CASCO DE BICI
Autor: Juan Martín Perkins
Varias cosas sucedieron esta semana que nos deben hacer reflexionar.
Asesinaron a un colectivero más, pero el debate no fue sobre la seguridad y cómo evitar que siga pasando, sino sobre si les tiraron un muerto y sobre si la garroteada que le dieron al ministro fue por obra y gracia de Bullrich, Macri o el Espíritu Santo.
El asesino está en libertad e impune, los colectiveros están presos para dar un mensaje a la sociedad sobre lo que le pasa al que se atreve a meterse con el poder, aunque sea bajo emoción violenta.
No escuchan al viento…
El periodismo progre hizo el aporte de siempre aclarando que la violencia no es el camino.
El segundo comentario de rigor que aportaron fue que, ante la imagen de un grupo de colectiveros de un gremio peronista dándole una zurra a un ministro peronista de un gobierno peronista, en un municipio peronista gobernado, desde siempre, por un barón peronista… la reflexión unánime fue que el estado estuvo ausente y pegarle a un ministro tiene una gravedad institucional inusitada, pero asesinar a Barrientos no.
Y aquí me quiero detener sobre la frase “Estado ausente”.
Fue política de estado de este gobierno poner delincuentes de patitas en la calle para que nos roben y maten como a moscas… ¿entonces? No se puede decir que el estado está ausente, cuando lo que ocurre es consecuencia directa de una acción de gobierno.
Unamos causa con efecto, por favor. Berni nos miente hasta cuando nos dice buen día. Siempre jugó al Rambo de utilería y prometió terminar con el garantismo, pero nunca cumplió ni cumplirá. No está ausente, basta recordar la ceremonia de su asunción y como zapateó sobre el charco de sangre de Nisman para entender que nunca está ausente.
Es al revés de lo que cuenta cierto periodismo cómplice. El estado está demasiado presente en todos los órdenes de nuestra vida. Todo lo toca, manosea y rompe… y cuando se retira, es deliberado y por conveniencia.
Los ciudadanos, luego de años de adoctrinamiento, mala educación y comodidad, colaboramos en gran medida con esta mala filosofía de “esperar todo del estado”.
Así es como terminamos solos y desamparados en la injusticia, inseguridad y paupérrima salud mientras tenemos al estado metido en los negocios, en los bancos, en las jubilaciones, en las exportaciones, en el petróleo, en los aviones, en la familia, en el adoctrinamiento a tus hijos, etc, etc, etc, etc, etc, invadiendo la vida pública, afectando el desempeño de las empresas privadas, condicionando la libertad y la propiedad, empiojando la mentalidad emprendedora de todos los argentinos, para convertirlos a la prebenda y el asistencialismo.
Esta semana circuló por las redes un video en el que el presidente del club de golf de Pehuajó recibe un subsidio para poner riego artificial en la cancha.
En el video confiesa que fueron a pedirlo y por largueza y bondad, les fue concedido.
Esta incoherencia sirve para graficar hasta qué punto el estado está presente y los privados confundidos y cómodos. Cuando una sociedad se enferma y algo se reparte, todos se inmolan y estiran la mano para mendigar su parte.
Después no importa si no tenemos agua, cloacas y la pobreza trepa al 50%... no hay principio que valga, pero eso ya es un golpe bajo ¿no?
Algún amigo kirchnerista podría explicar qué siente cuando se juega la copa Clarín o cuando ve al intendente chillando kirchnerismo junto a Kicillof en el basural… y al día siguiente repartiendo cheques de estado presente, a un club privado.
Para reflexionar sobre dónde queda la coherencia ¿no?
Tenemos lo que merecemos… hay que cambiar y el cambio empieza por uno mismo.
Piensen... y no maten al mensajero.
Juan Martín Perkins