EL MILAGRO DE LOS ANTIGUOS PAÍSES COMUNISTAS DE EUROPA
¿Por qué son los únicos que se salvan del dominio woke y liberal?
Mientras que el auge de las ideas nacionalistas en Europa occidental puede explicarse por la afluencia masiva de inmigrantes, ello plantea interrogantes en Europa central y oriental, donde los extranjeros no europeos siguen siendo escasos y donde la economía está en auge.
@elmanifiestocom
La antigua Alemania Oriental ofrece en Europa un terreno único para el análisis. Al igual que los países del antiguo bloque del Este, estuvo protegida durante mucho tiempo de la inmigración masiva procedente de fuera de Europa, pero como Alemania reunificada se enfrentó a ella muy pronto. Esto la sitúa en el centro del auge del populismo, a derecha e izquierda, con la AfD y el BSW, en un contexto de nostalgia. El historiador Ilko-Sascha Kowalczuk, figura destacada de la historiografía de Alemania Oriental, ha publicado una obra importante, aunque crítica con el fenómeno, sobre el auge antiliberal en el Este, que no puede imaginar que no acabe afectando también a Alemania Occidental: El choque de la libertad. Otra historia de Alemania del Este de 1989 hasta hoy.
Mientras que el auge de las ideas nacionalistas en Europa Occidental puede explicarse por la afluencia masiva de inmigrantes que plantean graves problemas y por la desindustrialización producida por la globalización desenfrenada, todo ello plantea interrogantes en Europa Oriental, donde los extranjeros no europeos siguen siendo escasos y donde la economía está en auge.
De todos los lugares del antiguo bloque del Este donde el nacionalismo está en auge, Alemania del Este tiene la característica única, por el momento, de combinar el hecho de haber experimentado el comunismo por un lado y, por otro, la presencia de un gran número de inmigrantes, llegados tras la apertura de las fronteras en 2015 por la entonces canciller federal democristiana (CDU), Angela Merkel, que los distribuyó por todo el país, incluida la parte oriental.
Esta zona ve ahora cómo dos partidos de tipo nacionalista obtienen resultados rotundos: una versión de derechas llamada Alternative für Deutschland (Alternativa para Alemania - AfD) y otra de izquierdas contraria a la inmigración, la Bündnis Sahra Wagenknecht - Für Vernunft und Gerechtigkeit (Alianza Sahra Wagenknecht - Por la Razón y la Justicia - BSW), cuya cabeza visible y copresidenta es Sahra Wagenknecht. Aunque la AfD es patriótica, en el este puede calificarse claramente de nacionalista, y su programa, liberal en lo económico-social a nivel federal (encabezado por la copresidenta federal del partido, Alice Weidel), se centra más en el este en el «patriotismo solidario» teorizado por el escritor alemán de la Nueva Derecha Benedikt Kaiser en su libro Solidarischer Patriotismus. Die soziale Frage von rechts [Patriotismo solidario. La cuestión social de la derech] publicado en 2020.
¿Esta demanda electoralmente fuerte de mayor solidaridad y protección frente a la globalización y la inmigración masiva está relacionada con la nostalgia de los días de la República Democrática Alemana (RDA) comunista?
El shock de la transformación
El ya referido historiador Ilko-Sascha Kowalczuk cree que, cuando cayeron el Muro de Berlín y el Telón de Acero, la población de Alemania Oriental se sintió conmocionada por la llegada de la sociedad abierta teorizada por el pensador liberal Karl Popper en su libro La sociedad abierta y sus enemigos (1945), y que mucha gente no percibió este cambio como una liberación. Además, la gente del Este pensaba que la sociedad abierta traía necesariamente prosperidad económica, lo que no era cierto.
Tras la caída del comunismo a finales de 1989 y la reunificación de Alemania menos de un año después, los habitantes del Este, que esperaban cambios lentos con un impacto limitado, se encontraron con transformaciones radicales. Muchas personas se sintieron decepcionadas y desilusionadas por estos cambios y la precariedad que les siguió. Además, en la República Democrática Alemana, la sociedad civil era prácticamente inexistente, salvo en el seno de las Iglesias, y su existencia no era deseada por el partido político dominante, el SED, ni por el Servicio de Seguridad del Estado, la Stasi. De hecho, el nacionalismo estaba muy extendido en la RDA. En el Este, los partidos políticos seguían débilmente arraigados y la banalización del pasado comunista y nacionalsocialista estaba más extendida. Ni que decir tiene que la reunificación ha dejado su huella aquí, creando muchas injusticias. Se percibe como una operación que permitió vender la economía de Alemania Oriental a los intereses financieros de Alemania Occidental. Los alemanes del Este, los «Ossis», se sienten ciudadanos de segunda clase que han sido discriminados tanto en el Oeste de Alemania (por considerarlos «atrasados» y no adaptados a las exigencias productivistas de la economía de mercado) como en su propio país, donde personas llegadas del Oeste del país reunificado han conseguido puestos importantes en el aparato del Estado o han creado allí negocios y empresas con recursos financieros de los que no disponían los habitantes del Este del país. Cabe señalar que la denuncia de las élites por parte de la AfD se centra principalmente en las del Oeste. Aunque la AfD nació en la antigua RFA, obtuvo sus mejores resultados en la antigua RDA. La prensa del sistema, percibida como una emanación de Occidente, es declarada «falsa».
La voz del Este
En las últimas elecciones generales de 2021, el partido poscomunista Die Linke sólo consiguió el 4,9%, sin alcanzar el umbral electoral del 5%, y debe su presencia en la Cámara de Diputados —con 39 escaños— únicamente al hecho de que obtuvo tres mandatos directos en el Este, Sahra Wagenknecht, que procede de este partido y había anunciado que lo abandonaría en octubre de 2023 para formar el BSW, disfruta de un gran número de apariciones en los medios de comunicación nacionales porque se la percibe como la voz del este del país.
«Mucho de lo que defienden la AfD o el BSW, por ejemplo un Estado fuerte, una postura antioccidental vinculada a la proximidad de Estados autoritarios como Rusia, la aspiración a una sociedad homogénea, una orientación nacional-étnica de la política social, fronteras cerradas, el rechazo a Europa y al euro, la insistencia en el principio de «Alemania primero» y el fin de los agotadores debates sobre la historia alemana resuenan con fuerza en Alemania oriental, por encima de la división partidista», resume Ilko-Sascha Kowalczuk.
El autor cree que el actual avance de la AfD en el Este, con cuadros políticos procedentes de Occidente, también tendrá repercusiones en Occidente en el futuro.
Tras el crack financiero de 2008, la población del Este se dio cuenta de que no todo puede darse por sentado en el capitalismo, y se enfrenta a la inestabilidad creada por el reto del cambio digital. Como consecuencia, se está volviendo hacia la seguridad y el pasado. Sin embargo, Alemania Oriental tiene una larga tradición de régimen autoritario: el Imperio Alemán, la República de Weimar, el Tercer Reich y la RDA. Por ello, los alemanes orientales se sienten solidarios con Rusia porque ven a Vladimir Putin como el representante de una postura antioccidental y antiamericana.
Dos libros de gran éxito, que según Ilko-Sascha Kowalczuk no ofrecen nada nuevo en cuanto a contenido, han configurado recientemente el debate: Der Osten: Eine west-deutsche Erfindung [El Este: una invención de Alemania Occidental], del profesor de literatura Dirk Oschmann, y Diesseits der Mauer. Eine neue Geschichte der DDR 1949-1990 [A este lado del muro. Una nueva historiade la RDA 1949-1990], de la historiadora Katja Hoyer. El primero culpa a Occidente de todo lo que ha ido mal desde 1990 y exonera al Este. El segundo presenta a la sociedad de la RDA como si hubiera sido armoniosa y alejada de los gobernantes dictatoriales por los que se preocupaba poco. La Ostalgie —la nostalgia de la Alemania Oriental comunista— ha tomado el relevo del recuerdo de lo desagradable de la época.
La lucha continúa
Ilko-Sascha Kowalczuk cree que el sistema liberal está amenazado en muchos países europeos. Dinamarca es una excepción en su opinión, porque los socialdemócratas de allí han adoptado y aplicado parte de la retórica de los partidos patrióticos, quitándoles así el viento de sus velas.
Como alguien que vivió el régimen comunista de la RDA, luego su colapso y el triunfo del liberalismo, teme firmemente que el sistema actual también caiga. De hecho, en el este de Alemania —y quizás en el futuro también en su lado occidental— los partidos políticos del Sistema, que representan a la sociedad liberal, pueden perder la batalla contra los tres partidos antisistema que pretenden volver a conectar con la grandeza del pasado: los nacionalistas de la AfD, los nacional-bolcheviques del BSW y los poscomunistas de Die Linke. El partido está en marcha y sólo habrá un ganador.