#MeToo WITH A TWIST

Esta foto es maravillosa:
las autoridades de la CAC con Alonso (¿será para garantizar que no hay corrupción?, en serio, ¿qué hace ahí la responsable de la oficina anticorrupción?) y Batallón 601.
Los contratistas del estado abusados, pobrecitos.

Autora: Hyspasia (@Hyspasia)

Hace unos meses hubo un escándalo en Hollywood. Salieron varias actrices a decir que las obligaron a tener sexo con un gordo feo a cambio de un papel en una película o a cambio de ser premiadas con un Oscar.
Supongo que pensaban que nos sorprendían, cuando, en realidad, todos siempre creímos que así eran las cosas.
La palabra clave acá es “obligar”. No, señoras, no las obligaban. Ustedes intercambiaban sexo, que le interesaba al señor gordo, por algo que les interesaba a ustedes, ya sea entrar al cast, una entrevista, fama, dinero. (Personalmente creo que no era con el gordo sino con aportantes varios, pero son detalles).
Libre intercambio, que le dicen. Sobre esto se explayaron @cecirai (aquí) y @Mildred_DelRio (aquí).

Queda claro que es un intercambio libre entre las personas. Sexo por plata, sexo por favores.
Ninguna de esas señoras es víctima sino contraparte en una transacción voluntaria.
Las únicas víctimas aquí fueron las buenas actrices que no accedieron a acostarse con el gordo y quedaron en papeles de segundo orden o se cansaron y se volvieron a su pueblo en Omaha.
En realidad hay otra víctima más: los espectadores, que se tienen que bancar lo que tal vez sería una buena película con espantapájaros con parálisis facial - ej. Gwyneth Paltrow, entre muchas otras.
Así que tenemos:
Beneficiados: el gordo y las actrices que ganaron fama.
Perjudicados: las actrices buenas y los espectadores.

El Club de la Obra Pública


Vemos ahora un desfile de lo que, quienes somos viejos, ya sabíamos que eran unos piratas de trajes caros y corbatas italianas. Roggio, Chediak, Wagner, Macri y varios etcéteras.
Nos informan los medios de comunicación, como gran novedad, que los obras eran a cambio de coimas y que los corredores viales (las rutas por peaje) pagan coimas a funcionarios públicos.
Estoy sorpresa.
Wagner, De Vido y Aldo Roggio.
Luego vienen estos pseudoempresarios, bien llamados prebendarios, a decirnos que si no ponían la plata, perdían las obras. Y luego, enfatizando su altruismo, dicen, “si no, quedaba mucha gente en la calle”, dando a entender - ‘cuchá bien - que no lo hacían por ellos sino por “lo’ trabajadore’ ”.
Bullshit.

Si un corredor vial no lo maneja A sino B, necesita la misma mano de obra. Tal vez no las mismas personas, pero sí la misma cantidad.
Si la obra no la hace F sino G, lo mismo, se necesitan los mismos insumos, porque las condiciones están en el pliego.
Por lo cual, si A no gana la licitación, el único que se perjudica es A.

#MeToo : Nos quieren vender que son víctimas cuando es un esquema preexistente, y que vienen coimeando lindo y parejo desde los milicos, pasando por la totalidad de los gobiernos electos sin excepción.
Entra un presidente y los del Club de la Obra Pública le enseñan qué es lo que hay que hacer. Ponen fortunas en las campañas electores. Ellos eligen presidente porque manipulan todo el sistema de preselección interna de los partidos. Lo mismo sirve para la UIA y otras cámaras empresariales, como ADEFA o ADEBA.
Las víctimas de los acuerdos entre estos prebendarios y funcionarios no son los mismos prebendarios, como quieren hacernos creer. Dicen que fueron “extorsionados”.

Las víctimas somos los contribuyentes, que pagamos 4 pesos lo que vale 2 (con suerte) y los usuarios, que pisan veredas rotas (Larreta), rutas con pozos (De Vido), puentes angostos, terraplenes que evitan que drene el agua y que producen inundaciones machazas, etc.

Porque la contrapartida de la coima no es sólo el sobreprecio. Son:
a) las modificaciones en el diseño, para ahorrar costos - hubo cien de estos casos en Acceso Norte, por ejemplo -, 
b) el incumplimiento del pliego (carpetas asfálticas más finas, 8 cm en lugar de 12 cm, no ampliación de las rutas ante el aumento de caudal, no cortar la maleza de las banquinas, tener menos cabinas de peaje habilitadas para ahorrar personal, no tener matafuegos en los puntos de peaje). En el caso vial, redunda en muertes.

Así que ya vamos por dos víctimas: los contribuyentes y los usuarios. Sigamos.
Recordemos: la otra víctima es la mina que dijo “No”. La actriz que le dijo al gordo “con vos no me acuesto, gordo sucio. Afeitate y bañate, primero”. La otra víctima es la empresa constructora que dice “así no”.
Escuché ayer en la tele a un opinador: “pero las constructoras que hacen obra pública no pueden hacer otra cosa”. No. No es así. Muchas personas hubieran podido montar empresas para obra pública, pero eligieron no hacerlo, porque no quieren entrar en el fango. Y porque la obra pública se divide entre los miembros del club y no se deja entrar a nadie. Así que sí, las otras víctimas son los empresarios que pudieron competir y son dejados de lado porque no aceptan delinquir, que no otra cosa es desviar los fondos públicos.

Por último existe otra víctima: la Nación Argentina. Y esto va a diferentes niveles. El primero es que el sobreprecio, ya sea el que termina en las manos del prebendario o el que termina en manos del funcionario, nunca es reinvertido en la Argentina. Siempre sale del país, desde hace décadas. ¿Por qué? Porque aunque nosotros no lo sepamos, los autores del cohecho sí lo saben. Y temen que algún día alguien los va a inhibir judicialmente. Por lo cual sus excedentes los sacan del país. Los vienen sacando desde siempre, pero especialmente desde el Gobierno de Alfonsín.

Esta corriente de corrupción (los sobreprecios) es dinero que se detrae de la inversión argentina. Es dinero que se saca de los bolsillos de las personas, vía impuestos, y vía sobreprecio va al exterior. Es ahorro argentino pero no inversión.


Y si los que mandan en el país sacan su dinero del país, ¿qué van a hacer el resto de los poligrillos? Poner su dinero a salvo de los prebendarios.

Porque, además de todo, los prebendarios quieren una corriente eterna de dinero. No es que hacen 10 años, se llenan y se retiran. Tres generaciones de Roggio le vienen robando a los argentinos, con, por ejemplo, horribles servicios de subte: mala frecuencia,sucios, conflictos laborales eternos.
No, los prebendarios quieren robar por la eternidad. Entonces deben seguir depredando a la ciudadanía para que pague impuestos, le dé su plata al Estado y el Estado le da su plata a los prebendarios (CAC, ADEFA, UIA).
Para sostener el sistema, los prebendarios colonizan las facultades de economía, los periodistas, los “referentes” y por supuesto, los políticos, que permanentemente hablan de. a) subir impuestos,
b) endeudarnos,
para tener un estado grande que…
i) haga obra pública (CAC),
ii) compre enormes flotas de automotores para toda suerte de reparticiones públicas (ADEFA) o
iii) les dé préstamos blandos o tipo de cambio preferencial a los prebendarios (UIA).
Todo queda en el grupo cerrado de la casta política y los pseudoempresarios.


Ni siquiera se reinvierte en lo único que da riqueza en la Argentina hoy: el campo. No hay FFCC (pero Macri y Roggio y otros - Cirigliano - robaron lindo con los subsidios al FFCC a cambio de nada). Excepto Cirigliano, no hay ninguno procesado a pesar del exceso de pruebas.

No hay caminos vecinales. Las rutas - único medio para mover la cosecha - son básicamente angostas porque el Club de la Obra Pública se embolsa toda la plata y no las ensancha y porque los prebendarios hicieron percha el sistema de barcazas por el Paraná. Por lo que un pobre chango en Salta o Formosa, en vez de bajar la cosecha hasta el Paraná por tren y luego llevarla en barcaza hasta San Lorenzo, deben hacer todo por ruta. De esta forma recauda el Club de la Obra Pública, que, como ya lo explicamos, no admite competencia.

Así que si pseudoperiodistas les dicen: “pobrecito el empresario, fue extorsionado”, sáquenlo carpiendo.


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Nota al pie: las obras inexplicables de la ciudad de Buenos Aires, como el metrobus, son las que financiaron la campaña electoral de presidente de Macri. Algún día se sabrá como se sabe ahora lo de Cristina Fernández. El intento de Dietrich de salvar a Roggio y Co. con el fideicomiso de obra pública es un escalón más del oprobio de los políticos argentinos (jueces, legisladores, poder ejecutivo) desde 1983 a hoy. Algún día habrá que meterlos a todos presos.


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