CORRUPCIÓN DESCONTROLADA Y NOSOTROS


Autora: Hyspasia (@Hyspasia)

Cuando escucho a políticos mediocres como Stolbizer hablar de los fraudes contra el estado, hacen siempre la misma cuenta: “con ese dinero se podrían haber hecho 10 escuelas o un hospital o 30 kilómetros de ruta”.
Nunca vamos a escuchar a un político, o a un pseudoperiodista o a un encuestólogo como Berensztein decir: “con ese dinero hubiéramos podido eliminar el impuesto a los sellos o el impuesto al cheque”.

Porque los políticos quieren tener disponible mucho dinero para repartir y encanutar. Repartir es poder. Encanutar es el objeto de su deseo y de dedicación.
Repartir el dinero público a la banda de la Cámara Argentina de la Construcción o a intendentes o a piqueteros o a Las Abuelas de Plaza de Mayo. No les importa. Todo es poder. Todo es apoyo para la campaña o votos o publicidad en el exterior o lo que fuera. Carlotto, por ejemplo, fue publicidad para Cristina Fernández en su campaña electoral del 2007, cuando fueron juntas a París.



Por eso tampoco les importa de dónde viene el dinero. 
Hay sólo tres orígenes para el dinero en blanco: impuestos, emisión monetaria (inflación) y deuda.
El dinero en negro proviene del delito.
El dinero negro sólo sirve para campañas electorales o para canuto.

La casta política y los prebendarios están interralacionados y son intercambiables. 
Tienen a su servicio a los medios de comunicación. Su tarea es validar las acciones de ambos y cubrir sus faltas. Defienden el sistema. Porque cuanto más dinero está en poder de los políticos (cuanto más dinero se recauda) mayores chances de cobrar hay para repartir entre encuestólogos y periodistas. Berenzstein es un ejemplo.
Pero todos ellos son iguales. Todos quieren un estado grande. Porque están del lado de los que reciben y no del lado de los que pagan.



Los prebendarios no viven de la venta de sus productos, como cualquier empresario. Usan sus fábricas como excusa para requerir prebendas, subsidios, concesiones, créditos blandos. Para poder gobernar “desde afuera” necesitan gente de su confianza “adentro” del gobierno. Por eso hay nombres que se repiten, ya sea en gobiernos militares o no, como Aldo Ferrer, fiel empleado de la UIA. O, en las últimas décadas gente para todo servicio, con cualquier partido, como Lavagna, Marcó del Pont o González Fraga.

Para los prebendarios, los trabajadores son la coartada perfecta. Se les endilga que contaminan un río “pero dejo 200 personas en la calle”. Se les exige que mejoren la calidad del producto “no dan los márgenes y dejo 200 personas en la calle”. “Me eximen de impuestos o dejo 200 personas en la calle”. Un caso perfecto son los delincuentes que manejaban Cresta Roja. Se quedaron con los subsidios del gobierno, vaciaron la empresa y luego le dejaron el muerto laboral e impositivo a los gobernantes. En esos casos uno se pregunta ¿por qué el estado subsidiaba a un criadero de pollos? ¿Más irregular aún, por qué subsidiaba a uno especial - con la competencia desleal que significaba - y no a todos?




Las sumatorias de Crestas Rojas, que van desde las incomprensibles obras de Dietrich que se dedicó a destruir estaciones de tren existentes para reemplazarlas por apeaderos de cemento, la inversión que el estado hace en aeropuertos para que luego los concesionarios cobren la tasa de aeropuerto, la prórroga de concesiones del estado sin licitación, los alquileres de propiedades del estado a precio vil, la venta de bienes públicos a precio vil (ahora el gobierno quiere vender terrenos del ejército), el desmantelamiento del estado que hizo Menem, para que luego termináramos pagando fortunas en subsidios ferroviarios y comprando material rodante berreta a China. Todos nosotros nos podríamos pasar horas describiendo hechos de corrupción que tienen un prebendario en una punta y un burócrata y o un político en la otra.

Lo que sorprende de la Argentina es que el robo es creciente. Que la proporción de dinero robado respecto al total del PBI es creciente. No es un número fijo como en cualquier país de Europa. No acá. Entonces si un gobierno pide el 10% el siguiente pide el 15%.
Y cada gobierno aumenta los impuestos. Nunca sacan un solo impuesto. Desde 1983 no sacaron impuestos. Pusieron nuevos y aumentaron las alícuotas de los existentes.
Y todo el tiempo hay políticos proponiendo o nuevos impuestos o mayores controles de recaudación.

Toda la población tiene más o menos claro que su pobreza es el dinero que se roban. ¿Pero cómo funciona eso? Un poco lo aclaró Lilita Carrió con el accidente de Once: “la corrupción mata”. 
Pero igual hay que explicarlo. El estado le da dinero al concesionario para que haga reparaciones. El concesionario no las hace, se queda con ese dinero y parte de la malversación la comparte con los funcionarios corruptos. El funcionario cobra para no exigir el mantenimiento. Ese recorrido quedó más o menos claro en el juicio por el estrago de Once. Los sindicalistas formaban parte de ese entramado. Su forma de cobrar era quedarse con sueldos ferroviarios y en su lugar tener contratados en negro o a través de agencias (con un sueldo de convenio menor) y se quedaban con la diferencia. Esto a cambio de callarse sobre el acuerdo prebendarios-funcionarios. Por eso está preso Pedraza.  Pero Pedraza no está preso por el fraude de contratación de personal (cobrar por servicios de $ 100 y pagar $ 60) sino por asesinar a un manifestante contra esta explotación digna de fábricas de Manchester de 1890. Pero la justicia jamás investigó la malversación de fondos públicos en salarios que gerenciaban los sindicalistas y no las empresas.


No me quiero perder en la casuística - aunque me muero por hacerlo -. Mi inquietud, por la cual no he encontrado respuesta es ¿por qué el robo no es estable?

Porque si se decide una pauta de corrupción, se negocian los porcentajes y negocia el presupuesto total a gerenciar,¿por qué unos y otros piden más?

Esa codicia creciente introduce una perturbación en el sistema. Hace que no sea estable. Es como un motor que cada vez gira más rápido. Ningún motor aguanta tanta exigencia. En algún momento se rompe. O se queda sin combustible. O se funde. O algo. 
Toda caldera tiene una válvula de control. Si se excede un límite el sistema se apaga. Lock-down. No en la Argentina. Nadie los para.Y no es que no hay gente que cobre por hacerlo. Tenemos SIGEN, Auditoría General de la Nación, Jueces, Fiscales, Defensores del Pueblo. Nadie los para. Porque todos están dentro del sistema. 




Los jugadores - les recuerdo que los ciudadanos somos sólo espectadores de la parte que se dignan a mostrarnos - siempre piden más. Se pelean entre ellos hasta que negocian nuevas participaciones. Pero resulta que siempre necesitan más dinero. O necesitan más dinero para no pelearse entre ellos y a cada exigencia la solución es necesitar más dinero porque ningún otro jugador del sistema quiere resignar su parte para satisfacer al pedigüeño. 

¿Qué hacen con ese dinero? Como tienen miedo de tenerlo acá, porque temen que en algún momento alguien lo reclame, lo sacan.
Puede ser que invierta Toyota, pero nunca invertirá ninguno de los políticos. Eventualmente comprarán propiedades en Miami.
Eso hace que no haya inversión. Al no haber inversión, no crece el PBI.
Ni siquiera se reinvierte en mantenimiento. Por eso nos quedamos sin FFCC a pesar de los miles de millones gastados en ellos en todo el SXXI.
Los dueños de empresas no invierten.
Los políticos no invierten.
Las inversiones del estado se desvían a los bolsillos de prebendarios y políticos por lo que finalmente no se hacen.
Los pequeños burgueses como nosotros no invertimos porque los políticos amenazan con nuevos impuestos una vez al mes. “Vamos a cobrar ganancias sobre los alquileres” ¿Quién va a comprar un departamentito para alquilar?

Entonces si el sistema prebendario cada vez reclama más dinero y nosotros no crecemos, cada vez requieren una porción mayor del PBI.
Y así se empiezan a cambiar los destinos del dinero. El dinero recaudado en lugar de ir a hospitales o escuelas o caminos vecinales, aumenta el presupuesto de la Legislatura de Buenos Aires. Estos lo aplican, por ejemplo, a dar subsidios a fundaciones, una maniobra para triangular dinero para el legislador. Se toma personal administrativo porque es una manera más fácil de colocar ñoquis que, por ejemplo, la policía provincial.


Recitales Mar del Plata 2018.
Y llega un momento que prefieren hacer recitales, porque se quedan con la mitad del cachet del artista y el servicio de sonido, que pintar hospitales.
O prefieren las innumerables consultorías de Larreta que arreglar el Santojanni. Porque es más fácil embolsar el dinero de la consultora (una empresa ignota y sin capital a la que se le asigna tareas poco claras y por contratación directa).
Entonces los servicios insustituibles e indelegables del Estado pasan a segundo plano porque los gobernantes prefieren hacer un arco de entrada al municipio, o el recital del Rey de la Cachaca o inauditables contrataciones de sistemas informáticos o calls centers.
Por eso pagamos cada vez más impuestos y tenemos peores servicios.

Hay un tema ideológico detrás de todo esto. Lo vimos con la discusión del aborto. Bah, lo vemos con cualquier tema. Los prebendarios y su contracara, los políticos a su servicio, no tienen ideología. Lo demostró el gobierno anterior con su mélange frepasista-peronista ma non troppo y lo demuestra el actual. 



Las alineaciones ideológicas son volátiles, son commodities que compran de organismos internacionales o de quienes las provean y engañan a la gilada mientras hacen los negocios que sí les importan, cualquiera sean estos. 

Si no movemos el trasero, nos quedamos sin país y sin futuro.


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