TROMPADAS
Autor: Juan Martín Perkins
Estos días estuvieron marcados por el episodio de violencia en la escuela Sarmiento.
Que una madre agreda a una maestra es un hecho aberrante que no puede sorprender a nadie porque emana de un largo proceso de decadencia desde hace varias décadas.
Deberíamos empezar por entender la diferencia entre “docentes” y “maestros” para entender el proceso vivido también en los hogares actuales. Sería un buen comienzo para entender cómo se llega a este bochorno violento y decadente.
Es antipático decirlo, pero es una realidad, cada vez hay más docentes y menos maestros porque ha prevalecido la salida laboral u otras condiciones por sobre la vocación de enseñar tan propia de los maestros pura sangre sarmientina.
En las FFAA, por ejemplo, y en las FFSS pasa lo mismo, también se han convertido ante todo en una salida laboral que prima por sobre la vocación.
Y no me peguen que soy Giordano, pero está a la vista que se ha bajado la vara.
El hecho de que la respuesta a la agresión haya sido un paro, habla a las claras de porque estamos como estamos.
Es preciso entender que el mismo remedio aplicado siempre, nunca funcionó.
No hace falta pensar mucho para comprender el origen del problema, cada uno lo sabe íntimamente y puede unir causa con efecto.
No podemos hacernos los sorprendidos cuando votamos y ponemos dirigentes en todos los cargos administrativos y ejecutivos a personas confrontativas y vulgares que dirimen sus diferencias a gritos y trompadas. Y además se jactan en público de ello.
Como prueba de lo que digo, podrían escuchar un discurso de apertura de sesiones ordinarias del Honorable Congreso de la Nación. Ese es nuestro nivel de educación, a eso le damos el poder ¿y nos sorprendemos porque una mamá garrotea a una maestra?
Nos volvimos una sociedad vulgar y violenta, desde los hogares, pasando por una escuela que no hace su trabajo y una dirigencia que incita y estimula el demérito.
Un solo ejemplo basta para probar la naturaleza violenta de la educación, la ideología de género y todas sus atrocidades que contradicen a la ciencia y el orden natural.
El aborto, ¿hay algo mas violento que el aborto que descarta al ser mas indefenso e inocente?
Sin embargo entran a colegios, incluidos los confesionales, chicas con el pañuelo verde colgando en la mochila.
¿A quién puede sorprender una docente con el ojo morado?
Me hizo acordar al ministro kirchnerista Cabandié cuando fue sorprendido por un control de alcoholemia y amenazó al funcionario con aplicarle “un correctivo”.
Acá estamos, apenados.
Deberíamos estar arrepentidos y dispuestos a cambiar, pero no sorprendidos.
Todos debemos hacer un mea culpa y empiezo por el mío. Cortar rutas en 2008 fue un acto violento e inconstitucional contrario a la ley y desconsiderado con el derecho a circular de los demás. Aunque la causa era muy justa, estuvo mal, no era la manera correcta de reclamar. Fue contradictoria con la educación que le brindé a mis hijas y por eso me provocó disgustos, que en algún momento, hasta me provocaron vómitos.
Quiero vivir en un país donde todos tomemos conciencia de lo que hacemos mal,
¡Y NOS HAGAMOS CARGO!
Se vienen tiempos de elecciones, empecemos a aplicar la medicina adecuada, porque a trompadas y con gritos chillones, no se arregla nada.
Juan Martín Perkins
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