THE WRECKING BALL
They came in like a wrecking ball
En el fin de la calle Juncal, cuando muere en las vías de tren al 4600 había una casa enorme con jardín y pileta. Desde que me mudé acá, antes de que existieran las torres de alta gama, la espiaba. Era como una casa de una quinta, de techos de tejas esmaltadas negras, de ladrillos, de varios bloques articulados, con un jardín enorme sobre todo para estar en el medio de la ciudad, y una pileta.
Jacques Tati, M"i Tío". |
Cuando buscaba departamento para comprar, en 1999, después de mucho investigar, definí que el lugar ideal donde quería vivir era éste: Sinclair y Cerviño. Me concentré en este barrio, que un amigo mío diseñador de zapatos llamó con mucha gracia y entre nos Palermo Chic, delimitado por Santa Fe, Bullrich, Kennedy (antes Darragueyra) y Av. del Libertador.
En la cuadra donde planté bandera, al 2900, hay tres edificios parecidos, construidos por el mismo grupo desarrollador nefasto. Los tres están llenos de vicios de construcción con una administración, colocada a dedo por los constructores, que los defendieron muy bien de las acciones que les hubiéramos querido hacer. Hasta que finalmente, un “golpe de estado” los sacó a la mierda.
Era muy tranquilo porque Sinclair tiene sólo 4 cuadras de largo, entre Juncal y Libertador, y Juncal a esta altura, también, entre La Rural – o sea Fray Justo Sta. Ma. de Oro-, y las vías. A pesar de la ubicación no tenía mucho tráfico, a diferencia de Oro o Godoy Cruz, que son vías rápidas. Había muchos talleres mecánicos de autos. Estas coordenadas tienen muchos beneficios: En cuestión de transporte público es ideal: está a dos cuadras y media de Puente Pacífico –Santa Fe y Bullrich–, lo cual significa tren, subte y bondis, a dos cuadras y media de avenida del Libertador, lo cual significa el 130 directo al centro, salida directa a las autopistas Lugones, Cantilo, Illia y a la General Paz lo que significa a la Panamericana, Acceso Oeste su ruta. Y a metros en línea recta está aeroparque aunque haya que rodearlo íntegro para llegar a la entrada, sobre el río. Pero sobre todo amé la cercanía de las plazas de Palermo, el Rosedal, y los museos de Bellas Artes, Arte Latinoamericano, Arte Decorativo. Es verde y ventilada porque el viento sopla franco desde el río y las torres lo encajonan y limpian el aire de un plumazo. La única desventaja son las inflorescencias de los plátanos en primavera. Pero es un precio pagable. Los fines de semana eran como vivir en un barrio más alejado del centro. Era realmente silencioso e inclusive un poco oscuro a la noche.
Pero como está en Sanatorio de la Trinidad, la gente que circulaba era gente en problemas, con lo cual la inseguridad nunca fue demasiada, salvo en los momentos más álgidos del kernerato. En los ochenta había un par de restaurants bastante famosos, incluido uno donde mataron a Poli Armentano. Recién esta primavera están demoliendo ese edificio, abandonado durante varios años. Había una cuadra entera ocupada un organismo del gobierno, algo así como verificación vehicular, pero de hace treinta o más años, me contó un taxista que vivía acá. Creo que en ese predio es que construyeron Le Parc. Resistían el avance casas chicas, de pocos pisos. El barrio no tenía demasiado atractivo aparente, antes de que construyeran el Jumbo o la mezquita. No había muchos negocios más que la verdulería de los padres de las dueñas de Covello, La Cátedra, donde iban a comer los burreros, el Río Alba y alguna farmacia. No había ni quioscos y tenía que ir a comprar cigarrillos, cuando fumaba, al Automóvil Club en Godoy Cruz y Seguí.
Pero como está en Sanatorio de la Trinidad, la gente que circulaba era gente en problemas, con lo cual la inseguridad nunca fue demasiada, salvo en los momentos más álgidos del kernerato. En los ochenta había un par de restaurants bastante famosos, incluido uno donde mataron a Poli Armentano. Recién esta primavera están demoliendo ese edificio, abandonado durante varios años. Había una cuadra entera ocupada un organismo del gobierno, algo así como verificación vehicular, pero de hace treinta o más años, me contó un taxista que vivía acá. Creo que en ese predio es que construyeron Le Parc. Resistían el avance casas chicas, de pocos pisos. El barrio no tenía demasiado atractivo aparente, antes de que construyeran el Jumbo o la mezquita. No había muchos negocios más que la verdulería de los padres de las dueñas de Covello, La Cátedra, donde iban a comer los burreros, el Río Alba y alguna farmacia. No había ni quioscos y tenía que ir a comprar cigarrillos, cuando fumaba, al Automóvil Club en Godoy Cruz y Seguí.
Mi departamento mira hacia el norte. Una ubicación que asegura el sol a partir del mediodía. Durante muchos años tuve un balcón lleno de flores y plantas y mi casa tenía mucha luz. A las 12 y el sol me despintaba el plastificado del parquet si no tenía cuidado. Pero la zona fue cambiando, quizás sin remedio. Aparecieron otras moles como Quartier Demaría, Quartier de Oro y Quartier Juncal. Ahora están terminando el ‘Black’ en Juncal 4500 y otras torres gigantes por ejemplo en Sinclair al 3000 y en Godoy Cruz y Juncal, donde antes había dos hoteles alojamiento y los travestis y prostitutas buscaban trabajo. A veces volvía tarde de salir y me daba un poco aprensión caminarles por al lado sobre todo porque las de mi barrio eran altísimas y me parecían un poco ominosas.
En esa época el sanatorio de la Trinidad no había invadido el barrio como un cáncer, todavía.
Primero duplicaron la zona de cuartos para internación construyendo en el pulmón de manzana, invadiéndolo por completo. Después construyeron un edificio entero nuevo, donde establecieron un centro médico de consultorios externos sobre Sinclair. Ahora compraron y están demoliendo la casa del fondo de Juncal al 4600 y están ampliándo la clínica en un tercio más. Se llevaron puesta toda la franja paralela a las vías entre Cerviño y Juncal, lanzando una sombra ominosa en todos los edificios de alrededor. Cuando recién me mudé acá tenía sol toda la tarde. Aparecía después de las doce hasta el atardecer. Ahora sólo me llega una hora al mediodía, y menos de una hora después de las 5 de la tarde. Los árboles se llenaron de bichos y estos contagian mis plantas las cuales se apestan constantemente por la falta de sol. Es frecuente además que, como las veredas no están pintadas de amarillo porque se supone que las debe pintar la municipalidad y no las puede pintar el consorcio, no se puede salir de los garages porque la gente estaciona a la salida de los portones, con el pretexto de que va al médico. Es un caos. Además por Sinclair dejan hasta cinco o seis autos en doble fila esperando que el valet parking de la Trinidad los lleve a los estacionamientos que hay cerca de Santa fe. Empeoró todo la construcción del Hotel Dazzler Polo, también construido torciendo las disposiciones municipales porque se construyó apropiándose de un triángulo excedente que había que dejar libre obligatorio, de cuando no se dejó el lugar suficiente para el pulmón de manzana. Además se apropiaron de media vereda de la cuadra donde nadie más puede estacionar sino ellos. Y paran también en doble fila kombis y remises por lo que se bloquea el paso de la calle. Como consecuencia, los conductores, histéricos, se clavan a sus cornetas, alterando la tranquilidad de los vecinos, que amábamos nuestro barrio porque era tranquilo.
Ahora todos, incluidos los pacientes de La Trinidad, vivimos con los pelos de punta. A veces siento que hubo una lluvia de cohetes que se incrustaron en este rincón Palermo.
Siempre me gustaron las calles cortadas. En el fondo de Juncal, entonces, cuando muere en las vías, a la derecha, había un paredón de ladrillo, con la casa escondida, y frente al portón un plátano joven rodeado de una entrada para los autos hecha de adoquines. Todo eso voló. They came in like a wrecking ball [1] y reventaron todo.
Y ahora siguen agrandando la clínica. Está lleno de los autos que esperan a los del valet parking.
Y están excavando.
Y hay un camión que pasa veinte veces por día.
Y el embrayage le chifla.
Y me chifla el moño y quiero tirarle algo.