HERMINDO Y JOVINA

Mural en Honor al Soldado Formoseño.
Autor: Juan Martín Perkins  

Dicen que el río Pilcomayo tiene una personalidad indomable y suicida. Creo que toda Formosa la tiene.

Hay que ser muy fuerte para vivir bajo las enramadas del monte, bajo un calor agobiante de ese que adormece hasta a las Yararás.

Se muy bien de lo que escribo, he cruzado el bañado La Estrella y me he llegado hasta Salazar, junto al río, límite con Paraguay. Ahí nomás de Lamadrid, la población de 50 habitantes donde vivían los Luna en su infancia, según cuenta Jovina.

Créanme, hay que ser muy argentino y tener muchas agallas para vivir en Lamadrid, Salazar, o en la mas civilizada “Las Lomitas”, donde terminaron los Luna, padre-madre y 13 hijos. Leíste bien, 13 hijos y entre ellos Hermindo y Jovina, protagonistas de esta historia bien Argentina.

Hermindo fabricaba ladrillos de horno a leña junto a 2 de sus hermanos cuando le llegó la hora del servicio militar. Tenía 21 años al escuchar el número del sorteo. Celebró que le tocara ejército y la suerte de que se quedaría en Formosa.
Así fue que cumplió con la Patria, presentándose en el Regimiento 29 de Monte con asiento en Formosa capital.

Hermindo pudo terminar la primaria recién a los 18 años. Tenía una fortaleza descomunal y había desarrollado una capacidad admirable para relacionarse con los animales en el monte. Solían decirle que era un salvaje con un coraje a toda prueba y pasión por el campo.

Jovina era 10 años menor que Hermindo y nunca había viajado en tren. Para su cumpleaños pidió a su padre si la llevaba en tren a visitar a su hermano al Regimiento. Don Jesús Esteban y Jovina tomaron el tren, se llegaron al Regimiento y pasaron la tarde del 1° de octubre con él. Al despedirse, Hermindo cantó el feliz cumpleaños y dio 10 tirones suaves de oreja a su hermana niña. Los acompañó hasta la guardia de la puerta 1 y les encomendó que abrazaran fuerte a su madre, doña Secundina Vázquez y le dijeran que pronto saldría de licencia y la iría a visitar.

Fue la última vez que Jovina vió a Hermindo. El 5 de Octubre de 1975 una ráfaga de ametralladora cortó en dos a Hermindo que murió como vivió. Indomable y suicida como el Pilcomayo que lo vió nacer, defendió a su Patria con coraje y bravura salvajes.
Al grito de “Aquí no se rinde nadie, mierda” ofrendó su vida por la patria y se transformó en leyenda.

Primero llegó el telegrama a Las Lomitas… 4 días después, el cuerpo.
Jesús Esteban, Secundina Vázquez y todos sus hermanos despidieron a Hermindo abrazando al cajón envuelto en la celeste y blanca. Todo el pueblo acompañó a la familia hasta la tumba.

Después vino lo que vino. Muy pocos conocen esta historia del intento de copamiento del 29 de Monte de Formosa. El relato se empeñó en invisibilizar el heroísmo. Se ocuparon de demonizar a todo lo que empuñara fusil vistiendo uniforme para defender a la Patria.

Las vueltas de la historia no tuvieron en cuenta a Jovina… que en su lucha por dar luz y honrar la memoria de su hermano, fue como la gota que orada la piedra de la indiferencia vil del relato.

Finalmente, la política prestó atención y vió que existe una demanda de honor.

No importa si es un vil acto de proselitismo, lo que importa es que el subteniente Ricardo Massaferro, el sargento Víctor Zanabria y los soldados Antonio Arrieta. Heriberto Ábalos, José Coronel, Dante Salvatierra, Ismael Sánchez, Tomas Sánchez, Edmundo Sosa, Marcelino Torantes, Alberto Villalba y Hermindo Luna tengan el reconocimiento que merecen.

Lo que merecen no es un subsidio para sus familias. Un “subsidio” sería una humillación más entre tantas de estos años.

Subsidio refiere a “dádiva”, ayuda que otorga el “magnánimo” gobierno a quien lo necesita.
Estos hombres, soldados de la Patria, no necesitan “ayuda”. Les corresponde el honor y la gloria de una condecoración y pensión nacional por sus actos de valor extremo ofrendados a la Patria. Eso no se llama subsidio.

Tampoco debería llamarse “indemnización” como han dado en llamar a lo que les dieron a los terroristas asesinos injustamente, ya que la palabra refiere a: compensación por un daño. ¿Qué daño se le hizo al terrorismo? ¿Derrotarlo?

Los terroristas están todos indemnizados y en el parque de la memoria. Los soldados de la Patria, a 44 años, parece que la política recién empezó a ver que, quizás, necesiten una dádiva.

Creo que a la política y a los actos de proselitismo les vendría bien un baño de conciencia repasando los significados de honor, gloria, patriotismo, coraje y justicia.

Digo nomás, como para ganarme otro repudio.

Juan Martín Perkins.


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