INTERESES MARÍTIMOS O EL NAUFRAGIO NACIONAL


Intereses Marítimos o naufragio nacional
Autor: Spenglerito (@sebaz3)

El miércoles 10 de octubre, el Ministerio de Defensa, la Armada Argentina y la Universidad de Buenos Aires realizaron el Seminario “Intereses Marítimos de la República Argentina” en los claustros de la Facultad de Derecho.
El evento contó con la presencia de tres expositores cualificados: el Dr. Ángel Tello, el Capitán de Navío, doctorado en Relaciones Internacionales (UNR) y actual Director de Intereses Marítimos, Horacio Terribile; y el Contralmirante (RE) VGM, Eduardo Castro Rivas. 

I.
Tello, histórico cuadro en el ámbito de la Defensa Nacional, que se desempeñó en el Ministerio durante diversos gobiernos desde el retorno democrático, abrió el evento con un encuadre basado en dos nociones que desarrolla desde hace años: la “incertidumbre estratégica” y la “vigilia estratégica”, que viene bien tenerlas presentes como marco dentro del cual tuvo lugar el resto de la conferencia. 

Para el caso, es interesante repasar estos conceptos: “Antes de 1990 vivíamos en un mundo de certezas, mundo en el cual, más allá de las disputas, se podía especular cómo reaccionaría el adversario u oponente. Esto ha desaparecido. Este es un planeta mucho más incierto, más complejo, de difícil comprensión, atravesado por la globalización que, como ya ha sido planteado, a través del “sálvese quien pueda”, el individualismo a ultranza y el fundamentalismo del mercado, quiebra la comunidad de valores y el sentido de pertenencia, hecho que dificulta aún más la gestión de los asuntos internacionales (…) En este contexto se desenvuelve la incertidumbre estratégica. Incertidumbre que guarda relación directa con una realidad conformada por Estados debilitados y con la inexistencia de un enemigo identificado. Estamos ante una realidad donde lo que predomina es la pluralidad de “otros (…) A la multipolaridad de actores estaduales se suma otra de actores exógenos y anómicos provocando el estallido del cuadro clásico de la competencia y la cooperación. Este es el marco de la incertidumbre estratégica que da lugar a la vigilia estratégica (…) durante la vigilia las fuerzas se mantienen en un actitud expectante o bien aguardando iniciativas del oponente que puedan cambiar la situación. Esto guarda relación con la incertidumbre acerca del futuro, incertidumbre que marca dificultades para adoptar decisiones y para establecer un proyecto político coherente en un contexto determinado de las relaciones internacionales” [1].



Dr. Ángel Tello
Tello, que acompañó los primeros tiempos de la gestión macrista desde el Ministerio de Defensa (conducción bajo Julio Martínez), no dejó de señalar que “en esta etapa” no puede aspirarse a una proyección de poder concreto en el ámbito marítimo. O sea; y lo digo yo: algo que no está entre los imperativos estratégicos de este gobierno, si es que tiene alguno, como tampoco estuvo entre los objetivos del gobierno anterior, más allá de alguna retórica inflamada y espasmos inconducentes en tal sentido. 
El expositor sugirió que se debe mantener una presencia adecuada para el logro de intereses y cumplimiento de objetivos: afirmación soberana en territorio marítimo, protección de sus recursos, seguridad de navegación, etc. 
Tello cerró su ponencia haciendo hincapié en la cuestión antártica y en la necesidad de mantener la presencia nacional, advirtiendo sobre la posibilidad de cambios en el régimen del Tratado Antártico (1959) en las próximas décadas, lo que puede generar nuevos escenarios y desafíos importantes para el sistema internacional bajo la incertidumbre estratégica. 
Recordemos que la totalidad de la pretensión de soberanía nacional sobre el Sector Antártico Argentino, que representa casi 1.5 millones de kilómetros cuadrados entre tierra emergida (965.314 km2) y espacio marítimo, se encuentra también reclamada por el Reino Unido y una parte menor por la República de Chile, con la salvedad de con que el país vecino existe una política de cooperación para con ese interés. O al menos, por ahora, la cooperación supera a la competencia. 
Actualmente, la doctrina y el planeamiento militar consideran al Sector Antártico como un escenario logístico donde opera el instrumento militar de la Nación; sus Fuerzas Armadas. A tales efectos existe el Comando Conjunto Antártico (COCOANTAR) que coordina la acción militar en ese contexto orientado por la política antártica trazada por los organismos nacionales. Cabe decir que pese a todas las limitaciones y déficits en materia de capacidades, nuestras Fuerzas Armadas ponen lo hay que poner para cumplir con esa misión. 
El statu quo que impera en razón del Tratado Antártico no obsta a que, como en toda situación estratégica, el escenario pueda modificarse a futuro dando lugar a mayor competencia en relación al último espacio terrestre aún sin explotar económicamente, si exceptuamos el creciente turismo antártico. 
Hay que tener algo en claro: en un continente cuya utilización está destinada a fines pacíficos, que no admite ejercicios militares, que se gestiona a través de un régimen de cooperación y que las actividades son esencialmente científicas… sobran militares. ¿Por qué? Porque sobran intereses estratégicos pasibles de ser “securitizados”. Y cuando hablamos de estrategia, hablamos de conflicto; ya sean potenciales o latentes. De eso se trata también la “incertidumbre estratégica”.
Al respecto, el sentido común indica que las dos actitudes vedadas para cualquier país que tenga estatus consultivo y reclamación original (como Argentina) en torno a la Antártida, son: 1) sacarle la cola a la jeringa en relación a un política antártica presencial y constante (o sea; dejar de estar, dejar de poner medios); 2) ignorar o soslayar el entorno estratégico mundial, cada vez más competitivo en materia de recursos y espacios entre los actores principales. O sea; entre las grandes potencias, tanto aquellas con reclamaciones sobre la Antártida (Reino Unido y Francia) como las que se hayan reservado ese derecho a futuro: Estados Unidos y Rusia. Por supuesto, el gigante chino tampoco está ausente de la política polar, como lo señala el británico Klaus Dodds, especialista en cuestiones árticas y antárticas en su obra “The Scramble for the Poles: The Gepolitics of the Arctic and Antarctic” (2015). Todo esto como parte del Gran Juego del siglo XXI. 

También de Dodds rescatamos aquella frase suya de 2007 sobre la Cuestión Malvinas: “Gran Bretaña acudió al rescate de los habitantes de las islas Falkland (sic) en 1982 porque estaba decidida a asegurar intereses estratégicos, basados en recursos a largo plazo, en el Atlántico sur y la Antártida” [2].




Dodds, que denomina “ansiedad cartográfica” a los legítimos reclamos argentinos en torno a las Islas del Atlántico Sur (como si el Reino Unido no la padeciera también respecto de la dorsal atlántica en la que tiene intereses protegidos militarmente y de su docena de rémoras coloniales), reconoce que el tema ocupa, desde la temprana instrucción escolar, un rol muy importante en el imaginario social argentino. Qué mejor, amigo Klaus

II. 
Por su parte el Director de Intereses Marítimos de la Armada Argentina, CN Terribile, se refirió a los desafíos que nuestro país tiene por delante en términos geopolíticos y estratégicos vinculados a la “otra” Argentina; la azul, la marítima, la insular y antártica. Es decir; de nuestra conexión con el mundo y con ese Gran Juego y sus principales actores. Desde ya, todos temas alergénicos a palomos y timoratos de escasa o nula visión estratégica. Cuando no directamente de kollabos de intereses antinacionales. 
La Armada Argentina en la Guerra del Golfo.

Terribile tituló su ponencia “Visión Estratégica Marítima de miras al Siglo XXI”, y repasó los principales aspectos de lo que debe ser una política y una estrategia marítima para la Argentina, abarcando desde la Defensa Nacional hasta la gestión del recurso pesquero. Abundó en la definición de poder marítimo, poder naval, necesidad de desarrollo de capacidades incluyendo industria naval [3], marina mercante, desarrollo y la presencia científica en el Atlántico Sur relativa a la pesca, minería, energía, y biodiversidad en el Atlántico Sur a través de la siguiente  fórmula: 


Poder Marítimo 
(Territorio + Población + Economía + Industria Naval + Tecnología + Poder Naval Militar) 
×
(Objetivos Estratégicos + Voluntad Política + Conciencia Marítima)


Sumó también la identificación de riesgos y amenazas en esa condición de incertidumbre. Claramente, uno de los objetivos de la estrategia es incrementar la propia capacidad de maniobra en relación inversamente proporcional a la reducción de la incertidumbre.  
El funcionario fue preciso respecto de riesgos y amenazas en el Atlántico Sur. Existe un poder extra-continental con capacidad ofensiva nuclear, miembro permanente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (esto significa poder de veto) y cofundador de la OTAN, que ocupa de forma ilegítima cerca de 1.7 millones de km2 de territorio argentino. Ese poder “piensa” a la relación con la Argentina en términos competitivos, lo que no obsta a que busque “cooperar” en aspectos puntuales y subordinados a la relación competitiva en términos globales, sabiendo que toda cooperación le genera beneficios gratuitamente). Esos términos competitivos se confirman con el mantenimiento de la guarnición militar de Monte Agradable; en los ejercicios militares regulares en las islas y en la geoestrategia y despliegue de poder que desarrolla Londres a lo largo de la dorsal atlántica desde el Ecuador a la Antártida, incluyendo a los territorios de Ascensión, Santa Elena, Tristán de Acuña, Cough, Islas Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur y el mismo Territorio Antártico, en colisión con los intereses argentinos.  
El elquipo que trabajó para lograr la nueva demarcación argentina.
Cabe recordar que la Cuestión Malvinas es el conflicto exterior más antiguo que mantiene la República Argentina (desde 1833) y que es de carácter multidimensional: político, jurídico, económico, estratégico y ambiental. 
Ante la leyenda urbana transformada en verdad suprema por obra y gracia de la Comandante Garré, en su paso por el Ministerio de Defensa durante el kirchnerismo, esto es: que “la Argentina no tiene hipótesis de conflicto” (2009), el actual Director de Intereses Marítimos sostuvo que, efectivamente, Argentina “no tiene una hipótesis de conflicto con el Reino Unido, SINO QUE MANTIENE UN CONFLICTO.” 

No hay actor estatal a nivel sistémico que no tenga conflictos, de cualquier qué tipo que sean. Porque si no hay conflicto quiere decir que no hay intereses; y si ambos no existen, tampoco hay posibilidad de hacer estrategia. Un actor sin estrategia revela que no tiene intereses y por ende, que no tiene conflictos. Entonces es un no-ser. Decía el Dr. Federico Frischknecht: “el conflicto es el estado normal de las relaciones entre los seres humanos”.
Por último, el expositor se refirió a lo que significa, en términos territoriales, el “Estado Argentino del Siglo XXI”, compuesto por un espacio continental de 2.791.810 km2; un Mar Territorial de 168.554 km2; una Zona Económica Exclusiva que representa 1.201.063 km2; una Plataforma Continental equivalente a 2.170.000 km2 y el Sector Antártico Argentino, cuya pretensión ocupa 1.355.597 km2. Estamos hablando de una superficie de casi 7.700.000 km2. 
Recordemos aquella imagen de la figura de nuestro país sobre Europa: Ushuaia se ubicaba en Lisboa y la Quiaca en Moscú. Y estamos sólo refiriéndonos a longitud (unos 4.500 km), ni siquiera a superficie…
El Capitán de Navío Horacio Terribile y el Contralmirante Edurdo Castro Rivas.

III.
Finalmente, el Contralmirante (RE) VGM Eduardo Castro Rivas, como miembro de la conducción del Instituto de Investigación y Estudios Estratégicos Navales, y desde un plano mucho más institucional, se refirió a los estudios estratégicos y actividades que desarrolla ese organismo, como el Seminario Taller de Difusión de los Intereses Marítimos, que se lleva a cabo anualmente con estudiantes de carreras de Ciencias Sociales afines al campo de la Defensa Nacional y de la Seguridad Internacional. Lo recomiendo. 
Todo lo vertido por los exponentes demostró un alto nivel académico, cuya fortaleza es contracara de una tremenda debilidad: no existen, desde hace años y en el seno de la dirigencia argentina, las nociones de estrategia, planeamiento, operatividad ni la voluntad para generar los medios adecuados destinados a la construcción de una Conciencia Marítima ni a la restauración de un Poder Marítimo a la altura de los desafíos, riesgos y amenazas por delante.   
Estamos hablando de intereses vitales de la Nación: aquellos reconocidos por la Ley 23.554 de Defensa Nacional en su Artículo 2º: “…la soberanía y la independencia de la Nación Argentina, la integridad territorial y capacidad de autodeterminación… la vida y libertad de sus habitantes”. Esos son los intereses que la Defensa Nacional, como la “integración y acción coordinada de todas las fuerzas de la nación para la resolución de aquellos conflictos que requieran el empleo de las Fuerzas Armadas” (mismo artículo) debe garantizar a través de sus órganos y de la especificidad del instrumento militar. 

Intereses vitales son aquellos por los cuales estamos decididos a ir a la guerra para defenderlos o promoverlos. Ello es lo que les da el carácter de vitales. Sí, dije guerra. Horror. Es tan bueno y sabio no quererla como no soslayarla.

La entropía en el ámbito de nuestra Defensa Nacional alcanza niveles de debacle. La relación PBI-inversión rondó, durante la última década y media, el 0,9% destinándose más del 80% de las partidas  al pago de haberes del personal (que aún cobra sumas en negro); restando cerca de un 10% para ejecución de operaciones y alrededor de un 5% o menos, para inversión en material. El nivel de pauperismo nos coloca a la zaga de la región cuyos gobiernos -desde la derecha conservadora a los populismos de izquierda-, han incrementado en el mismo período, la inversión a través de adquisición de material y hasta desarrollos propios. Parece que algunos lúcidos no vinculan tanto la ideología (una parcialización de la realidad) con los intereses vitales y supremos de la Nación y conservan un poco de vuelo intelectual y, mejor aún, de responsabilidad patriótica. 

Pero no sólo nos damos cuenta de la espiral descendente de nuestras capacidades de Defensa. Parece que el principal y secular adversario estratégico de la Argentina también tomó nota: “Argentina ha dejado de ser una fuerza militar capaz debido a los recortes” sostuvo, con solemne flema británica, George Allison, un columnista del UK Defense Journal en 2017 . Cabe preguntarse qué pensará hoy de esto Mr. Allison, mientras naufragamos en el grisáceo nirvana de LEBACS, LELIQS, devaluación, inflación, recesión, el gato Pandi y arriba de los parches globalistas que le ponen al gomón amarillo para que no se les hunda. 
En resumen; interesante seminario el que aquí se reseñó. Auspicioso también el hecho de que haya profesionales, con grado y cargo, que tengan las cosas claras y que manifiesten una orientación nacional en su pensar y en su hacer. 
El anhelo más profundo y honesto desde estas líneas es que todo ello aporte para la construcción de una Patria soberana y restaurada. Dije “Patria” y “Soberana”. Horror, palomas.



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“Ante todo, ármate” (Nicolás Maquiavelo).
“Debo estudiar política y guerra para que mis hijos tengan libertad para estudiar matemáticas y filosofía” (John Adams).
“A las naciones les llegan en su historia horas cruciales en las que deben defender su riqueza o su honor” (Juan Perón).


* * *

Agradecemos la difusión del presente artículo:  

* * *
Notas:

[1]   TELLO, Ángel Pablo, Nueva Visión Estratégica, Revista Relaciones Internacionales (UNLP), Vol. 11, N° 23, 2002. 
[2] https://www.theguardian.com/politics/2007/oct/19/antarctica.foreignpolicy
[3] El Congreso de la Nación aprobó a fines de 2017 el Régimen de Promoción de la Industria Naval Argentina (Ley 27.418) que fuera parcialmente vetada por el Poder Ejecutivo, vaciándola de operatividad al cancelar la aplicación del Fondo de Desarrollo de la Industria Naval Nacional (FODINN) y otros aspectos. 

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