TIROTEOS EN SINALOA


Las Lecciones de los Tiroteos en Sinaloa
La Estrategia de Seguridad del Presidente de México no estaría funcionando


Nota original: https://www.economist.com/the-americas/2019/10/21/the-lessons-of-a-shootout-in-sinaloa

La batalla a mano armada en las calles de la ciudad mejicana de Culiacán fue, nuevamente, una historia del crimen organizado contra el estado desorganizado. Empezó como un intento de algunos soldados y miembros de fuerzas de seguridad de arrestar un objetivo muy preciado: Ovidio Guzmán López, cuyo padre, Joaquín (alias "El Chapo"), en algún momento dirigió el cartel de Sinaloa y actualmente está cumpliendo una sentencia a perpetuidad en una prisión de EEUU. Chapo Junior ahora dirige una de las facciones del grupo, junto a su hermano. Pero tan pronto como las fuerzas lo tomaron prisionero el 17 de octubre, los refuerzos familiares llegaron. Camiones fueron quemados, volaban las balas, los peatones abrazaban a sus hijos y corrían despavoridos. Al menos ocho personas murieron en el tiroteo. Superados en número los soldados dejaron libre a Chapo Junior.

Este fue un fracaso del gobierno mejicano digno de una novela. Tiroteos son comunes desde el año 2006, cuando el entonces presidente, Felipe Calderón, movilizó al Ejército para luchar contra las bandas de narcos. El Estado sufrió numerosas humillaciones, no siendo la menor el escape de prisión de El Chapo en el año 2015. Pero nunca un gobierno se había rendido en público frente al crimen organizado como ahora.

El despliegue de 30 tropas, sin perímetro seguro y sin soporte aéreo, sugiere que la operación de Culiacán fue mal planificada. Para hacer las cosas aún peor, algunos de los 50 compañeros de prisión armaron un motín. Se viralizó la imagen de soldados y narcos charlando amablemente en las calles. El gobierno, que intentaba presentar una historia medianamente coherente a la población, finalmente dijo que la rendición evitó una masacre.

El episodio de Sinaloa reveló lo que verdaderamente piensa Andrés Manuel López Obrados, el presidente populista de México, sobre este azote de violencia. Lamenta décadas de estancamiento económico que, argumenta, han empujado a los pobres a una vida criminal. Y es escéptico del uso de la fuerza para luchar contra los criminales. El 20 de octubre el Sr. López Obrador, conocido como AMLO, dijo que los presidentes anteriores "convirtieron al país en un cementerio" al "enfrentar fuego con fuego". Su plan de lucha contra el crimen se basa en una mezcla de planes sociales para los más jóvenes, lucha contra la corrupción y nuevos 60.000 miembros en la Guardia Nacional. No es suficiente.

El presidente predijo que, con su fórmula, los homicidios caerán en seis meses. Eso lo dijo en abril. Desde entonces la tasa de homicidios se ha incrementado. Este año el número de muertos superará los 33.000 del 2018. Que la carnicería de Sinaloa sucediera la misma semana en que masacraron a 14 policías en el estado de Michoacán, y que soldados mataran a 14 sospechosos criminales en el estado de Guerrero, ha sembrado dudas en que alguna mejora vaya a suceder. 

Es posible que ni el presidente ni Alfonso Durazo, su ministro de seguridad, autorizaran el fallido raid en Culiacán. Quien lo haya hecho, tal vez estaba en busca de un trofeo. Hubiera sido el primer gran triunfo de la Guardia Nacional, creada por el presidente este año. Los EEUU, quien ha requerido la extradición de El Chapo Junior bajo cargos de narcotráfico y que desea saber la locación del botín de U$S 13.000.000.000 que constituye su patrimonio, pueden haber presionado para este arresto. Uttam Dhillon, al frente de la DEA, visitó Sinaloa el mes pasado y se encontró con su gobernador, Quirino Ordaz Coppel. Como sea que haya empezado esta acción, la debacle dejó en claro que el gobierno es renuente a pagar el costo de arrestar a un narco de alto rango, dijo David Shirk de la Universidad de San Diego.

Cuando patear un nido de avispas

Sin control, las bandas cometerán crímenes tales como robo y extorsión, inducirán a la corrupción y terrorizarán a los ciudadanos. Pero su mera existencia no tiene por qué enviar los números de muertos a la estratosfera. Más bien, los números de muertos en México aumentan cuando las bandas son amenazadas por el estado, por un rival o por presión de grupos civiles. Los miembros de las bandas defienden sus territorios por la fueza. Cualquier intento del estado para moderar el poder de las bandas dispara cortos aumentos de la violencia.

Para los gobiernos deseosos de frenar la violencia, negociando con las bandas más que tratar de desmantelarlas, pareciera el más fácil camino hacia la calma. En El Salvador el gobierno secretamente armó una tregua entre bandas en el 2012 que bajó las tasas de asesinato. Cuando el gobierno del Sr. Calderón mantuvo una guerra contra el crimen organizado, se fijó desproporcionadamente en  los rivales del cartel de Sinaloa - levantando sospechas de que solamente estaba garantizando un pacífico monopolio al Sr. Guzmán Senior.La estrategia de los presidentes anteriores a AMLO de remover jefes causó peleas intestinas entre los eventuales herederos que se mataban los unos a los otros para ocupar los tronos vacantes. Bandas en desorden buscaron nuevas líneas de trabajo, como robo de combustible y se extendieron por todo el país.

AMLO puede estar armando una tregua implícita en la cual el estado y los grupos criminales tratan uno al otro con gentileza, comprando tiempo para que la erradicación de la pobreza haga su magia. En teoría, la operación de Cauliacán fue un desvío de esa estrategia más que una expresión de la misma. Pero los pactos pueden salir mal. Cuando la tregua en El Salvador terminó, la tasa de homicidios se duplicó.

La preocupación es que luego del retiro del estado de Culiacán, las bandas saben que si amenazan con un baño de sangre, lograrán su voluntad. AMLO les dio un incentivo para ser más violentos y para ser irracionales cuando son amenazados. Nada menos.

Aún si la tasa de asesinatos no baja porque el gobierno ataca a las bandas con menos agresividad, hay pocas razones para esperar éxito del plan a largo plazo de AMLO para disminuir el poder criminal. La bala de plata del presidente contra el reclutamiento - un crecimiento económico rápido - parece difícil de disparar. La Guardia Nacional pone a los mismos soldados patrullando las calles, con un logo nuevo en sus uniformes, dice Alejandro Hope, un analista de seguridad. Su despliegue por todo el país no siempre se corresponde con las tasas de violencia en cada territorio. Un décimo de las fuerzas se dedica a frenar la migración para complacer al presidente Donald Trump más que para pelear contra los narcos.

El plan de lucha contra el crimen de AMLO es "no una estrategia para mejorar las fuerzas de seguridad" asegura el Sr. Hope. Elementos de esa estrategia, como mejorar las fuerzas policiales locales, están ausentes.

Segundos después de que El Chapo Junior había sido liberador cuando internet se vio inundada por narcocorridos, con baladas alabando a los ganster que ensalzaban a su padre y su épico escape. "El atrevido gobierno fue a despertar al niño", dicen. "Ahora se despertó y no saben qué hacer".

Con algunos pequeños cambios, es la misma vieja canción de siempre.

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