron en las pampas y hasta hoy se desconoce el lugar de su entierro.

Bella historia la de Don Pancho y su familia, cargada de un romanticismo y lealtad que son la prueba de que no era imposible hacer las cosas de una manera distinta.

No entra en esta columna la historia de la familia, pero la pueden googlear. 

La Estancia Miraflores, en los pagos de Maipú, es un claro testimonio del pasado heroico de un país que nació de la mano de hombres leales y corajudos. 

Los Libres del Sur, La Columna de Bronce, capítulos de una historia de hombres que pasaron la vida a caballo combatiendo en las guerras de la independencia y las civiles hasta la batalla de Caseros.

Por supuesto, fueron hombres que no caben en el relato actual porque no fueron funcionales a la historia oficial que se cuenta.

En mi familia estamos acostumbrados, desde que nací la historia oficial le falta el respeto a mi inteligencia… y algunos hasta creen que la grieta empezó con Cristina.

Cuento esto porque mi madre es una Ramos Mejía, tataranieta de Don Pancho y pertenece a ese linaje histórico y fundacional de la Argentina que se hizo a caballo.

Ella le dio 8 hijos a un país que viene defraudando hace ya casi un siglo porque el orgullo por el linaje familiar es lo que mantiene viva la fe en nuestro país. 

Si se pudo, se puede. Lo haremos otra vez… ¿Entienden el apego a la tierra?


Juan Martín Perkins Ramos Mejía.


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