LA GUERRA ECONÓMICA DEL SIGLO XXI - CHRISTIAN HARBULOT - COLOQUIO INTERNACIONAL
La resonancia internacional de la reflexión francesa sobre la guerra económica en tiempos de paz.
PREFACIO
El presente libro, bajo la dirección de Christian Harbulot, constituyó una agradable sorpresa. Escueto, de simple lectura, directo, ilustrativo, comprensivo. Compendia una serie de virtudes que hace su lectura amena, fluida y en particular, enriquecedora.
Uno termina el libro siendo una persona más sabia que cuando empezó.
La Guerra Económica en el SXXI define con precisión las diferentes áreas involucradas en las contiendas, disputas, competencias y guerras que nos toca atestiguar, como contemporáneos que somos.
Abandonar una visión meramente territorial e incorporar todos las aristas, niveles, gradaciones y sutilezas del problema nos permite acercarnos a la verdad e incorporar las herramientas imprescindibles con el fin de elaborar una estrategia, en principio defensiva, de los numerosos embates externos y, ya más afirmados, imaginar el largo camino de la ofensiva hacia un futuro más próspero.
La Guerra Económica en el Siglo XXI recorre variados ángulos con los que debe examinarse el estado de situación.
Comienza por un análisis de las teoría clauzewitziana de la guerra a fin de recalcar las insuficiencias que presenta para entender la realidad actual.
A continuación, como una buena receta, repasa cada una de las disciplinas que necesariamente deberíamos tener en cuenta.
Que un grupo político en particular o que una nación en singular crea que la guerra económica no existe, esto es, que naciones extranjeras no usan distintos ardides para disminuir al contendiente económicamente, no quiere decir que eso no suceda.
A mi entender, el libro, exitosamente, paso a paso, desgrana todas las herramientas del enemigo, las cuales debilitan a la Francia, y por igual, a numerosas naciones del planeta.
Las herramientas son diversas.
Herramienta monetaria. EEUU supo establecer el dólar como moneda casi monopólica del comercio internacional a partir de la Segunda Guerra Mundial. Esto constituye un arma potente que manipula ganadores y perdedores. Recién ahora es tímidamente disputado por los BRICS. Ya más de cabotaje, el señoreaje que beneficia a Alemania en su comercio intra Unión Europea es el bastión de la preponderancia industrial de ese país.
Herramienta informacional y cognitiva. El manejo de las bases de datos, internet, los aplicativos y las comunicaciones es crítico. EEUU, en las últimas décadas, destinó gigantescos recursos monetarios y materiales para lograr el monopolio de la información internacional. La mayoría de los servidores que almacenan esos datos se encuentran en suelo norteamericano. El libro describe con precisión el conjunto de leyes que han hecho de Silicon Valley uno de los buques insignia de ese país; así como la posición asimétrica respecto a cualquier otra nación del mundo gracias a su ventaja competitiva, la cual diseñó, construyó y defiende. A su vez explica las medidas protectoras en las que ha invertido China.
Herramienta geopolítica. Se describen sin eufemismos los problemas internos de la Unión Europea, las diferentes estrategias que cada país elige para prevalecer sobre los otros. Se pone el foco sobre una verdad antes negada: que la Unión nace por voluntad de los EEUU como forma de controlar, contener y dominar a los estados miembros. Si bien la revelación de las manipulaciones diplomáticas norteamericanas para encorsetar a las naciones europeas - debilitadas por la posguerra - es descripta con lujos de detalle y abundancia de pruebas en THE GREAT DECEPTION: THE TRUE STORY OF BRITAIN AND THE EUROPEAN UNION, por Christopher Booker y Richard North, en ese caso su lectura resulta trabajosa. Por el contrario, el presente libro, con simpleza, arriba a las mismas conclusiones y las expone con inteligencia al lector. Es particularmente rica la calificación de los diferentes estados miembros en los roles adoptados, las inequidades de su sistema aduanero y cómo Francia ha sido permanentemente perjudicada por el juego ajeno, en particular por parte de Alemania y los Países Bajos, sin que, hasta ahora, la conducción del país reaccione. El costo para el pueblo francés ha sido la caída del PBI per cápita.
Herramienta legal. Los EEUU con diferentes ardides han intentado promover la extraterritorialidad de su sistema legal. Han usado diferentes mecanismos para lograrlo, siendo uno de ellos la OCDE.
Herramienta propagandística. Si bien nada de nuevo hay en financiar grupos rebeldes que desestabilicen a otro país con el fin de debilitarlo o en las campañas propagandísticas con el mismo fin - tenemos como ejemplos de la era moderna la campaña de desprestigio de Holanda y el Reino Unido (¡tan luego!) contra la España de los Austria denominada “Leyenda Negra” o el financiamiento de los bolcheviques para que desestabilizaran al Zar de Rusia - el presente libro describe con rigor la utilización de supuestas fundaciones, activistas y partidos políticos para vulnerar a otros países. Es sumamente saludable leerlo tan concreto en negro sobre blanco.
Herramienta energética. Las guerras por el petróleo han atravesado todo el SXX en lugares tan disímiles como el Chaco en la guerra entre Bolivia y Paraguay mencionada en la Nota del Traductor, hasta la tea permanentemente encendida que es el Medio Oriente. ¿Qué si no el petróleo está detrás de la “Primavera Árabe” organizada por la CIA en el África Mediterránea? ¿Qué está detrás del asesinato de Kadafi si no es el petróleo? Gran Bretaña y los EEUU pulverizaron Iraq y asesinaron cientos de miles de personas en su afán de mantener el control del mercado petrolero. En La Guerra Económica del SXXI, con inteligencia, se expone la dependencia de Alemania al gas ruso, el disgusto norteamericano frente al mismo, lo cual finalizó en el bombardeo e inutilización del gasoducto Nordstream 2. Más sagaz aún, y sabrosa, es la explicación de la utilización de Alemania del barato combustible ruso para obtener ventajas competitivas para su industria y así imponer sus productos al resto de los países de la Unión Europea en detrimento de los demás estados miembro, cuando no para revenderlo a sus socios con ganancia. Le pido al lector que preste particular atención a la descripción de la utilización de grupos de agitadores, publicistas, la prensa y organizaciones supuestamente sin fines de lucro, financiados por entidades alemanas, los cuales tenían y tienen por objetivo desacreditar la utilización de la energía nuclear en Francia, debilitándola irremediablemente. Para Francia, la energía atómica constituye un recurso limpio, barato, confiable de energía. Mejora la calidad de vida de los hogares y vuelve competitiva a su industria. Desprestigiar su uso por parte de particulares financiados por Alemania, no solamente beneficia a la industria alemana en perjuicio de la francesa, sino que, además, es una maniobra artera y cobarde por parte de quien se dice socio político y comercial. Es saludable traerlo a la luz.
Herramientas legales. Los EEUU exitosamente implementaron un cambio legislativo internacional, generando extraterritoriales de su propio sistema jurídico. A lo que se agrega influir en la promulgación de leyes en los países de su área de influencia ya sea con sus diplomáticos o con fundaciones y asociaciones civiles a las cuales financia.
Herramientas agrícolas. La agricultura francesa está siendo agredida con resultados fatales para la población rural francesa. Una buena descripción de esta debacle la proporciona Christophe Guilluy, en su La France périphérique. A decir verdad, toda ruralidad del área de influencia anglosajona, incluida la propia población norteamericana, se halla bajo asedio. Sufrimos un ciclo productivo controlado por factores externos, ya sean empresas, ya sea el estado; donde se regula qué semilla se puede sembrar y cuáles fertilizantes utilizar, cuántas cabezas de ganado criar, qué vacunas aplicar y cómo transportar insumos y producidos. La familia rural hoy es servil sin que su condición sea legalmente reconocida como tal. Que grandes grupos económicos dominen todo el ciclo productivo agroganadero, y que ninguno de ellos sea francés (o argentino) y sí norteamericano o alemán, forma, ciertamente, parte de la guerra económica del corriente siglo. El presente libro describe con claridad cómo factores externos han sido involucrados para debilitar a los sectores rurales: activistas ambientales, regulaciones forzadas y estrangulantes, la prensa, la burocracia estatal a nivel nacional y comunitario. Todos coadyuvan a que los campos se vacíen, los propietarios sean desposeídos, y la producción quede en pocas e innominadas manos. A decir verdad, no es una novedad para los ingleses, quienes siglos atrás desocuparon parte de Irlanda para colocar población propia. Desgarradora es la historia por la cual los ingleses impusieron la monetización del cobro de impuestos a Escocia, mecanismo por el cual la vaciaron de escoces, para luego comprar grandes extensiones de tierra. Ese proceso se denomina The Scottish Clearances. Actualmente somos testigos del vaciamiento de Ucrania, una de las más fértiles praderas de la tierra. Así las cosas, ésta queda en manos de unos pocos fondos de inversión.
Herramienta social. El presente libro, con acierto, llama la atención sobre las divisiones internas, las cuales son siempre estimuladas por agentes externos o, en su defecto, agentes internos financiados desde el exterior. La discordia entre connacionales es la mejor maniobra distractiva que existe. Los anglosajones, si bien no son los únicos, han sido los maestros del arte de dividir para reinar.
Frente demográfico. Lo que le agregaría a este análisis es el enfoque demográfico. Habría que hacer un serio examen político, geopolítico y militar sobre la imposición del aborto a los países miembros de la Unión Europea. En particular, deberíamos focalizarnos sobre el hecho de que el mismo fuera impulsado por el poder anglosajón. Al igual que en el caso de la energía atómica, la propaganda negativa que rodeó el tratamiento del tema provino de los mismos agentes de siempre: activistas, pagos o inocentes, la prensa, académicos, grupos de presión, incautos. Sin embargo, tanto en el caso de las usinas nucleares, como en el de robustecimiento de las familias o la población, las consecuencias militares, económicas, demográficas, industriales, comerciales, diplomáticas y geopolíticas son enormes. Como bien describe Guilluy, el campo ha sido despoblado y quien lo ha propiciado ha sido el estado francés y sus funcionarios. Ha sido la administración del presidente François Hollande la que ha despojado a las áreas rurales de servicio obstétrico, como ejemplo. Deberíamos evaluar en términos militares completos qué significa para una nación no reponer a su población generación tras generación. Tan preocupante como no producir su propio alimento. Similar análisis deberíamos hacer sobre las grandes masas migratorias impuestas por la élite anglosajona a todos los pueblos de su área de influencia.
Frente narcotráfico. Propongo evaluar a la droga legal e ilegal como forma de agresión militar. La droga tiene un triple efecto. Respecto al país agredido, por un lado, envilece a los pueblos, los vuelve débiles soldados, además de alterar las relaciones familiares y destruir los nexos tribales desde su seno; pero por el otro, insolventa a las familias y sociedades enviciadas. Para el país agresor, logra succionar ingentes recursos del país agredido mientras obtiene enormes réditos económicos que permiten financiar armamento, inversiones y comprar voluntades entre los propios y los países sometidos. Es un fenómeno conocido y estudiado largamente, por ejemplo, como uno de los factores que provocaron la caída de la monarquía china. Valdría la pena evaluarlo en el contexto del SXXI. ¿Cuánta riqueza le succiona la droga a Francia cada año? ¿Quién se favorece? ¿Quién maneja las fortunas dinerarias de ese comercio? A principios del SXIX, uno de los grandes beneficiarios del comercio del opio era la Corona Británica, al mando de la Reina Victoria. ¿Quién lo es hoy? ¿Quiénes son sus financistas y depositarios? El comercio internacional de la droga ilegal, - o de la legal en manos de las farmacéuticas -, es un ángulo de análisis que valdría examinar dentro del contexto de guerra económica.
Nuevos jugadores. El libro presenta una excelente descripción de la estrategia de reposicionamiento de China como potencia mundial, finalizados los Cien Años de Humillación, los cuales fueran iniciados por la intromisión de Inglaterra con las Guerras del Opio. Disfrutamos una enumeración de las estrategias desplegadas entre las que se encuentran la Ruta de la Seda, el Collar de Perlas y la ya referida barrera informática o Firewall respecto a los sistemas informáticos en control de los EEUU.
Para los lectores de habla castellana valen algunas consideraciones de nuestra historia en común, algunas de ellas detalladas en la Nota del Traductor.
En el Capítulo 1 se presentan cuatro casos de estudio de la guerra económica en la historia francesa. Nosotros también tenemos los propios. Uno mencionado en la Nota antedicha, donde distintas naciones, pero en particular Inglaterra, enviaban corsarios a birlar el oro español, con un doble efecto, debilitar la Corona de España y fortalecer las arcas propias. Pero existen muchos otros ejemplos.
Voy a mencionar algunos.
Durante décadas el Imperio Portugués pretendió extender su frontera americana hacia el Oeste, más allá de lo obtenido por el Tratado de Tordesillas. Al noreste de lo que era primero el Virreinato del Perú y luego el Virreinato del Río de la Plata, se establecieron misiones jesuíticas denominadas reducciones guaraníes. Las mismas, además de ocupar territorio, protegían a las tribus aborígenes de las incursiones portuguesas. Eran particularmente peligrosos los bandeirantes, verdaderos cazadores de humanos, los cuales vendían a los indios guaraníes como esclavos a las plantaciones costeras. Con la expulsión de los jesuitas, decidida por ambos reyes borbones de Francia y España, esta región quedó desprotegida y a merced de sus enemigos. Siete de las misiones fueron ocupadas por los portugueses y su población reducida a la esclavitud. Acá vemos un claro caso donde la guerra no se desarrolló en el terreno militar sino en el informacional, propagandístico y político. El Reino de Portugal supo con antelación de la expulsión de los jesuitas en América y organizó a sus tropas para ocupar su territorio.
Durante los SXIX y SXX los países hispanoamericanos fueron incentivados a pelear unos contra otros. Panamá se escindió de Colombia, para que EEUU pudiera construir el Canal de Panamá. Ecuador guerreó contra Perú. Perú y Bolivia fueron invadidos por Chile. Inglaterra propició la escisión de Uruguay de la Argentina, para que ésta no tuviera unificado el control de la desembocadura del Río Paraná. Toda América Hispana sufrió golpes de estado organizados por la CIA (Colombia, Guatemala, Chile, Argentina). La enumeración de eventos es infinita.
La implementación de la sumisión a partir de la segunda mitad del SXX se dio en primer lugar a través de los organismos multilaterales como ONU, Banco Mundial, BID, BIRF, FMI en toda América Hispana y en segundo lugar a través de la banca internacional y la deuda soberana. Si todo esto fallaba, se recurría a la intervención directa del gobierno de EEUU en las diferentes contrainsurgencias en América Central y Sudamérica, como así la capacitación de militares hispanoamericanos en la Escuela de las Américas, en Georgia, EEUU. Actualmente se pretende aplicar la Agenda 2030 y diferentes controles ambientales, despojar a Brasil del Amazonas y a Argentina del Atlántico Sur.
En particular Argentina se vio agredida por factores externos mientras mantuvo su voluntad de ser una potencia mundial, lo que esbozó hacia fines del SXIX, no sin cierta petulancia. En numerosas ocasiones potencias internacionales, en particular los EEUU, buscaron desbaratar los planes de energía nuclear, autoabastecimiento energético, inversión en industria pesada, flota marítima propia o el control de su comercio exterior por parte de Argentina. Todos estos intentos tuvieron resultados diversos. Esta situación de empate técnico se modificó a partir de la Guerra del Atlántico Sur o Guerra de Malvinas en 1982. Tras la derrota, el país fue prácticamente intervenido. Sus caras visibles fueron el Banco Mundial y el FMI. Obligaron a Argentina a vender las empresas generadoras de energía, las cuales quedaron todas en manos extranjeras, ya sea chilenas, brasileñas, europeas o norteamericanas. Lo mismo sucedió con los servicios públicos, Fabricaciones Militares, flota marítima del estado, silos, puertos e industrias estratégicas. Una especie de Tratado de Versalles, pero sudamericano. Particularmente penoso fue la entrega de la Fábrica Militar de Aviones a Lockheed Martin. FMA había sido instrumental en las mejoras de los aviones militares utilizados durante la Guerra para hundir o dañar buques británicos. De igual manera la industrialización de nivel medio fue forzada a languidecer, utilizando como punta de lanza el Mercosur y trasladando las industrias argentinas a Brasil o directamente vendiéndolas a capitales brasileños, los cuales en muchos casos se limitaron a desarmarlas. El comercio internacional argentino se trasladó en gran parte al Uruguay, el cual se convirtió en el puerto de entrada y salida de la región. Parcialmente, replica la represión sufrida por Francia por parte de la Unión Europea.
Si bien el libro se centra en la realidad e historia francesa, me ha llamado poderosamente la atención en mi doble carácter de argentina y feliz heredera de la lengua castellana, comprobar enormes similitudes entre Francia y Argentina. Como simples ejemplos: el proceso simultáneo de desindustrialización, la caída del PBI per cápita, la canibalización del país por parte de los supuestos socios - Francia respecto a Alemania y los Países Bajos, Argentina respecto a Brasil y Uruguay -, la sumisión a las modas de los organismos internacionales mientras se abandonan los intereses nacionales, la debilidad macroeconómica usufructuada por el grandote de la unión (Alemania y Brasil respectivamente) y el incremento permanente de la deuda soberana con el fin de brindar paliativos a las debilidades estructurales.
El punto más grave que ambas naciones tienen en común es la ausencia de una estrategia para comenzar a solucionar sus propios problemas.
España viene a los tumbos desde la extinción de la Casa Real de los Austria. Fue teatro de operaciones militar y político de disputas de potencias extranjeras durante la Guerra de Sucesión, las Guerras Napoleónicas y la Guerra Civil. La consecuencia fue perder América, Manila y Guinea Ecuatorial. Pasó de ser una de las naciones más poderosas de la tierra a su papel actual. Su peor vileza: posar como testaferro de los intereses norteamericanos en Hispanoamérica o participar de la alianza que invadió Iraq.
No muy distinto le sucedió a Francia. De su rol de bastión de la Cristiandad a vocero de los intereses norteamericanos en su intento de usurpación del Amazonas brasileño.
Dicen que el mayor éxito del diablo es hacer creer que no existe.
El mayor triunfo del imperio anglosajón es habernos convencido a los francófonos y a quienes hablamos la lengua castellana de que ellos no son nuestro enemigo.
Craso error. Así estamos.
Las naciones católicas que hablamos lenguas romances, herederas de Roma, hoy, en vez de planificar un futuro común y próspero, competimos entre nosotras para congraciarnos ante la élite global (alias el imperio anglosajón). El resultado de esta estrategia de genuflexión está a la vista. Desunidos, endeudados, pobres y al garete.
Entender qué sucede es el primer paso.
El segundo es hallar la voluntad, individual y colectiva, de modificar la realidad, defender a la propia Patria y fatigar por la prosperidad de la Nación y su Pueblo.
Un futuro mancomunado de las naciones católicas y latinas (de habla francesa, italiana, rumana, castellana, portuguesa, catalana, gallega, etc.), una estrategia común, constituirían un cambio de la lógica con la que tomamos decisiones soberanas hoy. Lejos estamos de ese punto.
Este libro es un necesario puntapié inicial.
Por Iris Speroni
La résonance internationale de la réflexion française sur la guerre économique du temps de paix
Par EPGE
Samedi 26 octobre s’est tenu à Paris au Palais du Luxembourg, le premier colloque international sur la guerre économique du temps de paix. Cet évènement a été un succès marquant sur lequel nous allons bientôt revenir.
Mais pour commencer, nous publions aujourd’hui la préface de la future édition en langue espagnole de l’ouvrage de Christian Harbulot, intitulé La guerre économique au XXIè siècle, édité par VA Editions en .
Cette préface a été rédigée par Iris Speroni qui est une économiste argentine.
Présentation d’Iris Speroni. Diplômée en économie à l’Université Nationale de Buenos Aires (UBA), titulaire d’un diplôme de troisième cycle en finance de l’Université du Centre d’Études Macroéconomiques d’Argentine (UCEMA), ainsi que d’un diplôme de troisième cycle en industrie agroalimentaire de la faculté d’agronomie (UBA). Après vingt-sept ans passés dans le secteur privé, où elle a occupé des postes financiers et administratifs dans des entreprises et des fonds d’investissement appartenant à des groupes internationaux, elle est actuellement missionnée au sein du service public de l’État fédéral où elle est Directrice générale de l’audit et du contrôle de gestion au Sénat de la République argentine. Elle anime par ailleurs le blog https://restaurarg.blogspot.com.
” Ce livre, écrit par Christian Harbulot, est une agréable surprise. Il est concis, facile à lire, direct, suggestif et complet. Il réunit une série de vertus qui rendent sa lecture agréable, fluide et surtout enrichissante. On termine le livre en étant plus sage que lorsqu’on l’a commencé.
La Guerre économique au XXIe siècle définit précisément les différents domaines impliqués dans les conflits, les rapports de force, les compétitions et les guerres dont nous sommes les témoins, en tant que citoyens contemporains.
L’abandon d’une vision purement territoriale et l’incorporation de toutes les approches, les niveaux, les gradations et les subtilités de cette problématique nous permettent de nous rapprocher de la vérité objective et d’incorporer les outils essentiels pour élaborer une stratégie, d’abord défensive, contre les nombreuses attaques extérieures et, maintenant plus assertive, pour imaginer le long chemin de l’offensive vers un avenir plus prospère.
La guerre économique au XXIe siècle aborde un tel état des lieux sous différents angles d’étude. Il commence par une analyse de la théorie clauzewitzienne de la guerre afin de mettre en évidence ses insuffisances pour comprendre la réalité actuelle. Puis, comme une bonne recette, il passe en revue chacune des disciplines dont il faut nécessairement tenir compte.
Que tel groupe politique ou telle nation pense que la guerre économique n’existe pas, c’est-à-dire que les Nations étrangères n’utilisent pas divers stratagèmes pour diminuer un adversaire sur le plan économique, ne signifie pas qu’elle n’existe pas.
À mon sens, le livre réussit, étape par étape, à décortiquer tous les outils de l’ennemi qui affaiblissent la France, ainsi que de nombreuses Nations à travers le monde.
Les outils au service de cette finalité sont pluriels.
- Un outil monétaire. Les États-Unis ont réussi à établir le dollar comme monnaie de quasi-monopole du commerce international après la Seconde Guerre mondiale. Il s’agit d’une arme puissante qui manipule les gagnants et les perdants. Elle n’est que timidement remise en question par les BRICS. Le seigneuriage dont bénéficie l’Allemagne dans ses échanges intra-communautaires est le cheval de Troie de la prépondérance industrielle allemande.
- Un outil informatique et cognitif. La gestion des bases de données, de l’Internet, des applications et des communications est un point essentiel. Au cours des dernières décennies, les États-Unis ont consacré de gigantesques ressources monétaires et matérielles à l’obtention d’un monopole sur l’information internationale. La plupart des serveurs qui stockent ces données sont situés sur le sol américain. Le livre décrit avec précision l’ensemble des lois qui ont fait de la Silicon Valley l’un des fleurons du pays, ainsi que sa position asymétrique par rapport à toute autre Nation grâce à son avantage concurrentiel, avantage qu’elle a conçu, construit et défendu. Il explique également les mesures de protection dans lesquelles la Chine a investi.
- Un outil géopolitique. L’ouvrage décrit sans euphémisme les problèmes internes de l’Union européenne, les différentes stratégies que chaque pays choisit pour l’emporter sur les autres. L’accent est mis sur une vérité jusqu’ici niée : l’Union est née de la volonté des États-Unis de contrôler, contenir et dominer les États membres. La révélation des manipulations diplomatiques américaines visant à corseter les Nations européennes affaiblies dans l’Après-guerre est décrite avec détails dans l’ouvrage de Christopher Booker et Richard North, The Great Deception : the True Story of Britain and the European Union, mais sa lecture est laborieuse. En revanche, le présent ouvrage, avec simplicité, parvient aux mêmes conclusions et les expose intelligemment au lecteur. Le classement des différents États membres dans les rôles qu’ils ont adoptés s’avère particulièrement riche. Il permet de saisir les iniquités de leur système douanier et la façon dont la France a été en permanence minée par le jeu étranger, en particulier par l’Allemagne et les Pays-Bas, sans jusqu’à présent générer de réaction de la part des dirigeants du pays. Le coût pour les Français a été une baisse du PIB par habitant.
- Un outil juridique. Les États-Unis ont tenté par divers moyens de promouvoir l’extraterritorialité de leur système juridique. Ils ont utilisé différents mécanismes pour y parvenir, l’un d’entre eux étant l’OCDE.
- Un outil de propagande. S’il n’y a rien de nouveau à financer des groupes rebelles pour déstabiliser un autre pays afin de l’affaiblir, ou à mener des campagnes de propagande dans le même but – parmi les exemples de l’ère moderne, citons la campagne de diffamation néerlandaise et britannique contre l’Espagne des Habsbourg appelée la « légende noire » ou le financement des bolcheviks pour déstabiliser le tsar russe – ce livre décrit avec rigueur l’utilisation de soi-disant fondations, activistes et partis politiques pour affaiblir d’autres pays. Il est extrêmement salutaire de le lire aussi concrètement, noir sur blanc.
- Un outil énergétique. Les guerres pour le pétrole se sont étalées sur l’ensemble du XXe siècle dans des lieux aussi différents que le Chaco, lors de la guerre entre la Bolivie et le Paraguay mentionnée dans la note du traducteur, jusqu’au brasier permanent qu’est le Moyen-Orient. N’est-ce pas le pétrole qui est derrière l’origine du « Printemps arabe » organisé par la CIA en Afrique méditerranéenne ? N’est pas le pétrole qui est à l’origine de l’assassinat de Kadhafi ? N’est-ce pas le pétrole qui est encore en jeu lorsque la Grande-Bretagne et les États-Unis ont pulvérisé l’Irak et tué des centaines de milliers de personnes dans leur quête pour conserver le contrôle du marché pétrolier ? La Grande-Bretagne et les États-Unis ont pulvérisé l’Irak et assassiné des centaines de milliers de personnes dans leur quête de contrôle du marché pétrolier. La guerre économique du XXIe siècle expose habilement la dépendance de l’Allemagne à l’égard du gaz russe, la réticence des Américains à son égard qui a finalement abouti au bombardement et à la mise hors service du gazoduc Nordstream 2. Encore plus astucieuse et savoureuse est l’explication de l’utilisation par l’Allemagne du carburant russe bon marché pour obtenir des avantages concurrentiels pour son industrie et imposer ainsi ses produits au reste des pays de l’Union européenne au détriment des autres États membres, quand ce n’est pas pour les revendre à ses partenaires avec un bénéfice. Je demande au lecteur d’être particulièrement attentif à la description de l’utilisation de groupes d’agitateurs, de publicistes, de la presse et d’organisations prétendument à but non lucratif, financés par des entités allemandes, dont le but était et est de discréditer l’utilisation de l’énergie nucléaire en France en l’affaiblissant irrémédiablement. Pour la France, l’énergie nucléaire est une source d’énergie propre, bon marché et fiable. Elle améliore la qualité de vie des ménages et rend son industrie compétitive. Discréditer son utilisation par des particuliers financés par l’Allemagne ne profite pas seulement à l’industrie allemande au détriment de l’industrie française. C’est aussi une manœuvre habile et lâche de la part d’un soi-disant partenaire politique et commercial. Il est salutaire de la mettre en lumière.
- Un outil juridique. Les États-Unis ont réussi à mettre en œuvre un changement législatif international, générant l’extraterritorialité de leur propre système juridique. En outre, ils influencent la promulgation de lois dans les pays de leur sphère d’influence, soit par l’intermédiaire de leurs diplomates, soit par celui des fondations et des associations civiles qu’ils financent.
- Un outil agricole. L’agriculture française est attaquée, avec des conséquences fatales pour la population rurale française. Une bonne description de cette débâcle a été fournie par Christophe Guilluy, dans son ouvrage La France périphérique. En effet, toutes les ruralités de la zone d’influence anglo-saxonne, y compris la population américaine elle-même, sont assiégées. Nous souffrons d’un cycle de production contrôlé par des facteurs externes, qu’il s’agisse d’entreprises ou de l’État, où l’on réglemente les semences à semer et les engrais à utiliser, le nombre de têtes de bétail à élever, les vaccins à appliquer et la manière de transporter les intrants et les produits. La famille rurale est aujourd’hui servile sans que son statut soit légalement reconnu comme tel. Le fait que de grands groupes économiques dominent l’ensemble du cycle de production d’agriculture et d’élevage, et qu’aucun d’entre eux ne soit français (ou argentin), ni américain, ni allemand, fait certainement partie de la guerre économique de ce siècle. Ce livre décrit clairement comment des facteurs externes ont participé à l’affaiblissement des secteurs ruraux : les défenseurs de l’environnement, les réglementations restrictives et étouffantes, la presse, la bureaucratie étatique au niveau national et communautaire, etc. Tous ces facteurs contribuent à vider les cultures, à déposséder les propriétaires terriens et à laisser la production entre les mains de quelques personnes anonymes. Ce n’est d’ailleurs pas nouveau pour les Anglais qui, il y a des siècles, ont quitté une partie de l’Irlande pour y installer leur propre population. L’histoire par laquelle les Anglais ont imposé la monétisation de l’impôt à l’Écosse, mécanisme par lequel ils l’ont vidée de ses Écossais, puis ont acheté de vastes étendues de terres, est déchirante. Ce processus est nommé « The Scottish Clearances ». Aujourd’hui, nous assistons à l’accaparement de l’Ukraine, l’une des plaines les plus fertiles de la planète. Ses terres sont désormais entre les mains de quelques fonds d’investissement.
- Un outil social. Ce livre attire à juste titre l’attention sur les divisions internes, qui sont toujours stimulées par des agents externes ou, à défaut, par des agents internes financés de l’extérieur. La discorde entre compatriotes est la meilleure manœuvre de diversion qui soit. Les Anglo-Saxons, s’ils ne sont pas les seuls, sont passés maîtres dans l’art de diviser pour régner.
La question démographique. J’ajouterais à cette analyse l’approche démographique. L’imposition de l’avortement aux États membres de l’Union européenne devrait faire l’objet d’un examen politique, géopolitique et militaire sérieux. En particulier, nous devrions nous concentrer sur le fait qu’elle a été dictée par la puissance anglo-saxonne. Comme dans le cas de l’énergie atomique, la propagande négative qui a entouré le traitement de la question est venue comme toujours des mêmes acteurs : activistes, rémunérés ou non, presse, universitaires et lobbyistes. Pourtant, qu’il s’agisse de centrales nucléaires, de consolidation de la famille ou de la population, les conséquences militaires, économiques, démographiques, industrielles, commerciales, diplomatiques et géopolitiques sont gigantesques. Comme le décrit très justement Christophe Guilluy, les campagnes ont été dépeuplées, et c’est l’État français et ses fonctionnaires qui en sont à l’origine. C’est l’administration du président François Hollande qui a privé les zones rurales de services obstétriques, par exemple. Nous devrions évaluer en termes militaires ce que signifie pour une Nation de ne pas renouveler sa population génération après génération. C’est aussi inquiétant que de ne pas produire sa propre nourriture. Une analyse similaire devrait être faite des grandes masses migratoires imposées par l’élite anglo-saxonne à tous les peuples de sa zone d’influence.
Le trafic de drogue. Je propose par ailleurs d’évaluer les drogues légales et illégales comme une forme d’agression militaire. Les drogues ont un triple effet. Pour le pays agresseur, d’une part, elle affaiblit les populations, en fait de faibles soldats, altère les relations familiales et détruit les liens sociaux à la base. D’autre part, elle rend les familles et les sociétés insolvables. Pour le pays agresseur, elle réussit à aspirer d’énormes ressources du pays attaqué, tout en obtenant d’énormes rendements économiques qui lui permettent de financer des armements, des investissements et d’acheter la volonté de son propre pays et des pays assujettis. Ce phénomène est bien connu et a été longuement étudié, par exemple comme l’un des facteurs ayant entraîné la chute de la monarchie chinoise. Il serait intéressant de l’évaluer dans le contexte du XXIe siècle. Combien de richesses la drogue draine-t-elle chaque année en France ? Qui en profite ? Qui gère la fortune de ce commerce ? Au début du XIXe siècle, l’un des principaux bénéficiaires du commerce de l’opium était la Couronne britannique de la reine Victoria. Qu’en est-il aujourd’hui ? Qui sont ses financiers et ses dépositaires ? Le commerce international des drogues illégales – ou légales entre les mains des laboratoires pharmaceutiques – est un angle d’analyse qui mérite d’être examiné dans le cadre de la guerre économique.
Les nouveaux acteurs. L’ouvrage présente une excellente description de la stratégie de repositionnement de la Chine en tant que puissance mondiale, après la fin des cent années d’humiliation, initiée par l’ingérence de la Grande-Bretagne dans les guerres de l’opium. Nous pouvons y apprécier l’énumération des stratégies déployées, parmi lesquelles la Route de la soie, le Collier de perles et la barrière informatique déjà mentionnée, ou firewall, à propos des systèmes informatiques sous le contrôle des États-Unis.
Pour les lecteurs hispanophones, il est utile de fournir quelques considérations sur notre histoire commune, certaines étant évoquées dans la note du traducteur.
Le chapitre 1 présente quatre études de cas de guerre économique dans l’histoire de la France. Nous avons aussi les nôtres. L’un d’entre eux est mentionné dans la note susmentionnée : différentes nations, mais surtout l’Angleterre, ont envoyé des mercenaires pour voler l’or espagnol, ce qui a eu pour double effet d’affaiblir la Couronne espagnole et de renforcer leurs propres réserves. Mais il y a bien d’autres exemples. Permettez-moi d’en citer quelques-uns.
Pendant des décennies, l’Empire portugais a cherché à étendre sa frontière américaine vers l’Ouest, au-delà de ce qui avait été obtenu par le traité de Tordesillas. Au Nord-est de ce qui fut d’abord la Vice-royauté du Pérou, puis la vice-royauté du Río de la Plata, des missions jésuites appelées « réductions guarani » furent établies. Outre l’occupation du territoire, elles protégeaient les tribus aborigènes des incursions portugaises. Les bandeirantes, véritables chasseurs d’hommes, qui vendaient les Indiens guarani comme esclaves aux plantations côtières, étaient particulièrement dangereux. Avec l’expulsion des Jésuites, décidée par les rois Bourbons de France et d’Espagne, cette région se retrouva sans protection et à la merci de leurs ennemis. Sept des missions ont été occupées par les Portugais et leur population fut réduite à l’esclavage. Il s’agit ici d’un cas limpide où la guerre n’a pas été menée sur le terrain militaire, mais sur le terrain de l’information, de la propagande et de la politique. Le Royaume du Portugal, informé à l’avance de l’expulsion des Jésuites en Amérique, organisa ses troupes pour occuper leur territoire.
Durant les XIXe et XXe siècles, les pays de l’Amérique espagnole ont été encouragés pour se battre les uns contre les autres. Le Panama s’est séparé de la Colombie pour que les États-Unis puissent construire le canal de Panama. L’Équateur s’est battu contre le Pérou. Le Pérou et la Bolivie sont envahis par le Chili. L’Angleterre encourage la séparation de l’Uruguay et de l’Argentine, afin que cette dernière n’ait pas le contrôle unifié de l’embouchure du fleuve Paraná. Toute l’Amérique espagnole a subi des coups d’État organisés par la CIA (Colombie, Guatemala, Chili, Argentine). La liste des faits est interminable.
La recherche de soumission à partir de la seconde moitié du XXe siècle s’est faite d’une part par le biais d’organisations multilatérales telles que l’ONU, la Banque mondiale, la BID, la BIRF et le FMI dans toute l’Amérique espagnole, et d’autre part par le biais des banques internationales et de la dette souveraine. Si tout cela échouait, le gouvernement américain interviendrait directement dans les diverses contre-insurrections en Amérique centrale et en Amérique du Sud, et formerait le personnel militaire hispano-américain à l’École des Amériques, dans l’État de la Géorgie aux États-Unis. Actuellement, ils tentent de mettre en œuvre l’Agenda 2030 et différents contrôles environnementaux, dans le but de piller le Brésil de l’Amazonie et l’Argentine de l’Atlantique Sud.
L’Argentine, en particulier, a été attaquée par des facteurs externes, tout en maintenant son désir d’être une puissance mondiale, désir qu’elle a esquissé vers la fin du XIXe siècle, non sans une certaine exagération. À de nombreuses reprises, les puissances internationales, en particulier les États-Unis, ont cherché à contrecarrer les projets de l’Argentine en matière d’énergie nucléaire, d’autosuffisance énergétique, d’investissement dans l’industrie lourde, de flotte maritime propre ou de contrôle de son commerce extérieur. Toutes ces tentatives ont eu des résultats mitigés. Mais cet équilibre a changé après la guerre de l’Atlantique Sud, nommée également la « Guerre des Malouines » en 1982. Après la défaite militaire, le pays a fait l’objet d’une quasi-intervention. La Banque mondiale et le FMI en étaient les visages visibles. Ils ont forcé l’Argentine à vendre ses entreprises de production d’énergie, qui sont toutes restées aux mains d’étrangers, qu’ils soient chiliens, brésiliens, européens ou américains. Il en a été de même pour les services publics, les usines militaires, la flotte maritime d’État, les silos, les ports et les industries stratégiques. Ce fut une sorte de traité de Versailles, mais sud-américain. La cession de l’usine d’avions militaires à Lockheed Martin a été particulièrement douloureuse. La FMA (Fabrique Militaire d’Avions) avait contribué à l’amélioration des avions militaires utilisés pendant la guerre pour couler ou endommager les navires britanniques. De même, l’industrialisation de niveau intermédiaire a été forcée de stagner, en utilisant le MERCOSUR comme levier. Les industries argentines ont été transférées au Brésil ou carrément vendues à des capitaux brésiliens qui, dans de nombreux cas, les ont tout simplement démantelées. Le commerce international de l’Argentine s’est déplacé en grande partie vers l’Uruguay, qui est devenu le port d’entrée et de sortie de la région. Buenos Aires reproduit en partie et à sa manière la répression subie par la France de la part de l’Union européenne.
Bien que le livre se concentre sur la réalité et l’histoire françaises, j’ai été frappée par les énormes similitudes entre la France et l’Argentine, en tant qu’Argentine et heureuse dépositaire de la langue espagnole. Des exemples concrets le mettent en relief : le processus simultané de désindustrialisation, la baisse du PIB par habitant, la cannibalisation du pays par de prétendus partenaires – la France par rapport à l’Allemagne et aux Pays-Bas, l’Argentine par rapport au Brésil et à l’Uruguay -, la soumission à l’agenda des organisations internationales en abandonnant les intérêts nationaux, les faiblesses macroéconomiques exploitées par les grands des unions respectives (respectivement l’Allemagne et le Brésil) et l’augmentation permanente de la dette souveraine afin de fournir des palliatifs aux faiblesses structurelles.
Le point le plus grave que les deux pays ont en commun est l’absence de stratégie pour commencer à résoudre leurs propres problèmes.
L’Espagne patauge depuis l’extinction de la Maison royale d’Autriche. Elle a été le théâtre d’opérations militaires et politiques des conflits entre puissances étrangères pendant la guerre de succession, les guerres napoléoniennes et la guerre civile. La conséquence fut la perte de l’Amérique, de Manille et de la Guinée équatoriale. Elle est passée de l’une des Nations les plus puissantes de la planète à son rôle actuel. Sa pire infamie : être une figure de proue des intérêts américains en Amérique latine ou encore participer à l’alliance internationale qui a envahi l’Irak.
Il n’en va pas autrement pour la France. Elle est passée du rôle de bastion de la Chrétienté à celui de porte-parole des intérêts américains dans leur tentative d’usurpation de l’Amazonie brésilienne.
On dit que le plus grand succès du diable est de faire croire qu’il n’existe pas. La plus grande réussite de l’empire anglo-saxon est d’avoir convaincu les francophones et les hispanophones qu’ils n’étaient pas nos ennemis. Grave erreur. Et nous en sommes donc là.
Les Nations catholiques qui parlent des langues romanes, héritières de Rome, aujourd’hui, au lieu de planifier un avenir commun et prospère, rivalisent entre elles pour s’attirer les faveurs de l’élite mondiale (alias l’empire anglo-saxon). Le résultat de cette stratégie de génuflexion est évident. Nous sommes désunis, endettés, pauvres et opprimés.
Comprendre ce qui se passe est une première étape.
La seconde est de trouver la volonté, individuelle et collective, de changer la réalité, de défendre son propre pays et de travailler à la prospérité de la Nation et de son peuple.
Un avenir commun pour les Nations catholiques et latines (française, italienne, roumaine, espagnole, portugaise, catalane, galicienne, etc.), ainsi qu’une stratégie commune, constituerait un virage dans la logique suivant laquelle nous prenons aujourd’hui des décisions souveraines. Nous en sommes loin.
Ce livre est un coup de fouet nécessaire.”