EL DESFASAJE FATAL





El desfasaje fatal:
algunos comentarios sobre mi post en Restaurar



Por El Reaccionario (@altrightar)

Hace unos días Restaurar publicó amablemente uno de mis artículos, y quiero agregar algunas cosas.
El problema principal con toda ideología o religión es que plantea una imagen incompleta del mundo (incluyendo la tuya; especialmente la tuya). Aún las más rigurosas dejan mucho lugar para meter mano, y con el tiempo, luego de pasar por varias, se irá rompiendo, armando, desarmando, juntando con otras, o desapareciendo. Es memética 101.
Eventualmente, si sobrevive (si se adapta mejor que las otras), estará tan lejos de su punto de partida que la tarea de rastrear su origen será casi imposible. Casi.
De hecho, puede que la ideología/religión contenga en su estrategia adaptativa el renegar de su procedencia. Por otra parte, las ideologías/religiones con las que está emparentada pueden, por su propia estrategia adaptativa, favorecer la brecha.
Los cristianos evangélicos y los católicos, por ejemplo, si bien no se llevan bien entre sí, están de acuerdo en algo: no quieren tener nada que ver con el comunismo, aún cuando éste represente la sublimación de muchos aspectos de la doctrina cristiana. Es curioso como muchos no tienen problema en identificar rasgos comunistas en La República, pero el libro de Hechos o las mismas palabras de Jesús no les dicen nada. [1] [2]
¿Podemos culparlos? Claro que no. Nadie quiere cargar con los muertos. Pero bueno, en ese terreno pantanoso nos meteremos en otro momento. Vayamos ahora a nuestro problema principal como argentinos — la democracia.
No voy a ser yo quien les diga por qué la democracia es mala, porque yo doy por sentado que las personas que me leen lo saben, incluso no sabiendo por qué lo saben. Aquellos que todavía tengan algunas dudas, o que todavía convivan con el parásito de su educación cívica, que sigue alojado en su cerebro, pueden leer Democracy de Hans Hermann Hoppe o The Dark Enlightenment de Nick Land, y comenzar a extirpárselo ellos mismos.
Bástenos con decir que la democracia comenzó como una idea (noble, si se quiere), pero que con el tiempo fue tomando los rumbos que estaba destinada a tomar debido a su propia naturaleza:
Democracy might begin as a defensible procedural mechanism for limiting government power, but it quickly and inexorably develops into something quite different: a culture of systematic thievery. As soon as politicians have learnt to buy political support from the ‘public purse’, and conditioned electorates to embrace looting and bribery, the democratic process reduces itself to the formation of (Mancur Olson’s) ‘distributional coalitions’ – electoral majorities mortared together by common interest in a collectively advantageous pattern of theft. (*)
The Dark Enlightenment. Nick Land.
Esta es la clave, amigues: si van a lanzar una ideología, religión o “sistema de gobierno” al mundo, sepan que se les va a ir de las manos más pronto que tarde. Hay demasiadas variables a tener en cuenta, y está más que claro que el experimento democrático ha sido catastrófico. Si esto fuera una simulación, habrían dado por fallida la prueba a principios del Siglo XIX.
Como dije en el artículo de Restaurar, la democracia es aquello en lo que la democracia degenera. Y nuestra democracia ha degenerado en un gobierno que, fiel a la naturaleza humana, persigue sus propios intereses en lugar de oficiar de representantes, y mucho menos servidores, de sus gobernados. Por otro lado, el gobierno se encarga diariamente de alimentar el mito del ideal democrático para que los ciudadanos sigan yendo a votar aún después de décadas de decepciones, y una brecha entre funcionarios y ciudadanos que ya está tomando dimensiones abismales.
Y ese es el desfasaje fatal entre la intención del ciudadano bienpensante y la clase política: el intentar hacer coincidir por la fuerza los intereses de gobernantes y gobernados, cuando han tomado caminos opuestos.
Ahora bien ¿hay alguna manera de hacerlos coincidir? Quizás.
Yo estoy a favor de blanquear las cosas en la vida en general. Si existe alguna solución a este problema, creo que es hora de sentarse y decirse las cosas en la cara, porque este espectáculo lamentable de fingir todos los días nos está haciendo mal a todos ¿Han visto cómo cantan el himno los alumnos y los maestros en las escuelas? Esta es una nación cansada que ya ni las formas sostiene. Que los gobiernos admitan que trabajan para sus propios intereses, y que los ciudadanos admitan que eso es lo más natural. Esta farsa de los servidores públicos es insostenible — no funciona y no puede funcionar. Con razón tenemos tantos psicoanalistas.
Una vez que hayamos admitido lo ridículo de todo este montaje y nos hayamos dicho la verdad en la cara, habremos dado el primer paso. Nos habremos sacado un gran peso de encima — ese de tener que aparentar cada vez que cruzamos la puerta de nuestra casa a participar de la Gran Hipocresía.
[1] Ver The Socialist Tradition, Alexander Gray.
[2] Si alguno interpreta que estoy diciendo que Jesús era comunista o alguna de esas barbaridades, ahórrese la humillación pública y quédese callado.

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