Nota original: https://latribunadelpaisvasco.com/art/15298/100-fusaro-solo-la-tradicion-es-revolucionaria
La Tribuna del País Vasco
Autor: Carlos X. Blanco
Pese a su juventud, Fusaro en un pensador extremadamente prolífico y polémico. Hombre de vasta cultura, sus textos poseen toda la riqueza y barroquismo que un italiano impregnado hasta el tuétano de cultura clásica, filosofía idealista y marxismo, puede llegar a mostrar. Y eso es mucho. La editorial Letras Inquietas ostenta desde ahora el privilegio de contar con textos de éste gran provocador y profundo analista de la posmodernidad decadente. Es un lujo poder asomarse a las páginas de una filosofía en acción, como hubieran querido siempre que fuera la filosofía (praxis) todos sus grandes maestros: Fichte, Hegel, Marx, Gramsci, Preve...
Los textos fusarianos no siempre son fáciles. (...) Conscientemente, no hemos elegido esta vez algunos de sus breves artículos periodísticos (casi aforismos levemente desarrollados) como hicimos en otra ocasión, al publicar La Sociedad Abierta, sino artículos de perfil académico y de registro denso y sesudo, trabajos exquisitos que merecen la pena ser leídos. No obstante, el lector medio puede zambullirse con gusto en estas páginas, llenas de sabiduría. Son las páginas de un alumno de Gramsci que, desencantado con la deriva traidora de la izquierda oficial, rescata una filosofía de la praxis (que incluye un pensamiento marxiano) que conserve lo mejor y más sagrado de la polis, de la comunidad humana organizada: el mejor individualismo (que es siempre comunitario), el arraigo, la familia, la religión, la tradición, el trabajo y con él, el lado digno y estable de una existencia productiva.
Hoy, en un mundo donde todo es flexible, y todo se vuelve transitorio, precario y movedizo, hace falta esa vuelta al “lado activo” de la tradición fichteana, marxista, gramsciana. El pensamiento de izquierda se ha agarrado, en parte por culpa de los mismos lastres y confusiones del propio Marx, a la dogmática “materialista”.
Es triste, en nuestro hispánico suelo, ver cómo la obra ingente de auténticos pensadores como Gustavo Bueno, ha quedado atada de pies y manos con sus compromisos “materialistas” dogmáticos, con sus atávicos resabios “marxistas-leninistas”. Fusaro nos rescata, de manera provocadora pero fundamentada, al Marx “individualista”, al Marx “idealista”, al pensador que anhela recuperar la Comunidad Orgánica en donde el individuo realiza “la libertad” antes que una utópica o confusa “igualdad”.
Queda entendido que "marxismo" no es, ni mucho menos, la filosofía genuina de Marx, sino más bien el conjunto de adulteraciones y ampliaciones espurias surgidas de la mano de Engels, Kautsky y de toda una pléyade de epígonos más. Por el contrario, “filosofía de la praxis”, no es simplemente el nombre que Antonio Gramsci asigna a su propia interpretación del marxismo, marcadamente idealista-hegeliana (en diálogo crítico con los rivales/mentores de Gramsci, a saber, Gentile y Croce). Más allá de eso, la “filosofía de la praxis” es la continuación y aggiornamento del propio Marx filósofo. ¿Y quién fue el Marx filósofo? Un idealista.
El producto más acabado y autoconsciente del idealismo clásico alemán que, comenzando por las bases puestas por Kant, es fraguado por su discípulo Fichte: el idealismo que destaca "el lado activo" de la Filosofía. El sujeto no es un mero receptáculo de sensaciones, un pasivo almacén de sensaciones, y un sufridor de realidades materiales ajenas, entre las que él mismo se sumerge, como cuerpo viviente, como sustancia material pasiva. El sujeto es (muy por el contrario) quien “pone” (afirma, crea, produce) el objeto y lo transforma.
(...)
La filosofía de la praxis, además, es la filosofía inmamentista. El mundo es, todo él, un producto de la praxis histórico-social del hombre. Nada “real” queda fuera de la acción libre y
transformadora del hombre. Este planteamiento, radical y original, destaca Fusaro, procede no obstante de la Tesis XI sobre Feuerbach (1845) de Karl Marx, así como del “actualismo” de
Giovanni Gentile. En Gramsci, siguiendo las lecciones hermenéuticas que nos han brindado Costanzo Preve y Diego Fusaro (todos ellos, autores italianos, significativamente) tenemos la
clave para un “Marx no materialista”.
Un Marx no materialista significa ir mucho más allá de la “cuestión de los intelectuales”. Gramsci, el revolucionario sardo que muere joven, que escribe en la cárcel fascista sus famosos Cuadernos de Cárcel, no se limita a teorizar sobre el papel de los intelectuales y, en general, de los factores superestructurales, para llegar a conquistar “la hegemonía”.
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Nota:
El presente artículo es un extracto del prólogo de Carlos X. Blanco.