EMBARGO PETROLERO: UN TIRO EN EL PIE

 


¿Cómo impactará el embargo de EEUU?


Nota original: https://www.economist.com/finance-and-economics/the-wests-threat-of-a-ban-on-russian-oil-shakes-markets/21808059

Traducción: Hyspasia

Nota original en inglés al pie.

Nota de la traductora: el 8 de marzo de 2022 el gobierno de EEUU declaró un embargo sobre las compras de hidrocarburos y derivados. Al mismo tiempo comenzó negociaciones diplomáticas con Venezuela e Irán para levantar antiguos embargos. Dejó en facultad a los países de la Unión Europea a sumarse al embargo o no de acuerdo a su situación individual.


El nuevo sacudón en el mundo del petróleo

La amenaza de Occidente al comercio ruso sacudió el mercado del petróleo.

¿Cómo impactará el embargo de EEUU?

"Ahora en este momento estamos conversando con nuestros socios europeos y aliados en busca de coordinar una acción con el objeto de establecer un embargo a las importaciones de petróleo ruso". Con ese anuncio bomba el 6 de marzo de 2022, Antony Blinken, secretario de estado de los EEUU, puso al mercado internacional de petróleo en llamas. En las horas siguientes, el precio de West Texas Intermadiate (WTI), el parámetro norteamericano de crudo, subió más de un 9%. El crudo Brent subió a U$D 140 el barril, el doble de precio que el 1º de diciembre pasado, antes de caer a UD 123 al día siguiente, 7 de marzo. Se especula que el precio pueda llegar a U$D 200 el barril si la guerra en Ucrania se vuelve más dura.

Éste es el transfondo volátil que tuvo la reunión anual de petróleo más importante. Miles de ejecutivos y otros personajes, que incluyen jefes de Aramco (saudita) y ExxonMobil, el secretario general de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEC) y al secretario de energía, fueron a Houston para la CERAWeek [N. de T: actualmente en curso y hasta el 11 de marzo], la conferencia anual que organiza S&P Global, una firma de información financiera. El programa de esa semana incluía cuestiones de largo plazo como el cambio climático y la energía de transición, pero los eventos recientes aseguraron que la geopolítica eclipsara el resto.



Los mercado de petróleo están al borde de la cornisa por tres razones. Primero, hay creciente preocupación que la oferta pueda ser inadecuada para cubrir las disrupciones. La diferencia entre oferta y demanda era mínima ya el año pasado [2021]. El consumo de combustibles fósiles repuntó notablemente luego del paro de actividad debido a la restricciones establecidas por el covid. La Agencia Internacional de Energía (International Energía Agency, IEA), un predictor oficial, espera que la demanda continúe creciendo hasta llegar a los niveles pre corona virus al final del corriente año. Con el covid en retroceso por ahora, los norteamericanos están dispuestos a llenar los tanques de sus vehículos para el verano y la "temporada de manejar el auto".

Esto, sostiene Abhi Rajendran de Energy Intelligence, un editor de un medio especializado, significa que las firmas deben recomponer sus inventarios ahora, pero no lo están haciendo. El problema es que la oferta de petróleo se ha mantenido restringida como resultado de la caída de inversiones, además de factores relacionados con el covid. El cartel OPEC no ha podido cumplir con sus propias cuotas de producción. El Sr. Rajendran reconoce que el mercado ha subofertado alrededor de un millón de barriles por día (bpd) antes de que estallara la guerra en Ucrania. Eso empujó los precios a U$D 100 el barril.

La segunda razón del aumento de precios surge en respuesta a la afirmación del Sr. Blinken es el hecho de que Rusia, con sus exportaciones de 4,5 millones de bpd diarios de crudo y un adicional de exportaciones por 2,5 millones de bpd de refinados del petróleo, es el segundo exportador de petróleo mundial. Si todas esas exportaciones son cortadas abruptamente, el resultado de un embargo liderado por los EEUU o, si Putin decide bajar las exportaciones como arma de guerra, la economía mundial recibirá un duro golpe.

Para compensar, Occidente ha hechado mano a los stocks. La IEA anunció el 1º de marzo que los países miembro coordinarán desprenderse de unos 60 millones de barriles de petróleo de sus reservas estratégicas. El único momento en que la IEA ha hecho algo semejante fue durante la guerra de Irak y Kuwait en 1990, el huracán Katrina en 2005 y la guerra civil en Libia en 2011. Sin embargo, Damien Courvalin de Goldman Sachs, un banco, argumenta que esta liberación de stocks estratégicos por única vez empalidece ante la magnitud de las disrupciones de la exportaciones rusas. Reconoce que no podrá compensar la pérdida de las exportaciones rusas por largo tiempo.

Es más, ningún otro proveedor, ni una combinación de ellos, podrá incrementar sus volúmenes de petróleo lo suficientemente rápido para reemplazar la pérdida de las exportaciones rusas. James West de Evercore, un banco de inversión, reconoce que ni siquiera Arabia Saudita puede manejar un aumento de producción de un millón de barriles diarios por los próximos meses. La capacidad ociosa de la OPEC no llega a los dos millones de bpd. La producción petrolera está creciendo en Canadá, Brasil y Guyana, pero aún si suman todos el crecimiento es mucho menor al millón de bpd necesarios.

Es por esto que los diplomáticos de energía de EEUU trabajan a destajo y contrarreloj para encontrar nuevas fuentes de petróleo para compensar la caída de Rusia. Un territorio que están explorando es su propia producción de shale. Funcionarios federales de primer rango concurrieron a la CERAWeek, con la esperanza de seducir a los hombres fuertes del petróleo para que produzcan más oro negro. El lobby petrolero no está muy feliz con la administración Biden,  a la que ve obsesionada con el cambio climático y enemiga de los combustibles fósiles, así que las conversaciones comenzaron frías. Es más, la producción norteamericana de shale ya estaba programada para crecer un millón de bpd en el corriente año. Problemas en la cadena de suministros (uno de los petroleros se quejaba del precio de la arena, un componente viatal del proceso shale, triplicó su precio) impiden duplicar este objetivo, que en el mejor de los casos igual insumiría más de un año.

Uno de los caminos de acción que puede rendir frutos es levantar las sanciones contra Irán. Puede provocar un aumento de las exportaciones de crudo en medio millón de bpd dentro de los próximos seis meses y duplicar ese volumen en un año. La semana pasada pareció que se podía lograr un acuerdo entre Irán, los EEUU y la restantes naciones aliadas. Hubo un enfriamiento por demandas de Rusia que cualquier sanción de los EEUU a Rusia por la guerra en Ucrania no afecte el comercio entre Irán y Rusia. Los negociadores de los EEUU también hicieron públicas las negociaciones con Venezuela, otro país que sufre sanciones por parte de los EEUU, pero el Sr. Caurvalin reconoce que el país sudamericano sólo puede entregar medio millón de bpd adicionales dentro de este año.

La emergencia de "autosanciones" es la tercera razón por la cual los traders están preocupados. De un momento para otro las exportaciones de petróleo ruso se volvieron tóxicas aún antes de que los EEUU impusiera sanciones en forma abierta. Las sanciones anteriores había evitado tocar la energía, pero Fatih Birol, el jefe de IAE, hizo notar que eso no había impedido que la propia Rusia recortara sus exportaciones. "Hay una confusión en muchas partes del mundo sobre si comprar petróleo ruso afectará las sanciones o no", dijo. Como resultado, varias contrapartes se alejan de cualquier cosa que sea rusa.

Esto tiró al piso el volumen de exportaciones rusas antes de que EEUU instaurar el embargo. David Fyfe de Argus, un editor de un medio especializado en energía, reconoce que algunos de los 2 millones de bpd de petróleo ruso ya "ha sido sacado del mercado de una manera u otra". Los mayores jugadores petroleros del mundo Occidental han sufrido fuertes presiones para limitar el uso de crudo ruso, así como productos refinados. Aún firmas de India y China, habitualmente relajadas alrededor de las sanciones impuestas por EEUU, evitan hacer negocios con empresarios rusos, operados por rusos o que utilicen buques mercantes rusos, o puertos rusos. Cuando se supo que Shell hizo un negocio de 20 MM de U$D al comprar una carga de crudo ruso desprendida de apuro y con descuento por la contraparte, luego de hacer propaganda de que se desprendía de activos asociados a GazProm, la firma sufrió escarnio público, y salió rápidamente a anunciar que esa ganancia la destinarían a un fondo de ayuda a Ucrania.


Una situación resbalosa

El embargo de EEUU a Rusia sobre el petróleo plantea un dilema para los EEUU. De un lado, los líderes de Occidente quieren castigar a Rusia por su agresión sin tener que mandar tropas a Ucrania, y la energía es la más poderosa de las herramientas que todavía no han usado; la mayor vulnerabilidad rusa es su descomunal exportación de energía. Por otro lado, precisamente porque las exportaciones son tan grandes, cortarlas todas de una vez puede desestabilizar la economía mundial. El FMI advirtió el 5 de marzo de las consecuencias de la guerra y de las sanciones económicas serían "muy serias" y si la situación escala, podrían convertirse en "devastadoras".



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The new oil shock
The West’s threat of a ban on Russian oil shakes markets

How an embargo will reverberate

“WE ARE NOW talking to our European partners and allies to look in a co-ordinated way at the prospect of banning the import of Russian oil.” With that bombshell announcement on March 6th, Antony Blinken, America’s secretary of state, set global oil markets ablaze. In the hours that followed, the price of West Texas Intermediate (WTI), the American benchmark crude, shot up by more than 9%. Brent crude soared to nearly $140 a barrel, double the price on December 1st, before dropping to $123 on March 7th. There is now speculation that oil could touch $200 a barrel if the war in Ukraine gets uglier.

That is the volatile backdrop to the oil industry’s most important gathering of the year. Thousands of energy executives and other grandees, including the bosses of Saudi Aramco and ExxonMobil, the secretary-general of the Organisation of the Petroleum Exporting Countries (OPEC) and America’s energy secretary, have come to Houston for CERAWeek, an annual conference put on by S&P Global, a financial-information firm. This week’s programme encompasses long-term issues like climate change and the energy transition but recent events ensure that geopolitics will dominate the gabfest.



Oil markets are on a knife edge for three reasons. First, worries are growing that supply may be inadequate to cover disruptions. The balance between demand and supply was already tight last year. Fossil-fuel consumption rebounded strongly from the covid-induced slump in 2021. The International Energy Agency (IEA), an official forecaster, even expects global oil demand to return to pre-pandemic levels by year-end. With covid in retreat for now, Americans are getting their gas-guzzlers ready for the summer “driving season”.


That, says Abhi Rajendran of Energy Intelligence, an industry publisher, means firms should be building inventories now but they are not. The snag is that oil supply has remained constrained as the result of under-investment and covid-related factors. The OPEC cartel has not been able to meet its own production quotas. Mr Rajendran reckons the market was undersupplied by some 1m barrels per day (bpd) before the war in Ukraine. That had pushed prices towards $100 a barrel.

The second reason for prices surging in response to Mr Blinken’s statement is the fact that Russia, with its 4.5m bpd of crude exports and additional 2.5m bpd of oil-product exports, is the world’s second-biggest exporter of petroleum. If all those exports were cut off, as the result of an American-led energy embargo or through Vladimir Putin using export curbs as an economic weapon, the world economy would be dealt a severe blow.

To soften it, the West has turned to buffer stocks. The IEA announced on March 1st that its member countries will co-ordinate the release of some 60m barrels of oil from their strategic reserves. The only times the IEA has previously done this were during the Iraq-Kuwait war in 1990, Hurricane Katrina in 2005 and the Libyan civil war in 2011. But Damien Courvalin of Goldman Sachs, a bank, argues that this one-off release of strategic stocks is “dwarfed by the potential magnitude of Russia’s export disruptions”. He reckons it would not offset the loss of Russian seaborne exports for long.

Moreover, no other supplier, nor any combination of them, could produce sufficient incremental volumes of oil quickly enough to replace the loss of all Russian exports. James West of Evercore, an investment bank, reckons that even mighty Saudi Arabia can manage at most an extra 1m bpd of production within a few months. Total OPEC spare capacity is not much more than 2m bpd. Oil output is growing in Canada, Brazil and Guyana, but even taken together their growth will be far less than 1m bpd this year.


That is why America’s energy diplomats are working overtime to find other sources of oil to make up for any Russian shortfall. One territory they are exploring is their own shale country. Top federal officials from several different cabinet ministries have landed at CERAWeek, hoping to woo American oilmen into cranking out more black gold. The petroleum lobby is not happy with the Biden administration, which it sees as climate-obsessed and vindictive towards fossil fuels, so these overtures are likely to prove awkward. What is more, American shale output is already set to expand by 1m bpd this year. Serious supply-chain stresses (one oilman complains that the price of sand, a vital component in the shale process, has tripled of late) stand in the way of doubling that—which could not happen in less than a year, in any case.

One development that would be helpful is a lifting of sanctions on Iran. That could potentially increase exports by around half a million bpd within six months and double that within a year. Last week it appeared as though a sanctions-easing deal between Iran, America and other world powers was close. However, it was dealt a setback by sudden demands by Russia for guarantees from America that any sanctions over Ukraine would not affect Russian trade with Iran. American negotiators are also reportedly negotiating now with Venezuela, another country with oil exports restricted by sanctions, but Mr Courvalin reckons this could produce only about half a million bpd in extra exports within a year.

The emergence of “self-sanctions” is the third reason energy traders are worried. Strikingly, Russian petroleum exports have become toxic even before America has imposed any overt ban on them. The sanctions imposed thus far on Russia have explicitly avoided targeting its energy sector, but Fatih Birol, head of the IEA, notes that this has not prevented them from curtailing its petroleum exports. “There is confusion in many parts of the world about whether buying Russian oil is affected by sanctions or not,” he says. As a result, many counterparties are steering clear of anything Russian.

That has sent Russian oil exports into a dive. David Fyfe of Argus, an energy publisher, reckons that some 2m bpd of Russian petroleum is “already off the market one way or another”. Western oil majors have come under intense pressure to limit their use of Russian crude and refined products. Even firms in China and India, normally relaxed about circumventing American sanctions, are avoiding doing business with Russian-owned, operated or flagged vessels or Russian ports. When news surfaced that Shell stood to make a $20m profit trading a discounted cargo of Russian crude after piously withdrawing from several joint ventures in the country, the firm suffered a backlash, prompting it to announce it would place any profits from Russian oil into a Ukraine aid fund.

A slippery predicament
The prospect of a Russian oil embargo poses a dilemma for America. On one hand, Western leaders want to punish Russia for its aggression without putting troops on the ground in Ukraine, and energy is the most powerful of the tools they have not yet used; Russia’s biggest remaining vulnerability is its massive energy exports. On the other hand, precisely because its exports are so big, cutting them off all at once would risk destabilising the world economy. The IMF warned on March 5th that the consequences of the war and the economic sanctions are already “very serious”, and if things escalate could become “more devastating”.

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